Rossy de Palma: “Me siento más artista que actriz… y un poco picaflor”
Rossy de Palma: “Me siento más artista que actriz… y un poco picaflor”
VALÈNCIA. Anna Bolena, la ópera de Donizetti que se ha representado durante octubre en Les Arts, es un drama de desamor y crueldad que acaba con la decapitación de la reina consorte. La Bohème, que se podrá ver a partir del 9 de diciembre, sigue la vida de unos jóvenes artistas parisinos, que lloran, en el último acto, la muerte de Mimí tras una angustiosa enfermedad. Entre una y otra, una luz que contiene millones de colores ocupará la Sala Principal. Se trata de El cantor de México, de Francis López, una comedia luminosa, la primera opereta que se representa en la historia de Les Arts.
El género análogo a la zarzuela española entra por la puerta grande, con un éxito, devuelto a la escena por Emilio Sagi y Óliver Díaz en París en 2006, y que, tras haberse repuesto en Madrid y Lausanne, recala en València con la intención de provocar al público lo mismo que en otras ciudades: “es un parque de atracciones”, “una fantasía”, “puro entretenimiento”, según describían sus propios responsables en la rueda de prensa de presentación en Les Arts.
Sin duda, ingredientes para desengrasar los tiene: Rossy de Palma y José Luis Sola a los mandos de un elenco que despliega todas las dotes posibles sobre el escenario: música, baile, comedia… La composición de Francis López, francés de origen vasco, viaja no solo por el mundo, sino también por los territorios musicales: desde el musical hollywoodiense, hasta el bolero, desde el jazz hasta el mambo, desde la música tradicional vasca hasta los bailes latinos. Una “parque de atracciones” —repetía Nuria Castejón, que además de encargarse de la coreografía, dirige la reposición— que también se traslada al propio cuerpo de baile.
El Cor de la Generalitat y la Orquesta de la Comunitat Valenciana demostrarán, a partir de este 4 de noviembre, su naturaleza camaleónica. Tanto Díaz como Castejón han dado por supuesto la inmensa calidad de las dos formaciones, y por tanto, el éxito de la obra. Por su parte, Rossy de Palma ha sido taxativa, al afirmar que “no puedo decir que no a esto”: “con la agenda que tengo, venir, ensayar… He hecho un gran esfuerzo, pero es que me parece una obra maravillosa”.
José Luis Sola, en el papel de Vicente Etxebar, ha de cubrir la sombra de Luis Mariano, el mítico tenor para el que Francis López escribió la opereta y cuya excelencia vocal ha marcado la historia de la obra. El libreto y las partituras han cambiado desde aquel estreno en los 50, Oliver “las ha mejorado” —opina Sola—; las coreografías también partieron de cero para aquel nuevo montaje de 2006. Castejón confiesa que, de hecho, “ha cambiado mucho desde su estreno en París porque los bailarines de allí no tenían tanta sangre. He mejorado los pasos para hacerlos más espectaculares”.
Y, cómo no, la personalidad deslumbrante de Rossy de Palma, diva “ya hecha”; dicen el resto de la rueda de prensa que lo único que ha de hacer es “ser insoportable” como dicta su personaje, Eva Marshall. Será ella la que, junto a Etxebar, intenten dar vida a la película maldita. La comedia alocada pasa por un sinfín de gags que decoran números musicales y coreografías muy complejas. 15 figurantes, 12 bailarines y en todo momento, si no se baila, se actúa. El escenario nunca está vacío y hay hasta ocho transformaciones de escenografía. “No me da tiempo ni a ir al pequeño camerino a cambiarme, porque todo está sucediendo en escena”, explica Sola.
Vestuario y escenografía también forman parte de la paleta de colores de la opereta. La “falla” que preside el escenario, una adaptación más pequeña a la que se hizo en París, fue realizada, cómo no, por Odeón. Las flores, los sombreros mexicanos, la estética kitsch… Todo suma, nada sobra.
El Cantor de México busca, así, ser el título más popular y asumible de la temporada. Tiene todas las de serlo, y el camino que abrió Iglesias Noriega, director artístico de Les Arts, con la zarzuela busca precisamente marcar ese camino: “los prejuicios son para derribarlos”. Y con una obra como esta, más fácil aún.
Para saber más
Rossy de Palma: “Me siento más artista que actriz… y un poco picaflor”
El programa incluye el exigente ‘Concierto para piano’ de Ravel y su imprescindible ‘La Valse’ junto con el poema sinfónico ‘Le Chasseur maudit’ de Franck