El mercado de los festivales de cine es ahora mismo una madeja sin cabo. No hay soluciones perfectas. Analizamos junto a Eduardo Guillot, director artístico de la Mostra de València – Cinema del Mediterrani, las ventajas e inconvenientes de las alianzas con plataformas de streaming y el devenir del certamen valenciano ante su edición de otoño
VALÈNCIA. Estrenos en streaming, pero sin el calor del aplauso colectivo en una sala cerrada. Festivales sin alfombras rojas ni maratones de entrevistas. Tratos sin apretón de manos. Decenas de festivales cinematográficos de todo el mundo se enfrentan estos días a grandes dilemas para capear las consecuencias del coronavirus. Sobre el tapete tienen varias bazas: la del aplazamiento -solución imperfecta, dado que introduce todavía más presión sobre un calendario ya de por sí muy apretado-; la reconversión a un formato online y, por último, la cancelación de la edición de 2020, al considerar que la dimensión social y la experiencia colectiva es la quintaesencia de todo festival cinematográfico. Y es que no hay duda de que el arte del mixing and mingling entre actores, cineastas, periodistas, productores y distribuidores requiere necesariamente la presencia física.
En la cúspide de los festivales de clase A tenemos a Cannes, cuya 73ª edición debía haber comenzado este martes. Su delegado general, Thierry Frémaux, ha dejado claro que no concibe un festival sin proyecciones. En una entrevista concedida esta semana al diario El País, se mostraba tajante: “Un festival online de cine no es un festival”. En su opinión, las plataformas de streaming no dejan de ser televisión, y son incapaces de gestar los mitos que nutren a la industria. Es por esto que, aunque el certamen francés anunciará los 50 títulos de su selección oficial -entre aquellos que no han decidido directamente aplazar su estreno a 2021-, en realidad no habrá ningún estreno en streaming bajo la marca Cannes.
Entre las posiciones más puristas y las más abiertas al cambio, hay muchas zonas grises. Tras verse obligado a cancelar in extremis el pasado mes de marzo, el SXSW Film Festival de Austin se descolgó finalmente con un acuerdo con Amazon Prime Video para estrenar 39 títulos, todos ellos emitidos de forma gratuita y abierta al público estadounidense entre el 27 de abril y el 6 de mayo. También han optado por versiones online otros certámenes como Visions du réel y Locarno en Suiza, Sheffield en Gran Bretaña o el CPH Doc de Copenhague.
En el otro extremo del sector, el de los pequeños festivales especializados en cine de independiente y más arriesgado, encontramos casos cercanos como el del D’A Film Festival Barcelona, que concluyó el pasado domingo una edición especial online vehiculada a través de la plataforma española Filmin. Ha sido una edición en la que sí había sección oficial con estrenos, coloquios, jurado y palmarés. La experiencia ha sido interesante, habida cuenta de las cifras presentadas por los organizadores: 215.000 visionados, lo que fácilmente puede traducirse en más de medio millón de personas detrás de la pantalla. Para esta edición virtual se incluyó el 75% de las películas seleccionadas en un primer momento por el festival, ya que se contó con el beneplácito de productores, distribuidores, directores y agentes de ventas internacionales. La razón es obvia: hablamos de un tipo de cine que por su naturaleza -cine de autor, directores emergentes, nuevas narrativas- tienen un recorrido comercial mucho más estrecho, y un nicho de mercado muy concreto y minoritario. Lamentablemente, muchas de estas películas nunca llegan a estrenarse en salas de cine. Mucho menos iba a ocurrir este año, con un contexto de desescalada que estará marcado por el efecto embudo de estrenos en salas -habrá menos pantallas, y más películas en cola-, y el consiguiente aumento de la competitividad por los huecos disponibles en las carteleras.
A principios de abril conocimos la decisión de la Generalitat de suspender la 35ª edición de Cinema Jove, todavía sin fecha. Las otras dos grandes patas del mapa de festivales cinematográficos valencianos mantienen sus fechas en otoño; si las condiciones sanitarias lo permiten, la Mostra de València - Cinema del Mediterrani se celebrará en octubre y el festival de mediometrajes La Cabina lo hará en noviembre. Sara Mansanet, directora de este último, nos habla de su colaboración con Filmin, plataforma que desde hace tres años pone a disposición de los suscriptores una pequeña selección de películas de La Cabina durante un tiempo limitado, coincidiendo con los pases de esas mismas películas en salas en el marco del festival.
“Siempre he tenido claro que había que apostar por el streaming; es una manera muy eficaz de que el público de fuera de la ciudad conozca La Cabina y acceda a estas películas, que no son fáciles de encontrar fuera del contexto del festival. Al principio nos daba miedo que nos restara público de las salas, pero no ocurrió así. Si acaso solo en un porcentaje muy pequeño. Me gusta que la gente se sienta libre a la hora de vivir una experiencia cultural, aunque está claro que no es comparable ver una película en casa que vivir la experiencia de llorar y reír en una sala junto a gente que no conoces de nada. Creo que las alianzas con plataformas de streaming son una herramienta complementaria muy útil para festivales pequeños como el nuestro, cuyo objetivo es difundir entre la mayor cantidad de público posible obras independientes que no llegan a las salas de cine y que no hacen dinero en taquilla. Es un complemento muy bueno, y cada vez lo va a ser más”.
Profundizamos en todos los argumentos expuestos anteriormente con Eduardo Guillot, director artístico de la Mostra de València - Cinema del Mediterrani y gran conocedor de los entresijos de la industria. De paso, nos explica cómo se presenta la próxima edición.
-En el sector de la música en directo se ha estado hablando mucho del "embudo" que se puede producir en otoño por el traslado de fechas de festivales que han tenido que cancelarse esta primavera ¿Se enfrentan al mismo problema los festivales cinematográficos valencianos?
-La problemática ya afecta a los festivales de cine. Si la situación sanitaria lo permite, Mostra de València-Cinema del Mediterrani, se celebrará del 22 de octubre al 1 de noviembre, sus fechas habituales. Con los aplazamientos anunciados hasta el momento, a falta de los que vendrán y sin salir de la Comunitat Valenciana, esas fechas ya se nos solapan unos días con las nuevas del Festival de Alicante y la MICE. Además, la Feria del Libro ha anunciado que se traslada, exactamente, a los mismos días del festival. Y hay que sumar todavía otros eventos musicales y de artes escénicas que aún estudian dónde ubicarse en otoño.
-¿Se debería trabajar de forma coordinada para minimizar los problemas relacionados con la sobreoferta cultural?
-La idea de coordinar los eventos culturales del último trimestre resulta muy voluntariosa, pero me temo que difícil de llevar a la práctica; el calendario tiene las fechas que tiene, y cuesta mucho renunciar a celebrar tu festival, aunque sea en un formato reducido y fuera de tu tradicional lugar en el calendario. En 2016, en las conclusiones de la segunda edición del informe Festimapp, que me encargó el IVC para sondear el panorama de festivales de cine en la Comunitat Valenciana, propuse la creación de una Coordinadora como las que ya existen en Catalunya o Galicia, con el fin de organizar las agendas, pero también de trabajar en objetivos comunes. Desde Alicante se tomó el testigo y se iniciaron algunas conversaciones para ponerla en marcha, pero, a día de hoy, cuatro años después, no funciona. Tengo entendido que hay intención de reactivar la idea.
-¿Se está pensando ya en las medidas que deberán ponerse en marcha para que la Mostra de València pueda adaptarse a la nueva situación? (Presentaciones por streaming para los invitados que no puedan viajar, ampliar sedes o el número de pases para las películas con potencial de llenar aforos, etc)
-En nuestro caso, aún es pronto para tomar decisiones, pero no para contemplar todos los escenarios posibles, porque a estas alturas ya hay películas de competición confirmadas y ciclos diseñados. Cuando llegue el momento, las decisiones se tomarán en función de las recomendaciones sanitarias. Pero si los cines están abiertos, la Mostra es un festival que ha subrayado desde su regreso su apuesta por la pantalla grande y por los recintos para los que están concebidas las películas. En la fase 1 ya se admitirá el acceso del 30% de los aforos, con butaca preasignada, y a eso es a lo que tenemos que aferrarnos en estos momentos. Las distribuidoras nacionales no están por la labor de estrenar mientras Madrid y Barcelona no reabran sus salas, pero si no hay rebrotes es cuestión de tiempo que vuelvan a funcionar.
-Imagino que al celebrarse la Mostra después de Málaga, Valladolid y San Sebastián, jugáis con la ventaja de aprender de los aciertos o errores que puedan cometerse al adaptar la organización de estos festivales a la “nueva normalidad”. Sobre todo en lo que se refiere a la gestión de flujos de público.
-Creo que todos los festivales de cine que se celebran en España en otoño estamos muy pendientes de San Sebastián. Ellos, de momento, creen que será posible celebrar una edición física, pese a las evidentes restricciones que implica contar con muchos menos invitados y aforos reducidos. Nosotros estamos en esa línea, igual que el CINEMED, Festival de Cine Mediterráneo de Montpellier, que tiene prevista su celebración del 16 al 24 de octubre.
-¿Qué ventajas e inconvenientes encuentras a las ediciones en streaming como alternativa?
-En Mostra, el año pasado manejamos un volumen superior a las 200 proyecciones y los 60 invitados internacionales. Es muy complicado trasladar una programación así al formato online y renunciar a la presencia física de los directores, que forma parte de la razón de ser del festival, aunque es evidente que se reducirá el número de invitados, porque no sabemos quién podrá viajar, ni desde dónde. La opción online ha arrojado resultados interesantes durante el confinamiento, creo que precisamente porque la gente estaba recluida en casa y con mucho más tiempo disponible para curiosear en la programación de los festivales, pero una vez haya libertad de circulación es probable que las cosas cambien. Por otro lado, no todo lo programado se puede difundir online. Hay distribuidores, productores y directores que prefieren estrenar en pantalla grande y no ceden los derechos de sus películas para hacer pases online, lo que obliga a celebrar una edición parcial, sin la totalidad de los contenidos previstos.
-Precisamente el pasado domingo finalizó la edición especial del festival D’A en Filmin, ¿tienes la impresión de que, a pesar de que no es el modo deseable de presentar las películas, ha sido un acierto para no perder la edición?
-Es evidente que hay gente que no hubiera tenido la posibilidad de viajar a Barcelona toda una semana para asistir al festival y que de este modo ha podido ver parte de la programación, pero sigo pensando que, modélica campaña de marketing aparte, los buenos resultados están directamente relacionados con el confinamiento. Si te ha afectado un ERTE y estás en casa con todo el tiempo libre del mundo (como ha sucedido con un porcentaje importante de la población), puedes ver dos o tres películas al día. Pero cuando te has reincorporado al trabajo y llegas agotado a casa a última hora, quizá solo veas una antes de irte a dormir; o ninguna. Al mismo tiempo, las estratosféricas cifras de visionados que ha hecho públicas el D’A pueden obligar a replantearse modelos híbridos de cara al futuro. Estamos hablando de unos números que superan los de San Sebastián 2019.
-¿Qué supone para las películas que habían sido seleccionadas en Cannes, por ejemplo, que el festival no haya optado por el aplazamiento ni por el streaming, sino por la cancelación de la edición? ¿Y cómo puede afectar, en sentido positivo o negativo, a aquellos festivales que sí van a ir hacia adelante?
-Es una situación compleja, porque Cannes ha dicho que anunciará su selección a principios de junio, pero no celebrará el festival, sino que trabajará con esas películas a lo largo de los próximos meses en salas de cine que vayan volviendo a la normalidad. Es un modo de mantener la prestigiosa etiqueta Cannes en títulos de autor que la necesitan para tener cierta carrera comercial garantizada, pero al mismo tiempo es una estrategia del festival para no perder películas que, de otro modo, se hubieran ido a Venecia, Toronto o San Sebastián. Al mismo tiempo, el productor Saïd Ben Saïd ya ha anunciado en su instagram que Benedetta, la nueva película de Paul Verhoeven, esperará a mayo de 2021 para ver la luz. Era una de las más esperadas en Cannes este año, y por la fecha que menciona parece evidente que tendrá la premiere en Cannes 2021. La película está coproducida por Canal+ Francia, una compañía que prefiere esperar al año que viene antes que irse a otro festival fuera de Francia. Y todavía más: Con los rodajes restringidos o detenidos, en 2021 no habrá tantas películas para elegir, por lo que muchas de las ya terminadas también están optando por quedarse en el cajón y darse a conocer la próxima temporada. La situación es complicada y no nos beneficia particularmente, porque mientras las películas no tienen su premiere mundial en un festival de Clase A no acceden a los demás. Habrá que ver el tipo de material que se pone en circulación en el anunciado Mercado del Film de Cannes, que esta vez se celebrará online para profesionales a finales de junio, pero parece evidente que el número de películas a repartir será menor que en otras ocasiones.
-Sobre la decisión de festivales como el SXSW Film festival de estrenar en streaming una selección de las películas que habían sido seleccionadas para la edición de 2020. ¿No fastidia de algún modo la evolución posterior de esas películas? Sobre todo porque muchas de ellas precisamente ansían ser seleccionadas en festivales como el SXSW para cerrar tratos con distribuidoras, o con plataformas como Netflix, Amazon, etc (supongo que en mejores condiciones económicas que si llegan a estas plataformas dentro de un paquete con SXSW, y solo por unos días). Por otro lado, al estrenarse por streaming y en abierto, ¿es posible que ya no acepten estas películas en las secciones oficiales de otros festivales?
-Un estreno online no deja de ser un estreno; es decir, “quema” la película, que automáticamente queda descartada para todos los festivales de Clase A, que son el mayor escaparate cinematográfico del mundo. Por eso es bastante improbable que haya premieres en el We Are One, ese festival digital que se anunció hace más de una semana en YouTube y en el que se han involucrado certámenes de primer nivel, pero que aún no ha anunciado su programación. Los acuerdos se cierran película a película, y depende de los responsables de cada una de ellas tomar la decisión de permitir los pases online o esperar a las salas. No es una decisión sencilla y depende de muchos factores. Incluso, al margen de los festivales, se están poniendo en marcha nuevas estrategias, como la de la distribuidora Avalon con Matthias & Maxime, el último film de Xavier Dolan, un cineasta de corte minoritario o especializado. Ante la imposibilidad de proyectar en cines, porque ya había comenzado el confinamiento, optaron por un estreno digital, y en apenas un fin de semana se convirtió en la película más vista de Dolan en España. De nuevo, creo que tuvo mucho que ver una excelente campaña de promoción que logró hacer del film un evento trendy (el postureo confinado casi “obligaba” a verla) y, sobre todo, el hecho de que todo el mundo estaba por fuerza metido en casa. Lo interesante en este caso es que Avalon, después de ese éxito, ha decidido que la película se estrene en los cines cuando vuelvan a abrir. Es decir, que no la da por agotada (o quemada) y apuesta por una segunda vida posterior en salas. Es una incógnita saber si funcionará o no en taquilla, pero creo que hace unos meses a nadie se le hubiera pasado por la cabeza llevar a los cines una película que había tenido ya difusión online. Las cosas están cambiando casi cada día, y nadie puede predecir el futuro en estos momentos.