VALÈNCIA. El Ágora del Diseño ha pasado de ser el gran icono de la Capitalidad Mundial a un dolor de cabeza para sus gestores. Su traslado de la plaza del Ayuntamiento a La Marina, lugar donde se instalará de manera definitiva, se daba por hecho a finales de 2022, cuando València dejó de ostentar el título de Capitalidad. Sin embargo, su desmontaje se ha alargado en el tiempo más de lo previsto, una gran estructura metálica que ha desaparecido de la plaza apenas unas horas antes de que se dispare la primera mascletà del año. Este jueves por la mañana se retiraban los últimos elementos de la estructura metálica, lo que permitirá iniciar los festejos este domingo sin el Ágora ocupando la plaza, un objetivo que hace unos días no tenían tan claro en el Ayuntamiento, pues el propio contrato realizado para su retirada contemplaba una serie de normas en el caso de que tuviera que convivir con el periodo de disparos.
Si bien la estructura principal se ha retirado, lo cierto es que el consistorio no ha terminado todos los trabajos antes de Fallas, pues la base instalada sobre la que se levantó el Ágora se mantendrá durante las próximas semanas y, de hecho, será donde se plante la falla municipal, una base que se retirará previsiblemente cuando pasen los festejos y que permitirá volver a pasear sobre el pavimento propio de la plaza. Para la realización de los trabajos de desmontaje el Ayuntamiento ha destinado 42.285,94 euros (IVA incluido) en un contrato formalizado hace apenas unos días, un montante al que se suma otro de 17.000 euros que se destinará a adecuar el espacio de la base del Ágora, un nuevo contrato que fue objeto de crítica por parte de la oposición.
La cuestión económica ha sido uno de los principales focos en torno a la gestión del Ágora. El espacio fue levantado por la Capital Mundial del Diseño el pasado verano con el objetivo de acoger parte de su programación, una estructura que costó aproximadamente medio millón de euros, siendo financiada por La Marina, la Diputación y, principalmente, el Ayuntamiento de València, que aportó 300.000 euros del total, montante al que hay que sumar ahora los de desmontaje, pues hace una semanas la Capital donó el Ágora al Ayuntamiento. Esta aportación les valió un tirón de orejas de Intervención, que afeó en un informe emitido a final de año que el consistorio ampliara la subvención a la Capital, fijada inicialmente en 2,25 millones de euros. Sobre este montante también pusieron objeciones los auditores al considerar que se destinó sin un proyecto claro por parte de la Capitalidad.
La cuestión económica sobrevuela la gestión del Ágora pero, también, su futuro desde el punto de vista del contenido. Si bien se esperaba que la estructura viajara directamente a su destino final en La Marina, donde sería instalada de nuevo, esto no será así. El Ayuntamiento todavía no ha decidido ni anunciado su lugar de descanso definitivo, con lo que por lo pronto las piezas se almacenarán en La base, que hasta hace un tiempo funcionaba como centro cultural. Las dudas también giran en torno al contenido. Preguntados por este diario, sus gestores no concretan cuál será el objetivo del Ágora en esta segunda etapa, un proyecto que, más allá del contenedor, está por construir.
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