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MEMORIAS DE ANTICUARIO

El arte contemporáneo busca su lugar en terreno hostil

10/10/2021 - 

VALÈNCIA. Si salimos a la búsqueda del arte que hoy se está haciendo, podemos acudir a una exposición de un artista figurativo de trazas entre el impresionismo y la academia, y dos calles más allá la exposición, que no es de pintura nos muestra una instalación conceptual que trabaja con el video y con objet trouvé más o menos intervenidos por el autor. Continuamos nuestro recorrido por la abstracción geométrica de tipo escultórico, y pasamos sin solución de continuidad a una pintura de hechuras claramente Pop, estilo del que se vale el artista como vehículo para introducir una reflexión de carácter social o política. Nos adentramos en la siguiente exposición en una suerte de expresionismo abstracto más o menos feliz, fotografía intervenida, arte urbano y desde hace pocos años podemos añadir a este repertorio no cerrado la eclosión del arte digital hasta la primera obra basada en el blockchain. Conste que me he dejado en el tintero un buen número de técnicas y estilos que podrían sucederse en los tiempos del todo vale para lo bueno y lo malo. Definitivamente el artista ya no tiene que someterse de forma inconsciente a los dictados de una academia, corriente o incluso moda pasajera a la que subirse. Si lo quiere hacer es cosa suya. En consecuencia, hoy día el espectador no puede esperar nada ni tener una idea preconcebida sobre el formato de una exposición.

Hace unos días un colega de profesión me decía al respecto, que parece que vivamos en la época en la que se instauró el estilo Napoleón III (entre 1848 y 1870), debido a que coincidió con este gobernante francés romántico. Un espacio temporal en el que las artes parecían no encontrar ubicación, lo que se tradujo en una amalgama de estilos históricos incluso en una sola pieza, obra o edificio. Con todas las distancias parece difícil lograr definir donde nos hallamos. Como decía antes, en ese sentido se puede afirmar que el artista o el creador ahora sí que ha alcanzado de verdad la libertad, desembarazándose de las imposiciones estilísticas cada momento, de cualquier cosa que huela a academia y cada uno emprende el camino que entiende oportuno. En consecuencia, los historiadores no lo van a tener nada fácil para “contar” estas primeras décadas del siglo XXI si su intención es categorizar y definir cada periodo temporal en base al estilo predominante.

El Dumchampismo que no tiene visos de cesar un siglo después

Es un interrogante que me ronda. A veces queda expresado en voz alta junto a otras personas, sin obtener una respuesta especialmente clara. Me cuesta enormemente situarme respecto al arte contemporáneo en su conjunto y también definir cual es el tipo de conexión que tiene con la gente más allá de coleccionistas. Es decir, para que se me entienda mejor, intento valorar el arte que se está realizando en estos momentos e intento aventurar hacia donde va. No es una reflexión de barra de bar, pero tampoco me meto en la piel de un teórico o intelectual de la cuestión, y ni mucho menos adopto el papel de oráculo de nadie. En ocasiones me debato entre pensar si vivimos inmersos en un bendito o, al contrario, en un maldito caos que necesariamente ha de ir reordenarse “darwinistamente”. Quizás pueda ser el exceso de información de todo tipo lo que nos hace percibir todo como ese caos cuando en realidad no lo es, como el estudio de Francis Bacon que así lo percibíamos los que no trabajábamos en él. Realmente si me preguntan en qué consiste qué es aquello que se está haciendo ahora, no se responder. Si fuera historiador en el Nueva York de los 50 o en el París de las dos primeras décadas del siglo o en el Berlín de entreguerras, creo que podría definir más o menos las características del arte que estaba irrumpiendo en aquellos lugares. Pero quizás estemos en unos tiempos más que de arte, de artistas.

Feria ARCO

Y así estamos: en unos tiempos en que el arte anda intentando encontrarse a sí mismo, las noticias se debaten entre artistas que nos han dejado últimamente, el penúltimo Caravaggio hallado “vivo”, la primera obra de arte digital vendida en ARCO o  el sorprendente resultado de la prueba con inteligencia artificial que han aplicado a una obra propiedad de la National Gallery que se pensaba con todo convencimiento que era original de Rubens, y que la máquina el “Berenson” del siglo XXI ha dictaminado que en un 90% de posibilidades la obra no fue pintada por el artista de Amberes. Terremoto.  

La desaparición del genio

En los tiempos de la dispersión, de la discontinuidad, la velocidad, el genio hace mutis por el foro por mucho que este concepto lo empleemos de forma bastante personal. En el mejor de los casos no es que no existan esos gigantes, sino que, muy posiblemente, viven sepultados por el ruido de un magma informativo que emana de las pantallas, que tiene al hombre tan desconcertado e inseguro que no es capaz de separar el grano de la paja. Cierto que el de genio es un concepto difícil de objetivar. Las colecciones enciclopédicas de historia del arte que se venden, o mejor, se vendían en quioscos en forma de fascículos y que ahora aparecen en librerías de lance solían hacer, más que un uso, un abuso, del término y era habitual no sin cierta grandilocuencia hallar títulos como “Genios del de la pintura Impresionista” “Genios del Renacimiento”. Pareciera que toda época tiene sus genios… pero ¿y la nuestra? ¿se están generando en la actualidad las obras cuya importancia merecerá la pena viajar cientos de quilómetros?. La historia del arte se ha fabricado a golpe de rupturas o de cambios de dirección más o menos acusados pero, sinceramente no se si ahora estamos en el primero de los casos, en el segundo, o todavía andamos detenidos intentando averiguar hacia donde dirigirnos.

A lo largo del siglo XX, por acotar un periodo, se han ido sucediendo artistas y movimientos que estos han generado que han tenido la capacidad de explicar novedosamente los vericuetos del arte: el cubismo, el expresionismo centroeuropeo y la escuela de Nueva York o el expresionismo abstracto y de ahí la abstracción geométrica, el pop art, e incluso el postmodernismo… Cada uno de estos “ismos” podemos explicarlos según unas características inherentes. De hecho, una sala de un museo en la que se exhibe la obra de cada una de estas épocas reviste unas características plásticas fácilmente reconocibles y diferenciables del resto de salas, sin embargo los espacios que acogerán el arte de nuestro tiempo, si bien pulcras y ordenadas, se asemejarán conceptualmente al estudio de Francis Bacon, aunque cabe la posibilidad de que algunos puedan descubrir el orden donde parece que sólo hay caos.

Estudio de Francis Bacon

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