Juan Carlos Molina 'Moli' es uno de esos artistas de los que no se plantea de antemano qué caminos seguir, simplemente los sigue
VALENCIA. No es mi principal dedicación y tampoco creo que tenga mucho mérito cuando me pongo con ello, pero en momentos muy concretos he ejercido como letrista de canciones. Es algo que sobre todo he hecho por placer y diversión, por explorar la posibilidad de escribir de otra manera, adaptándome a una métrica y a la música de gente muy concreta. Las últimas que escribí tienen casi ocho años y fueron para Spam, un grupo madrileño que pasó injustamente desapercibido. A Spam llegué por mi amistad con Juan Carlos Molina Moli, un artista que sigue aquella máxima de Rimbaud que decía que hay que ser absolutamente moderno todo el tiempo. Moli se dio a conocer a finales de los setenta en el ambiente musical madrileño como parte de la tribu mod y como tal quedó inmortalizado por la cámara de Miguel Trillo, testigo excepcional de muchas de las cosas que se urdieron en la calles de Madrid durante los ochenta y los noventa.
Lo primero que sorprende de él es su imagen. Moli posee un look impactante (perfectamente captado por la foto de Luz Momediano que ilustra el artículo) que solo refleja una parte de su personalidad. Es una persona amable y generosa que pronto fue consciente de que la estética podía ser la coraza tras la cual parapetarse. Nos conocimos en 1999, a través de otra insustituible amiga común, Loreto Antón, cuando él la ayudaba en su trabajo como jefa de prensa del sello independiente Pias. Nos hicimos amigos casi de inmediato, y eso que yo fui de los periodistas que, por ignorancia y prejuicios, ignoró el enorme éxito de Kadoc.
Aunque en algunos aspectos nuestros gustos musicales son de los más dispares (él detesta el funk y no puede ni ver a Prince; le encanta el rock sinfónico, en especial Yes, que a mí siempre me han producido urticaria), ejercimos como pareja de dj’s muy ocasionalmente, a principios de los dosmil, cuando lo de ser dj amateur –ese era mi caso, no el suyo– era el último grito. Hicimos un par de sesiones en el Ocho y Medio de Madrid –cuando la sala estaba en un local de Gran Vía que Zara se llevó por delante– bajo el nombre artístico de Ni Pincho Ni Corto Dj’s. Dada nuestra tendencia a ser invisibles incluso teniendo una determinada presencia en nuestros respectivos sectores profesionales, nos pareció un apodo de lo más apropiado.
Spam apenas tocaron en directo. Una de esas escasas actuaciones tuvo lugar en el Wah Wah de Valencia, cuando vinieron para promocionar su segundo álbum, Más Spam (2007). Con la llegada de dos vocalistas que también eran dos bestias escénicas, Ruth Uve y Fernando Epelde, el grupo había pasado a ser un cuarteto. Nacho Canut aportó una par de letras y yo escribí dos más, orgulloso también de compartir dicha tarea con uno de mis letristas favoritos en castellano. Acerca de mis aportaciones, comentar que una es perfectamente olvidable; de la otra, Más, me siento plenamente orgulloso.
Ya he dicho que no soy letrista y que hacer este tipo de cosas no siempre me ha salido tan bien como yo quisiera. Pero de las letras que escribí para Spam, tres de ellas me gustan como si las hubiese escrito otro. Y eso es algo que le debo a Moli y a Juan, pero especialmente a Moli, que confió en mis habilidades como juntaletras para ponerle palabras a algunos de los singles del grupo. Más –para la cual escribí también versión inglesa– fue elegida por una marca de preservativos como aspirante para ilustrar una campaña publicitaria. Dinero llovido del cielo por escribir sobre sexo, ¿qué más puedo pedir? En este caso, que el acuerdo hubiese cuajado, porque al final no fue así y no hubo ni más sexo ni dinero ni preservativos ni nada.
En la actualidad Moli ya no ejerce como músico. Tiene una web llamada Thvndermag y opera como ciberartista bajo el nombre de Thvnderkat. Una vez más le ha sacado ventaja al presente haciendo obras que hablan sobre éste desde una mirada futurista. Se mueve en el vasto océano de internet y eso significa que su obra es apreciada y compartida por artistas afines de otras partes del globo. La historia se repite de nuevo. Moli pertenece a esa especie de artistas a los que admiro y al tipo de personas a los que tengo la fortuna de contar entre mis amigos.