Efecto levanta la mano

¿Eres tú el último que levantó la mano allá por los años 90? ¿Te miraban raro? ¿Eras considerado el empollón o el "tontito" de la clase? Por favor, entender "tontito" por aquella persona que le costaba comprender más las cosas o le gustaba entender lo que los demás no se atrevían a preguntar.

Pero en realidad solo querías comprender las cosas e interiorizarlas. Pues ahora solicitamos a los mandos intermedios, al personal base e incluso al equipo directivo que levanten la mano cuando algo no lo entienden. Pero llevan un chip grabado en su cerebro que impide el movimiento tan simple de estirar su antebrazo, extender la palma de su mano y decir: perdone, no lo he entendido. ¿Sería tan amable de repetirlo? Es un chip generado por la propia cultura, por la propia sociedad y que ha terminado con grandes talentos en era de conseguirlo, debido principalmente a la presión social que se ejercía sobre ellos y ellas.

Pues no nos engañemos, el sistema educativo en España ha hecho mucho daño durante muchos años a aquellas personas que querían saber más, que deseaban entender para comprender y así hacer las cosas de forma correcta e incluso casi perfecta, o simplemente no las querían hacer mal. Querían cubrir las expectativas que sobre ellos y ellas se habían depositado.

Durante años no era bien visto levantar la mano en clase, incluso en la universidad eras visto como un bicho raro, y si preguntabas con un ejemplo, ni te cuento de los susurros que se organizaban en el aula. Puedo dar fe, que en algunas universidades esto sigue ocurriendo.

Y en estos momentos donde la comprensión, el aporte de ideas, la diversidad, la cooperación, el compromiso, el trabajo en equipo es tan importante para las empresas, estamos pidiendo, incluso rogando que levantes la mano si tienes algo que aportar, si no te queda algo claro, si necesitas ayuda, pero los directores se quejan de que nadie levanta la mano. Pero ¿cómo la van a levantar, si durante muchos años hemos sido "castigados" por preguntar? ¡Ya está bien! Rompamos con las barreras de los estereotipos, de los prejuicios, y levantemos la mano sin vergüenza, con tenacidad, para hacer las preguntas que el resto de los compañeros y compañeras están pensando y por no sé qué, no terminan de preguntar.

¡Ya está bien! De pensar en qué debemos saberlo todo, qué debemos ser máquinas de la comprensión y desliguemos nuestras mentes de eso que durante años nos han obligado a hacer, y sintámonos libres de levantar la mano.

Yo levanto la mano.

José Enrique García es CEO de Equipo Humano