VALÈNCIA, (EFE). El balcón del Ayuntamiento de València, una añadido arquitectónico de menor interés patrimonial que el resto del emblemático edificio consistorial, se ha convertido en símbolo del cambio político y de la apertura de las instituciones en esta legislatura, y en un imparable y nuevo plató turístico de la ciudad.
Con reyes, príncipes, embajadores, presidentes y líderes nacionales e internacionales y premios Nobel entre sus ilustres visitantes, además de la familia fallera y los diferentes gobiernos municipales, el balcón más icónico de la ciudad ha superado en menos de dos años las 319.000 visitas de valencianos y turistas.
El balcón del Ayuntamiento es el epicentro gráfico por excelencia de las Fallas, desde donde las principales autoridades falleras y políticas siguen cada una de las mascletaes del mes de marzo, aunque también el lugar en el que se recibe a los Reyes Magos de Oriente, o desde donde se baja la Senyera el 9 d'Octubre, Día de la Comunitat.
Es lugar imprescindible en Nochevieja y ha visto cómo ofrecían títulos a sus seguidores equipos de fútbol como el Valencia CF o de baloncesto como el Ros Casares y el Valencia Basket, o celebraba su ascenso a Primera el Levante UD. Su atractivo es tal que incluso ha formado parte de una falla o escenas de diferentes monumentos falleros.
Una de las primeras decisiones de Joan Ribó (Compromís) al llegar al gobierno local tras casi un cuarto de siglo de dominio del PP fue abrir el consistorio a la ciudadanía, y entre sus estancias, un balcón que consideraban un coto privado y símbolo de los privilegios de una época pasada.
Aunque han de rendirse a la evidencia de que la exalcaldesa ya fallecida Rita Barberá impulsó la proyección internacional de este espacio, unido a sus imágenes saltando, riendo y aplaudiendo durante Fallas o con el ofrecimiento de títulos deportivos, no ha sido hasta su apertura cuando se ha convertido en el segundo enclave público más visitando, tras la Ciudad de las Artes y las Ciencias.
"La ciudadanía merece conocer sus propias instituciones y es importante que las puedan tocar, que las hagan suyas porque es una de las formas de fortalecer la democracia", señala Ribó, quien asumió que el cambio político en la ciudad "debería notarse en algo más que en un cambio de caras".
"El balcón se había convertido en un lugar casi mítico al que tan solo unos pocos privilegiados podían acceder, normalmente amigos del poder. La apertura a la ciudadanía rompía esos esquemas caducos, porque cambiábamos a los protagonistas: ahora, los verdaderos VIP son los vecinos de València", destaca.
De hecho, no solo puede visitarlo cualquier ciudadano y turista cada día de 8 a 15 horas sino que gracias a un sorteo, los vecinos han podido incluso ver las mascletaes desde tan emblemático lugar, como también los representantes de los cientos de fallas de la ciudad.
Con un aforo en el balcón de 295 personas (basado en un estudio técnico), su público empezó siendo de la propia ciudad y buscaba alimentar su emotividad; ahora son visitantes más heterogéneos y predomina el carácter cultural y turístico aunque todos persiguen ese selfi en un espacio entrañable, con una espectacular vista a la plaza del Ayuntamiento.
La fachada original del Ayuntamiento, diseño del arquitecto municipal Francisco Mora y realizada en 1909, no tenía balcón pero la mala imagen que daba durante el franquismo la estructura metálica usada para desfiles y paradas le llevó a proponer que se adosara al edificio esta balconada.
Aunque él no pudo verlo -murió en 1961-, su sucesor en el ayuntamiento, Luis Testor, utilizó sus dibujos para rematar en 1967 la visión actual del balcón, impulsado por el alcalde franquista Adolfo Rincón de Arellano.
El atractivo del balcón supera lo cultural y turístico pues ha despertado el interés de grupos musicales para grabar en él e incluso ha sido protagonista del programa Balcony TV, una iniciativa de ámbito internacional en la que cantantes y bandas interpretan sus canciones allí, con una entrevista con vistas a la ciudad.
Y si alguien se pregunta por qué durante las mascletaes está protegido por una malla enrejada, la respuesta está en el incidente donde un concejal perdió un ojo, precisamente, durante uno de los disparos falleros.