CASTELLÓ. La histórica textil castellonense Dusen ya es solo un recuerdo. El juzgado de lo Mercantil nº1 de Castellón acaba de decretar la conclusión del concurso de acreedores en el que la mercantil se encontraba desde el año 2011. Con ello pone y punto y final a una compañía que en su momento álgido, en los años 90, llegó a dar empleo a casi mil personas, en su mayoría mujeres, con lo que ello suponía para la ciudad de Castelló y muchas localidades cercanas.
Aunque ya hacía casi una década que Dusen dejó de existir, después de pedir la liquidación en el verano de 2013, lo cierto es que su influencia todavía se dejaba notar en la sociedad castellonense. Tanto que hasta este mes de agosto, en virtud del plan de liquidación de la compañía, se han producido pagos a la antigua plantilla para compensar las deudas contraídas.
En este plan de liquidación ayudó en su día la compra por parte de Facsa de la antigua nave del grupo San Agustín, la más grande y conocida de Dusen, que se materializó en la primavera de 2018 por 2,5 millones tras la autorización judicial. En las últimas semanas, y tras la pertinente licencia, la filial del Grupo Gimeno ha procedido al derribo, con lo que ya no queda rastro de las tres naves en que llegó a trabajar la textil en Castelló.
Dusen nació en 1962 como una escisión de Marie Claire. Dos de los socios de esta, Santiago Dufol y Francisco Senar, crearon su propia empresa y se trasladaron desde Vilafranca a Castelló para materializarla. Su primera ubicación fue en la calle Pintor Oliet, donde comenzaron a elaborar género de punto y lencería. Ya en los años 70 arrancó el que sería el negocio principal de la firma, la calcetería.
La elaboración de medias era más rápida y económica, al necesitar de menos mano de obra, y esto propició el crecimiento de la compañía, que a mediados de los años 80 alzó el emblemático edificio de San Agustín. Los años dorados de la firma le permitieron generar casi mil puestos de trabajo, femenino en un altísimo porcentaje, una época dorada que se alargó durante buena parte de la década de los 90.
Pero, con la entrada en el nuevo siglo, la competencia externa, fundamentalmente china, provocó la caída de producción y la salida de las primeras empleadas, hasta que en 2005 se produjo el primer expediente de regulación de empleo, recuerda Dori López, por aquel entonces miembro del comité de empresa.
Comenzó entonces una dura disputa entre la dirección y los representantes sindicales, que tenían una gran implantación entre los trabajadores. Los ERTE y las salidas fueron habituales a partir de 2009, hasta que en 2011 la compañía pidió el concurso voluntario. Aunque salió de este en noviembre de 2012 tras la firma de un convenio con sus acreedores, solo medio año después presentó la liquidación al juzgado. Por aquel entonces quedaban 82 empleados y estos lograron prolongar su actividad durante medio año más, señala López.
En el proceso de liquidación abierto la textil vendió sus activos, entre ellos las plantas ubicadas en los grupos la Breva y San Agustín de Castelló (y otra menos conocida en el polígono Museros de Almassora), mientras la de la calle Pintor Oliet de la capital de la Plana ya se vendió a raíz del traslado en los años 80. Pero también las marcas, en el año 2016, algunas de las cuales todavía sobreviven en manos del grupo Vilaseca, propietario por ejemplo de la enseña Avet.
Por aquel entonces también se solicitó la apertura de la fase de liquidación del concurso para determinar si las causas de la quiebra eran ajenas a los administradores o si por el contrario eran responsabilidad suya. Ahora el juez ha cerrado esta fase con el archivo de las actuaciones, según consta en el edicto de conclusión del concurso.
Con este paso, y el derribo de la planta de San Agustín, la última en cesar la actividad, se cierra una página de la confección textil en Castellón.