'Dulce de leche', la liberación social del 'momento Amarcord'

VALÈNCIA. Vaya por delante que este cómic es lo mejor que he leído este año y que, precisamente por eso, su final ha sido lo más decepcionante. Las páginas 168 y 169 las recortaría con unas tijeras y las tiraría. El problema es que ofrece una explicación racional a lo que ocurre. La peor de las explicaciones racionales, una psicológica. 

La historia trata de un triángulo amoroso fascinante. Un chico que tiene una novia guapa, moderna y popular, se siente atraído por una mujer mucho mayor que él, madre de un bebé, de extracción social muy humilde y todo ello por sus enormes y casi desproporcionados senos. Siendo un cómic que llega de Italia es pertinente citar que se trata de un momento Amarcord. 

El argumento es sumamente interesante por lo que encierra de realismo, de verdad desnuda. Por mucho que el sistema se empeñe en imponernos unos cánones estéticos, a los hombres heterosexuales generalmente les gustan las mujeres, no los cánones. Puede que haya gente tan sumamente alienada como para no ser capaz de desear algo que no sea como la modelo de la portada de una revista, pero eso no es una mujer real. No existen. 

Por los complejos y la miseria de la que venimos, la España negra del hambre, me imagino que seguimos, generación tras generación, obsesionados con mostrar estatus. Se puede hacer con el dinero, con la cultura, hoy se hace mucho con la ideología y también es posible presumir con la pareja. Si se acerca a unos cánones estéticos, viste al que la lleva cogida de la mano. 

El mundo real, sin embargo, va por otros derroteros. No hay más que ver las búsquedas de pornografía en los portales de streaming. En España, la inmensa mayoría de usuarios, cuando quiere obtener placer sexual a solas consigo mismo, sin nada que demostrar, a lo que recurre la abrumadora mayoría de hombres es a las categorías amateur y mature o milf. Es decir, en el universo delirante del porno, lo que se considera "mayor" equivale en la práctica a mujeres normales y corrientes. Las que se cruzan los hombres cada día, las que existen. 

Esta situación neurótica, de tabús y presunción, a lo que lleva a muchos hombres es a aprender a fingir desde la adolescencia. Decir a sus compadres que desea a un tipo de chica cuando en realidad la verdadera atracción va por otros derroteros. Este es el caso del protagonista de esta novela gráfica. 

Su novia es el top, se pone piercings en los pechos, la desean los malotes del lugar, está con él, loca por él, lo tiene todo, pero él es incapaz de consumar con ella. Como hemos desvelado, la verdadera pasión la siente por quien no debe, en teoría, alguien que no le corresponde. Lo que se llama secreto inconfesable. 

La historia se cocina a fuego lento, in crescendo, y es una gozada. Parece una trama propia de novela negra, pero es solamente una historia de extrarradio entre estudiantes mediocres y trabajadores precarios. Podríamos definirlo como algo extraordinario, pero se trata ni más ni menos que de la vida, de lo que ocurre en la vida. 

Hasta que se llega el final con su ridícula y estridente explicación racional y psicológica a lo ocurrido, antes de que el autor se meta a sí mismo en la cárcel del pensamiento, asistimos a una liberación. Un hombre que se niega a transitar por los caminos preestablecidos, aunque sean de un privilegio, aunque le conviertan en un triunfador, y escucha sus verdaderos deseos. Dicen que la mayor revolución es la que empieza en uno mismo. 

Otro autor de la casa, mucho más maduro, Ralf König, ya puso en boca de uno de sus personajes la máxima de elevada sabiduría y espíritu de "a la hora de follar, tú haz caso siempre a tu polla, ella nunca se equivoca". Con un sofisticado mecanismo social, cultural y capitalista que te dice constantemente qué es lo bueno y qué es lo malo, qué hay que hacer y qué no, encerrándonos cada vez más, los relatos amorosos y sexuales de König y esta obra en su mayor parte pueden servir como revelaciones. Hay un hecho muy viejo y conocido, la mejor forma de dominarnos es acceder a nuestra intimidad sexual. 

Desgraciadamente, puede que el autor no quisiera rompernos los esquemas con estas premisas. Al final, cierra el círculo y nos explica por qué pasa lo que pasa cuando perfectamente podría pasar porque sí, porque así es la vida. 

Entretanto, el dibujo es elegante y el uso tanto del color como del tamaño de las viñetas, una verdadera exhibición. Son especialmente sugerentes las escenas a oscuras y en interiores. Las carreteras de noche transmiten esa sensación de intervalo que experimentamos al transitar por ellas. Las escenas sexuales son las justas y su intensidad nunca es desmedida. 

Vila tiene un cómic anterior titulado Padovaland. No hay cosa que más deseé en este momento que echarle mano.