VALÈNCIA. Un musical sobre el drama de una pareja lésbica durante el franquismo. Un musical sobre las secuelas del tratamiento electroconvulsivo al que se sometió a una de ellas y un crimen que fue noticia en 1998 en las páginas de sucesos. Un musical, en suma, sobre la represión de aquellas sexualidades disidentes durante la dictadura y también hoy en día. La iniciativa de Àfrica Alonso Una luz tímida no fue de primeras abrazada por el público, pero ha terminado alzándose con el premio al mejor espectáculo de teatro musical de Barcelona.
“En el sector artístico hay cierto estigma respecto a este género, porque tradicionalmente se ha vinculado a historias más superficiales y americanizadas, así que a priori había cierta desconfianza hacia una obra sobre la memoria histórica articulada con canciones, pero después rompimos el tabú al mostrar que nos servíamos de la música para que los personajes pudieran expresar los sentimientos que no son capaces de verbalizar”, explica la dramaturga, letrista e intérprete del montaje, programado en el Teatre Talia del 22 de febrero al 5 de marzo.
A diferencia de los musicales convencionales, donde las conversaciones están musicalizadas, en esta obra de pequeño formato se intercalan para reforzar emociones o situaciones. En total, Akibsi ha compuesto junto a Andrea Puig de un total de 19 temas de indie pop entre canciones e interludios que la audiencia puede escuchar previamente a las funciones en una lista de Spotify.
Sobre el escenario, cuatro mujeres: las actrices Àfrica Alonso y Júlia Jové, la guitarrista Célia Varón y la violonchelista Marta Pons. “Como la pieza se montó de una forma muy colectiva, no tenía sentido romper esa comunidad creativa ocultando a las músicos o situándolas en un lateral. Tenían que formar parte de la escena y reflejar la experiencia que vive el público. Están tan dentro que viven la trama que se cuenta y la audiencia ve en sus rostros lo mismo que asoma a los suyos. Así no dejas que el espectador se escape y cierras el círculo”, explica.
La historia que desarrolla Una luz tímida es la de dos maestras valencianas llamadas Isabel y Carmen que se enamoraron durante la dictadura e impartieron clases de historia y literatura, respectivamente, en distintos pueblos de la provincia, como Manuel, Sant Joanet, Silla y Catarroja.
El título es una consigna en la pizarra antes de arrancar una clase y hace referencia, en palabras de la dramaturga, a que todas las historias se escriben con una luz tímida, “esas palabras escritas son una premonición de lo que va a pasar. Sobre el escenario se va a encender algo muy pequeño, apagable o obviable, la historia de Isabel y Carmen, pero cada vez que representamos este espectáculo, volvemos a recordarlas”.
Su noviazgo fue interrumpido por la intercesión de la familia de Carmen, que la internó en un psiquiátrico para someterla a terapia electroconvulsiva a fin de “curarla” de su supuesta enfermedad. El tratamiento forzado no es algo ajeno a nuestros días, donde voces reaccionarias siguen postulando las terapias de conversión para revertir la homosexualidad.
“El colectivo LGTBIQ+ sigue sufriendo interferencias de tipo médico, psicológico y religioso en su libertad sexual. Para provocar un trauma, no hace falta que haya una intervención clínica, si creces sintiendo que tu sexualidad es una realidad traumática y dolorosa es igualmente dañino”, compara Àfrica, que asume el papel de Isabel en el montaje dirigido por Marilia Samper.
La dramaturga explora las distintas etapas vitales de esta pareja en un contexto de prejuicios y opresiones en aquellos años oscuros de la historia de nuestro país.
El espectáculo se había concebido inicialmente para subir a más personajes sobre las tablas, pero la directora los fulminó, extremo que Alonso ahora agradece. “La historia se ha hecho grande a través de ellas, porque su intimidad es profundamente poderosa. En su relato puedes ver a los niños, a las madres y el fantasma de la familia de Isabel, pero sobre todo, su prisión a pesar de que nadie las encierra. Lo vives por cómo se quieren y sufren. Lo que les envuelve es limitante, pero tienen muchísima fuerza”, destaca.
Su trágica historia llamó la atención de la actriz una noche de insomnio en que intentaba conciliar el sueño leyendo un periódico en línea. En la sección de sucesos aparecía la noticia de un crimen sucedido en 1998. Los efectos secundarios de las corrientes eléctricas en Carmen habían llevado a las dos maestras al límite en la recta final de sus vidas, hasta que un día, Isabel dio muerte a su pareja y luego intentó acabar con su propia vida. El asesinato fue finalmente tipificado de asistencia al suicidio por la Audiencia Provincial de València.
Una luz tímida está basada en hechos reales, pero su autora se ha reapropiado de lo sucedido para limpiar su mirada y tomar a Carmen e Isabel como ejemplo de los dramas íntimos que otras mujeres han vivido.
Àfrica Alonso lleva meses documentándose en los escenarios reales de esta relación con el objetivo de llevar su historia a otros formatos. En este tiempo ha conseguido contactar con vecinos, compañeros de trabajo y alumnos en Manuel, Catarroja y Silla.
“Si la ficción ha puesto raramente el foco en la homosexualidad femenina es porque, en genera, la sexualidad de la mujer ha sido criminalizada y escondida. En ese sentido es más difícil hablar de lo invisible, tratar lo que no se ve. Por eso hay menos relatos. El lesbianismo en el arte es demasiado trágico, pero espero que la memoria histórica de las mujeres homosexuales también se explique a través de historias divertidas y felices”, comparte la escritora.