La asignatura que tan popular se hizo y que tuvo su polémica por el contenido y temario de la misma hablaba de enseñanza en valores democráticos y constitucionales pero luego se preocupaba más por la diversidad y la relaciones personales que el conocimiento y respeto a la ley
Como en tantas otras ocasiones, las cosas no son buenas o malas per se y de manera integral, sino que dependen principalmente de cómo se desarrollan las ideas y sobre todo de la voluntad de sus impulsores para utilizarlas con una u otra intención. El gobierno del infausto Rodríguez Zapatero, aprobó hace once años el Real Decreto 1631/2006 donde se regulaba el contenido de la asignatura Educación para la Ciudadanía, que duró una década no exenta de polémica y críticas por diversos sectores de la sociedad española, pues el sesgo ideológico y las enseñanzas a niños de corta edad sobre temas como la diversidad o las relaciones interpersonales no parecían lo más apropiado a grandes capas de la población.
El asunto de sacar a debate esta asignatura, es porque sí que existen asuntos y temas que es necesario inculcar en los estudiantes desde la adolescencia, al margen de la orientación profesional que después elijan. De la misma forma que los padres se preocupan porque realicen actividades deportivas o musicales, o aprendan idiomas que les abran puertas y faciliten relaciones en un mundo globalizado e hiperconectado; también es importante enseñar que la democracia en la que varias generaciones han nacido, no ha sido un camino de rosas repleto de paz, amor y felicidad. Por desgracia cerca de mil españoles han muerto brutalmente asesinados a manos de ETA, el terrorismo lo hemos padecido en España y las generaciones nacidas a finales del siglo XX apenas lo conocen, sólo referencian al terrorismo yihadista por su actividad actual.
En esa línea, la Federación de Centros de Enseñanza –FECEVAL– junto a la Fundación Profesor Manuel Broseta, han puesto en marcha una iniciativa bajo el título ‘Educar para la convivencia, educar para la libertad’ donde víctimas del terrorismo y diferentes personas que conocen todo lo que supone este fenómeno, se desplazan a diferentes colegios a charlar con los estudiantes y explicarles una realidad olvidada; quizá porque la naturaleza humana elimina lo negativo, pero en los últimos tiempos algo edulcorada, entre las series que banalizan y trivializan el terrorismo etarra, las que mitifican o idealizan el narcoterrorismo y las películas humorísticas que lo ridiculizan, todo confluye en transmitir con cierta candidez una realidad que significa algo más.
La profesora de la Universidad del País Vasco Gotzone Mora, recordaba en una de estas jornadas como sigue accediendo al campus y jóvenes batasunos le “acompañan” insultándola e increpándole con frases como “vete a tu país española”. La realidad en las universidades vascas, y algunas otras de España, es atroz. Un ámbito que debería ser de análisis, crítica y reflexión pero también de educación, respeto y urbanidad, se convierte en una zona de acoso y amenaza al discrepante o simplemente al no activista en causas como el independentismo catalán (presente en las universidades valencianas) o el nacionalismo vasco.
Una verdadera Educación para la ciudadanía es la que se preocupe por explicar a través del mejor sistema de enseñanza posible –la transmisión oral de los que han vivido en primera persona una experiencia– la historia reciente de su país, de su pueblo, de sus ciudadanos y el valor de palabras como democracia, libertad, convivencia o pluralismo. Porque las generaciones llevan el piloto automático de vivir y disfrutar el presente como si todo viniera dado: la seguridad jurídica de un estado de derecho o las garantías democráticas que otorga la Constitución española. Y para que todo esto sea así, hay una cantidad de héroes reales, no de película ni teleserie, que han dado su vida, dejando viudas, huérfanos y amigos sin su presencia porque defendían esos valores que sustentan una sociedad civilizada. Porque es de justicia mantener vivo su legado y su recuerdo, pero sobre todo porque los jóvenes deben conocer el sacrificio de quienes nos precedieron.