Hoy es 8 de octubre
FRÁNCFORT (EP). El Banco Central Europeo (BCE) estima que los mercados han malinterpretado el mensaje transmitido durante su última reunión de política monetaria, cuando el presidente del organismo, Mario Draghi, retiró de su estrategia la posibilidad de recurrir a nuevos instrumentos y estímulos extraordinarios para cumplir con el mandato de la institución, según afirman seis fuentes próximas al Consejo de Gobierno del BCE citadas por Reuters.
"Hemos retirado la referencia a usar todos los instrumentos a nuestra disposición para señalar que el carácter de urgencia ha desaparecido", explicó Draghi el pasado 9 de marzo, en la habitual rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Gobierno del BCE.
"El mensaje se ha 'sobreinterpretado'", ha indicado una de las fuentes, que aclara que la intención del instituto emisor era "comunicar que los 'riesgos de cola' se habían reducido", aunque los mercados lo interpretaron como "un paso" hacia la retirada de los estímulos monetarios -conocido como 'tapering'- tras los progresos realizados recientemente por la economía de zona euro.
En este línea se pronunció el pasado lunes el economista jefe y miembro de la cúpula directiva del BCE, Peter Praet, durante un acto en Madrid, cuando señaló que es pronto para hablar de una retirada de los estímulos monetarios.
"Es prematuro hablar de salir", precisó Praet, quien sí que reconoció que el BCE debe "prepararse para el futuro". "Estos tipos bajos no van a ser eternos", añadió antes de reiterar que todavía no es el momento de retirar los estímulos monetarios y normalizar la política monetaria.
Asimismo, otra de las fuentes consultadas por la agencia británica, incide en que un "pequeño cambio" en el vocabulario puede sacarse de contexto y reconoce que existe un "riesgo de comunicación" en los mensajes transmitidos por el BCE.
Las fuentes, además, reconocen una "inesperada fortaleza" de la economía subyacente, pero aseguran que es "difícil transmitir" un aspecto de este carácter a través de los comunicados sobre política monetaria en un momento en el que la inflación subyacente -aquella que no tiene en cuenta el impacto de los precios de la energía ni de los alimentos, los componentes más volátiles del IPC- no muestra signos de remontar.