VALÈNCIA. Cada semana tiene su hecho peculiar que la caracteriza, en ocasiones hay que buscarlo y en otras simplemente sucede. No se conoce todos los días a un anticuario que vive a nueve mil quilómetros, y mucho más raro es que sea un apasionado admirador de nuestros artistas. Micah Christensen, hijo de anticuario, es joven (40 años), es de Utah (EEUU), concretamente de su capital, Salt Lake City, (un millón doscientos mil habitantes y el doble si contamos toda el área que la rodea llamada Wasatch Front). Un Estado del interior Este del país, cuya capital se halla a unas seis horas del Gran Cañón, en un vasto territorio plagado de parques nacionales. Micah es educado, de formación europea (doctor en historia del arte por la Universidad de Londres), y es difícil que su rostro no dibuje una sonrisa. Lleva la profesión en la sangre y es una persona dedicada al arte las 24 horas al día como comerciante y como estudioso. Mitad mormón (como el 50% de sus conciudadanos), mitad judío ashkenazy, regenta junto a su padre la galería de arte y antiguedades más importante de la ciudad del “Lago Salado”. Cuando entró en la mía pensé que era un turista despistado más, aunque mejor vestido (americana y pañuelo en el bolsillo, mocasines). Nada más lejos. Nota: nunca sabe uno qué hay tras la persona que entra en un negocio abierto al público y más si este se dedica a algo tan particular. Así que una recomendación que me autoimpongo es evitar prejuzgar: la primera impresión dice poco, y en ocasiones conduce a un estrepitoso error.
En un correcto español, ya que estuvo en Chile un tiempo, me contó que llevaba unos días en València junto a su familia y que aquí estaría hasta el día 30 de julio. ¿Su misión?, conocer de primera mano a los “grandes artistas valencianos del siglo XIX” y la Academia. Ese mismo día venía de estar en la Casa Museo Pinazo en Godella y de estar con su director, y ya había visitado la Casa-Museo Benlliure, el museo de Bellas Artes o el González Martí entre otros “lugares sagrados”.
Micah tiene una excelente formación: historiador del arte, realizó un importante curso en Shothebys Londres dedicado a la expertización de antigüedades (envidia sana), y su tesis doctoral la dedicó a la formación de los pintores españoles en el siglo XIX con especial estudio de las Academias donde se formaron estos (San Carlos, San Fernando etc), así como las leyes que permitieron a artistas sin recursos o huérfanos poder formarse, como fueron los casos de Pinazo y Sorolla, o los pensionados de la Diputación en Roma. Ahora, me contaba, tiene intención de escribir un libro sobre este último y aquella pléyade de artistas que tuvieron contacto con él, con el fin de distribuirlo en los Estados Unidos en donde nuestro artista es, todavía, poco conocido: no obstante “No es un libro únicamente sobre Sorolla, me dice”, pero es consciente de que es el artista que puede dar a conocer otros muchos pintores de su generación. En su galería, de forma regular, lleva a cabo lecturas sobre arte y tiene intención de volver a nuestro este otoño con un grupo de coleccionistas y aficionados de su ciudad natal. Micah tiene la intención de ir introduciendo poco a poco el arte de nuestro país, que entiende infravalorado respecto a otras escuelas, creando un sustrato de coleccionistas aprovechando que la capital de Utah vive un ciclo económico expansivo, al haberse convertido en un importante hub tecnológico.
Ha sido interesante intercambiar ideas con nuestro visitante ocasional. No hay duda de que su forma de contar transmite optimismo. Como suele ser habitual en estos casos, nos hemos propuesto mantener una relación más estrecha en un futuro. Antes de su vuelta hemos quedado esta semana para visitar la exposición de Julio Romero de Torres que se acaba de inaugurar en el Centro Cultural Bancaja y que recomiendo a priori. Como anécdota, a la vista de los conocimientos sobre el mundo artístico valenciano del XIX, y la especial predilección que sentía por Pinazo, le enseñe un pequeño dibujo que contiene una escena abocetada del interior de la Catedral de Valencia. Los ojos se le iluminaron y no dudó en preguntarme el precio y, seguidamente, adquirirlo pensando que su precio sería superior. Me pregunto si ese humilde dibujo será la primera obra de nuestro artista de Godella en Salt Lake City. En un watsapp al día siguiente me decía “¡todavía no puedo creer que sea propietario de un dibujo de Pinazo!”, lo cual me colmó de emoción. Un importante anticuario norteamericano fascinado con Pinazo…
Micah sabe que vive en terreno hostil en cuanto a historia, cultura y tradición: Salt Lake City es una ciudad rica pero joven, moderna y allí está todo por hacer. Nuestro protagonista no puede permitirse el lujo de cruzarse de brazos y esperar que lleguen los coleccionistas por mera inercia. Los norteamericanos para los negocios tienen una vertiente práctica de la que carecemos y lo tienen claro. Micah representa de alguna forma aquello que he pensado en muchas ocasiones: hay tener una actitud proactiva y una forma de ello es la educación y el fomento de aquello que quieres vender. A través de su propio canal de Youtube “Micah Christensen”, en el que perfectamente trajeado y siempre con su carácterístico pañuelo en el bolsillo de su americana y sus inconfundibles gafas de pasta, realiza lecturas sobre arte para el público que asiste en su galería y para los internautas que lo siguen por la red. Tiene una serie sobre maestros olvidados (Forgotten masters), otra serie sobre estilos y técnicas artísticas (Artistic Arsenals) y otro monográfico sobre grandes del arte (Tiepolo, Goya, Velázquez, Piranessi…).
Micah me contaba que en los últimos años ha percibido un incremento de interés y de visitas a su galería por parte de personas jóvenes. Comparto esa percepción que vengo observándola en el último año. Piensa que las nuevas generaciones están encontrando en el arte, en el mundo antiguo un espacio completamente diferente y alternativo al, cada vez menos sorprendente mundo virtual y tecnológico, del que estamos permanentemente rodeados. Pero también está convencido, y a esa causa me uno, de que la educación es fundamental para crear coleccionismo, para fomentar una comunidad de apasionados del arte que un día puedan dar el paso para comenzar la aventura. La duda por ignorancia retrae a la hora de introducirse en este mundo, por el riesgo que representa para el cliente, mientras que el conocimiento aporta una mayor seguridad lo que da lugar a una mayor decisión. Les aseguro que es mucho más gratificante tratar de convencer al cliente sobre la importancia, la calidad, y sobre las razones que harían mejorar su colección la adquisición de una obra, que cuando, ante la falta de conocimientos básicos, has de empezar por asegurarle que la pieza es antigua y que pertenece a tal o cual artista. El cliente que sabe sobre un tema más incluso que el vendedor es el mejor cliente. Es un completo error a parte de ser éticamente cuestionable pensar que cuanta más ignorancia de la gente es más fácil “seducirla” a la compra. Dicho todo esto, estoy convencido de que el sector del arte necesita mas Micah.