VALÈNCIA. Estrenamos la estación más cálida del año y también, él último mes antes de que la ciudad cuelgue el cartel de cerrado por vacaciones, y base su ocio en huir a las segundas residencias, los viajes con precios inflados o las siestas interminables bajo el ventilador. En julio, la cantidad de propuestas, a veces saturante, baja, pero algunos polos culturales de la urbe despliegan su agenda.
Eva Pastor Serra del Departament de Cultura i Comunicació del Jardí Botànic de la Universitat de València, echa la vista atrás en el historial de la institución: “El Jardín es un espacio con quinientos años de historia en la ciudad, y más de doscientos en su ubicación actual, pero hasta después de su última restauración en los ochenta, cuando se abre al público definitivamente, no comienza a tener una agenda de actividades. La oferta cultural y divulgativa ha ido creciendo y desde los últimos veinte años tenemos un largo listado de exposiciones, conferencias, conciertos, cursos, talleres, etc. a los que asistir para disfrutar del Jardín de una forma diferente”. Para este verano, su equipo ha diseñado una nueva entrega de su actividad divulgativa más veraniega: Ciència a la fresca. “En ella, diferentes charlas científicas cortas se intercalan con música, mientras se puede tomar algo fresquito en una barra. Un concepto diferente de lo que puede ser una charla de divulgación”. Sons al Botànic, el ciclo musical al atardecer que comenzó en mayo con Anna Andreu, continúa en julio con Clara Peya presentando un proyecto que recorre su discografía adaptando temas ya publicados y descubriendo algunos inéditos. “La veremos sola frente al piano, jugando con las teclas y combinando pasajes instrumentales de un piano magnético con sintetizadores y bases electrónicas que generan una atmósfera única”, explican desde el jardín. “Durante el mes de agosto será el turno de la banda granadina Niños Mutantes, que nos presentará su nuevo trabajo Cuchillos y Diamantes. Un disco que se define como una luz al final del túnel, como un abrazo de las qué abrigan y reparan almas dañadas, empezando por las suyas, para que empiezan a sanar”.
¿La sociedad conoce que un jardín botánico —al menos este— es más que un contenedor de plantas? “Todos los Jardines Botánicos son más que un espacio ajardinado para disfrutar de las plantas, para ostentar esta etiqueta tienen que desarrollar también tareas de investigación, conservación o educación ambiental. Toda nuestra tarea está enfocada a que el público descubra el verdadero papel de los Botánicos y los distingan y valoren por encima de su evidente belleza y atractivo”, recuerda Eva. Dar con usos expandidos de las instituciones públicas es una tendencia que Lis legitima y frena su infrautilización —pensemos en Palau Electrònic, Serialparc o BED del CCCC—. ¿Se pueden replicar estos modelos en el Jardí Botànic? “Es complicado. Llevamos años colaborando con la Universitat de València en su ciclo de conciertos de música clásica y nuestro ciclo de música indie Sons al Botànic tiene muy buena acogida entre el público. Pero, aunque es cierto que el Jardín es un espacio perfecto para este tipo de actividades, los recursos de los que disponemos no son ilimitados por lo que nuestra prioridad son las propuestas relacionadas con las plantas, la naturaleza, el medio ambiente y la ciencia en general”.
Si bien el jardín no puede incrementar sus propuestas musicales, sí que puede darnos la llave para un ocio más contemplativo y diurno. Un espacio de recogimiento y refugio climático sin caer en el aire acondicionado: “El Jardín Botánico, junto a los otros jardines de la Asociación Iberomacaronésica de Jardines Botánicos, firmaron antes de la pandemia un acuerdo para adherirse a la Alianza contra el Cambio Climático y la Declaración de Melbourne. En él los Jardines se comprometen a reconocer que el cambio climático afectará a sus colecciones vivas, afrontar su impacto en ellas y en el paisaje, identificar sus efectos y proponer acciones, y desarrollar protocolos para adaptar las colecciones y mitigar sus efectos. Esto en cuanto a las plantas, el elemento primordial en un Jardín Botánico, pero además, desarrollamos y acogemos numerosas actividades relacionadas con el cambio climático que se pueden consultar en nuestra web, relacionamos cada una de nuestras actividades y artículos de la revista espores.org con un ODS, y como centro de trabajo tenemos el objetivo de desarrollar un plan para ser lo más sostenibles y climáticamente neutros posible, lo cual es bastante urgente”. En línea a esto, el centro aprovecha sus actividades para concienciar a través de formatos clásicos, como cursos formales, charlas o vídeos divulgativos o propuestas expositivas, eventos literarios y visitas guiadas. “Queremos ser un espacio que suma aprendizaje y reflexión en cada una de las experiencias que ofrece”.
Durante un paseo matutino entre semana es frecuente ver grupos de escolares serpenteando entre las plantas. La función didáctica es una de las ramas. “Nuestro Gabinete de Didáctica atiende a miles de escolares durante el curso de todos los niveles, usando el Jardín como herramienta didáctica para reforzar su aprendizaje. Además, este mismo año se ha presentado en el Botánico la nueva Cátedra de Cultura Científica para la Emergencia Climática (Cátedra CCC), con ella se pretende profundizar en el conocimiento y la comprensión del cambio climático y alinear las medidas que hemos de adoptar a nivel individual y colectivo, promoviendo sobre todo la educación fuera del aula y trabajando con el profesorado en activo”.