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la nave de los locos / OPINIÓN

Dulce totalitarismo

Foto: Cézaro De Luca/EP

Van a por todo. El Gobierno aterrador no deja cabos sueltos. Siempre por una buena causa, avanza en su proyecto totalitario. No le basta con habernos encerrado y esquilmarnos. Ahora nos dice cómo hablar, comer, tener sexo, viajar y pagar en un comercio. Debemos estar preparados para su mundo feliz

7/06/2021 - 

La ministra de Hacienda prohibirá los pagos en efectivo de más de 1.000 euros. El pequeño comercio, lo poco que queda de él, ha dado la voz de alarma, pero a la señora ministra ni le va ni le viene la opinión de un tendero. A ella solo le preocupa darle gusto al calvo de Amazon y a la gran banca. Estamos a la espera de que explique mejor la medida con su habitual facundia y gracejo andalusí. Siento —creo que sentimos muchos— una ternura indiscutible por esta doctora que recuerda, en sus mejores momentos, a las mujeres de tez oscura y melena rebelde que se ofrecen a leernos la mano en la puerta principal de la mezquita de Córdoba.

La señora Montero pertenece a un Gobierno de vocación totalitaria, porque totalitario es quien aspira a controlar todas las parcelas de sus súbditos. Nosotros, en mayor o menor medida, hemos aceptado su propuesta de servidumbre voluntaria. Con lo de las limitaciones en los pagos en efectivo también pasaremos por el aro. 

Foto: H.Bilbao/Europa Press

Tiene más medios y apoyos este Gobierno que los anteriores para ejecutar su proyecto totalitario: las televisiones públicas y las privadas que comen de su mano, los grises de Marlaska que espían nuestros teléfonos, los intelectuales orgánicos, los dos sindicatos verticales, los artistas envejecidos de la ceja, la ecologista Ana Patricia, el feo de Iberdrola y otros empresarios del Ibex 35, la industria feminista, algunos jueces por una democracia que no acaba de llegar.

Trabajando gratis para el Estado

Van a por todo y lo quieren todo. Quieren nuestro dinero a través de un régimen fiscal confiscatorio que obliga a trabajar gratis, cuatro, cinco y hasta seis meses al año, para sostener un Estado haragán e ineficiente. Nos anuncian inspecciones sorpresivas y sorprendentes en los domicilios para imponernos la obligación de contribuir a su tinglado fantasmagórico.

“Este Ejecutivo aterrador pretende invadir las parcelas más íntimas de la vida privada con una legislación propia de ingenieros de almas”

También desean nuestra libertad, que no hemos sabido defender, como se ha visto en la pandemia. Anularon derechos fundamentales y casi nadie protestó. Nos hemos acostumbrado a llevar el bozal, a los toques de queda, a no manifestarnos, a limitar la libertad de movimientos. A vivir en una dictadura disimulada. Cierto es que nos han aflojado el collar pero ¿hasta cuándo? Hasta que les convenga. Siempre habrá una variante franco-israelí del virus que justifique meternos en casa.

Pero no contento con encerrarnos y vaciarnos el bolsillo, este Ejecutivo aterrador pretende invadir las parcelas más íntimas de la vida privada con una legislación propia de ingenieros de almas. Así, el Estado que asaltaron nos dice cómo hablar (lenguaje inclusivo); regula el sexo entre hombres y  mujeres (la ley del ‘sólo sí es sí); prescribe lo que se ha de comer (¡ay de nosotros, los carnívoros!) y el transporte que debemos escoger; reescribe la historia hasta falsearla (memoria democrática), y diferencia entre la cultura deseable y la que no lo es, dentro de la lógica del pensamiento correcto.

Papilla ideológica en las aulas

Para ejecutar su proyecto totalitario, el Gobierno, además de asegurarse el control de la mayoría de los medios de comunicación, tiene la educación pública, a la que ha reducido a escombros, gracias a la legislación de la abuela Celaá y sus predecesores conservadores y socialistas. La educación sólo sirve para transmitir la papilla ideológica de un Estado que quiere fabricar sujetos que saliven como del perro de Pávlov. Nada que no intentase el general Franco en los tiempos del nacionalcatolicismo.

Foto: E. Parra. POOL/EP

Van a por todo, desde la cuna a la tumba. El Estado dará más facilidades para abortar, lo que supone arrogarse más poder sobre los no nacidos, y facilita la muerte de los más indefensos (eutanasia). Dispone de la vida y de la muerte de sus súbditos. El círculo totalitario parece cerrado, pero falta algo más. Porque el Estado se acordará de ti aun después de muerto, y perseguirá a tus herederos con el Impuesto de Sucesiones. Te confiscará parte de la riqueza generada con tu sudor en vida, en nombre de la tramposa equidad fiscal.

La dulzura la ponen el alcohol y tinder

Nunca la libertad individual había estado tan amenazada como ahora, pero la mayoría no se da cuenta de ello. Cree ser libre cuando su libertad es sólo una ficción. Viven en la cueva de Platón. Son niños y se conforman con las golosinas que el Estado pone a su alcance o tolera. Su totalitarismo es dulce, muy dulce, sin necesidad de la coacción ni la violencia física. Ganan más seduciendo. La dulzura la ponen el tabaco, el alcohol, la cocaína y el costo, pornhub, tinder, tiktok, instagram…

Mientras los dueños del Estado intentan colonizar la mente de la gente con la ayuda de las corporaciones tecnológicas, nosotros, absortos en nuestras pantallitas, vamos perdiendo, sin saberlo, las pocas parcelas de libertad que nos quedaban. Ni siquiera somos dueños de fijar el horario de descanso. A las dos de la mañana nos dicen que debemos levantarnos a poner la lavadora para ahorrar en el recibo de la luz.

Esta es la España progresista, solidaria e inclusiva a la que nos han conducido los gobernantes actuales, un mundo feliz en el que la libertad se ve reducida a elegir entre dos males: congelarse en invierno o achicharrarse en verano.  

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