VALENCIA. El tanatorio municipal acogió este jueves el funeral de la senadora y alcaldesa de Valencia durante 24 años, Rita Barberá, quien falleció repentinamente de un infarto en un hotel de Madrid a primera hora del miércoles. Las circunstancias políticas que han envuelto la muerte de la histórica dirigente se respiraron durante toda la jornada: tristeza, cierto reproche y reflexión se desprendieron de las palabras de amigos, compañeros de partido o miembros de la sociedad civil que acudieron a mostrar cariño a la familia de Barberá y dar el último adiós a la emblemática dirigente popular.
Apenas 24 horas antes, los allegados a la exalcaldesa subrayaban la conveniencia de la ausencia de las instituciones públicas y partidos políticos en los actos fúnebres previstos. Un deseo del que se deslizaba el malestar por la presión mediática de los últimos meses sobre Barberá así como cierto resquemor respecto a la manera de actuar desde el PP respecto a la que ha sido una de sus referentes.
Por si existía alguna duda, el cuñado de la exalcaldesa, José María Corbín, se encargó de despejarla a su llegada al tanatorio en una de las primeras declaraciones de la mañana: "Rita ha muerto de pena y, en esa pena, la fundamental aportación la han tenido los suyos", a lo que añadió que políticos como Mariano Rajoy podían acudir "como amigos" pero "no como representantes políticos. Es el matiz", zanjó.
Con esta antesala, y al margen de las muestras de cariño de los numerosos asistentes y la emotividad propia de un velatorio, se dejaba entrever una división política entre los presentes y los ausentes. El mensaje, en resumidas cuentas, parecía indicar que al funeral de Rita no fuera quien no debía de ir. Y, al menos a grandes rasgos, es lo que ocurrió.
Así, pocos fueron los miembros de la dirección regional del PPCV que acudieron a despedirse de Barberá. La relación se había tensado hasta acabar en un ruptura en los últimos meses con el estallido del caso Taula y la imputación de la histórica dirigente en la causa: de hecho, la exalcaldesa había enviado varios mensajes de móvil a miembros de la cúpula quejándose por no verse defendida por la presidenta regional del partido, Isabel Bonig, y su equipo.
Un desmarque que también se llevó a cabo por los jóvenes vicesecretarios del PP nacional nombrados por Mariano Rajoy en junio de 2015. Así, Javier Maroto, Pablo Casado o Fernando Martínez Maíllo fueron algunos de los valores del nuevo PP que no se mostraron dispuestos a abanderar una defensa pública de Barberá ante las informaciones que se iban sucediendo. Precisamente, esta situación, que terminó con la baja del partido que se vio obligada a solicitar Barberá en septiembre, fue según su entorno lo que más apenó a la histórica dirigente popular.
Estos antecedentes explican que en el funeral de la exalcaldesa no estuviera presente Bonig ni tampoco otros cargos de su entorno, representantes del que algunos llaman el 'nuevo PP', como la coordinadora general, Eva Ortiz, los vicesecretarios generales Elena Bastidas y José Juan Zaplana, la responsable de Organización, Mari Carmen Contelles, el presidente de la gestora en Valencia, Luis Santamaría, el exvicepresidente del Consell y líder provincial de Alicante, José Císcar, o su homólogo en Castellón, Javier Moliner. Por supuesto, tampoco acudió ninguno de los jóvenes vicesecretarios de Génova.
En cambio, fue muy poblada la presencia de exdirigentes del PP, altos cargos en activo o ya retirados y, en general, todo tipo de figuras de la formación popular. Así, el presidente del Gobierno de España y líder nacional del partido, Mariano Rajoy, llegó acompañado por la ministra del Interior y secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal. A ambos se les podría achacar que finalmente dejaron caer a Barberá y, al mismo tiempo, podría decirse de ellos que fueron los que más la sostuvieron en la crisis abierta por el caso Taula.
Rajoy, a su entrada, manifestó: "Fue un enorme honor ser amigo de Barberá", aunque tuvo que escuchar en el vestíbulo el reproche de algún asistente próximo a la familia. "Tanto que os ha dado y cómo la habéis dejado caer, recaerá sobre tu conciencia", fueron las palabras de un allegado visiblemente emocionado. A su salida, tras presenciar la misa en cuarta fila dada la ausencia de protocolo, se escucharon aplausos y unos tímidos gritos de "presidente, presidente". Los críticos, aunque aislados, lanzaron algún mensaje con trasfondo refiriéndose a la "cobardía política" que, a su juicio, han tenido los responsables del partido a la hora de defender a Barberá: "¡Hay que ser del PP con mayúsculas y no con minúsculas!", profirió uno de los presentes al paso de Rajoy.
Además del presidente, también acudieron a dar el último adiós a Barberá la presidenta del Congreso, Ana Pastor, la ex presidenta de Aragón, Luisa Fernanda Rudi, la histórica diputada Celia Villalobos, los exministros José Manuel Soria y Ana Mato, el exdiputado nacional Ignacio Gil Lázaro o la senadora Susana Camarero.
La nómina de ex altos cargos también fue elevada, empezando por los ex presidentes de la Generalitat Francisco Camps y José Luis Olivas, así como consellers de legislaturas pasadas como Víctor Campos, Juan Cotino, Gerardo Camps, Alejandro Font de Mora, Alicia de Miguel, Manuel Cervera, Manuel Llombart o Asunción Sánchez Zaplana.
En cuanto al resto de la lista de compañeros de partido, buena parte de ellos ya inactivos, fue extensa: ex parlamentarios como José Marí Olano, Rafael Maluenda, Andrés Ballester o Andrea Fabra, estuvieron presentes en el homenaje, así como la ex alcaldesa de Alicante Sonia Castedo, el senador Agustín Almodóbar, la diputada María José Ferrer San Segundo o el ex alcalde de Gandía, Arturo Torró.
La dirección provincial del PP de Valencia, que últimamente se ha distanciado de Bonig, estuvo representada por su presidente, Vicente Betoret, y su número dos en el partido, Vicente Ferrer. Durante la mañana, también visitó a los familiares el presidente de la Diputación de Alicante, César Sánchez, uno de los pocos dirigentes del ala renovadora que se dejó ver, pidiendo además un tiempo de "reflexión" para preguntarse tras lo sucedido si en política "vale todo".
Nutrida fue también la presencia de concejales de Valencia y exediles. Así, buena parte de los actuales representantes en el Ayuntamiento y excolaboradores de Barberá, casi todos investigados por el presunto 'pitufeo' del caso Taula, se acercaron a dar el pésame. Fue el caso de Alfonso Novo, Alberto Mendoza, Maria Àngels Ramon Llin, Félix Crespo, Cristóbal Grau o el portavoz del grupo, Eusebio Monzó, además de asesores como el mediático Luis Salom. De la misma manera, tampoco fallaron exediles como Miquel Domínguez, Silvestre Senente, Mayrén Beneyto y Jorge Bellver, ahora diputado autonómico.
En cuanto a referentes de la sociedad civil, destacó la visita matinal del presidente de Mercadona, Juan Roig, quien afirmó: "Como valenciano es un día triste. Ha sido una gran alcaldesa, todos los seres humanos cometen errores pero para mi ha sido un orgullo como valenciano tenerla de alcaldesa 24 años". También se dejaron ver Jose Vicente Morata, presidente de la Cámara de Comercio, el presidente del Levante UD, Quico Catalán, el ex jugador del Valencia CF Amedeo Carboni o el expresidente del club, Jaume Ortí, además del cardenal Antonio Cañizares, quien reprobó la "traición" y "abandono" sufrido por Barberá en los últimos meses.
Precisamente fue Cañizares quien se encargó de oficiar la misa, que concluyó con un fuerte aplauso y varios "¡Viva Rita!". Ese fue el cierre de una jornada que evidenció una fractura hasta ahora latente entre las dos almas del PP. Ahora, la presión sobre la 'línea roja' establecida por Bonig respecto a las actuaciones con los imputados regresa hacia la líder regional como un bumerán a las puertas del congreso del PPCV que estaba dirigido a encumbrarla.