VALÈNCIA. A menudo nos encontramos con clientes que acuden a nosotros con un alto nivel de preocupación por encontrar la manera más óptima de transmitir su patrimonio a sus herederos. En la mayoría de los casos, y de forma bastante frecuente, esta preocupación se aborda cuando el patrimonio ya está construido y muy avanzado en el tiempo.
Actualmente vivimos en un entorno en el que existen amenazas que ponen en peligro nuestras heredades, haciendo parecer más vulnerables las viviendas, empresas o inversiones financieras que poseemos; peligros que se convierten en razones no financieras y que nos obligan a tener presente la importancia de trazar un plan sobre el futuro de nuestro patrimonio, como son, los inminentes cambios regulatorios, las circunstancias cambiantes en las familias y los cambios de destinos laborales, entre otros.
Además, y en alguna ocasión, hemos asistido a casos en los que la falta de liquidez ha obligado a la renuncia de una herencia por no tener capacidad para asumir los costes fiscales de la transmisión. Estas realidades ocurren por una falta de planificación.
Desde nuestro punto de vista, planificar no es hacer un simple testamento. Planificar es, además, sentar las bases y criterios sobre cómo construir un patrimonio, utilizar los métodos necesarios para preservarlo y conseguir transmitirlo a los herederos con una estructura impositiva lo más óptima posible y en cumplimiento de la legislación. Por todo ello, la planificación se convierte en un arte en el que lo estético se consigue a través de la mezcla entre una buena planificación fiscal, de la herencia y de la sucesión empresarial.
Así pues, y centrándonos en uno de los puntos que más nos ocupan a la hora de planear un patrimonio, es la estructura impositiva la que, en definitiva, definirá uno de los mayores costes; no solo a la hora de preservar el capital, sino además a la hora de transmitirlo. Definimos pues algunas ideas generales sobre posibles estructuras eficientes dentro de la planificación del patrimonio que siempre tendrán que ser adaptadas de forma personal, con el asesoramiento adecuado y dentro de las normas legislativas en cada caso:
Una vez analizado cada caso de forma personalizada, la planificación se convierte en un continuo proceso de revisión para mantener los objetivos ajustados a los cambios y corregir las desviaciones por nuevas circunstancias familiares o del entorno. Con el tiempo, para aquel que haya realizado y puesto en marcha una correcta planificación, la palabra patrimonio pierde sentido y se da cuenta que no hay mejor herencia que el legado, parte inmaterial de cada uno de nosotros, como individuos, compuesto por valores. Pero esto ya es entrar en aspectos metafísicos que prefiero tratar en otro artículo.
Les invito a reflexionar sobre si ya han iniciado la tarea de planificar la transmisión de su patrimonio y les insisto en que esta labor tiene que ser trabajada junto a expertos altamente cualificados con experiencia en este tipo de tareas y con un desarrollo en paralelo de cada una de las materias para conseguir la mayor eficiencia en el binomio financiero-fiscal.
Lourdes Martí es Asesor Patrimonial de AZNAR Patrimonio, registrada en la CNMV como Raúl Aznar González EAFI