VALÈNCIA. Están cansados. Muchos de los principales representantes vecinales del histórico Barri del Carme de València están también indignados con el Ayuntamiento, con el Govern de la Nau. Un malestar que se agrava por la supuesta afinidad y se convierte directamente en decepción. “El Ayuntamiento no controla el barrio porque no controla, no sanciona… Hay un completo desgobierno”, explica un portavoz de Amics del Carme.
Los motivos del malestar son varios. El primero de ellos, la no aplicación de la regulación que le corresponde como Zona Acústicamente Saturada. El desinterés del consistorio, dicen, se puede ver en el hecho de que el Ayuntamiento ha sido incapaz hasta la fecha de dar un listado actualizado de los locales a los que les afecta la medida. No saben sobre quién tienen que aplicarla. Así consta en un escrito presentado ante el Consell de Transparència de la Comunitat Valenciana este mismo lunes en el que los vecinos critican que la única información que han recibido del Ayuntamiento “se trata de una relación incompleta, insuficiente y en muchos casos obsoleta”.
En primer lugar, porque se relacionan únicamente 55 calles o plazas, cuando la declaración de ZAS señala 151 como afectadas. Entre las calles y plazas que fueron olvidadas en la relación municipal se hallan algunas tan relevantes como Pintor Fillol, Fueros, Mesón de Morella, Danzas, Virgen de la Misericordia, Dr. Collado o Estamañería Vieja, todas reseñadas en la resolución de declaración de ZAS. Y más madera; la relación es incompleta respecto de las calles que sí se citan, pues en algunos casos no se mencionan todos los locales.
Yendo al detalle, en la documentación municipal, facilitada por el concejal Carlos Galiana, los datos sobre los comercios son igualmente incompletos dado que no se incluyen datos tan relevantes como la fecha de apertura, la ocupación de la vía pública, si disponen de estudio de impacto ambiental o si están activos. La guinda es que el listado de locales del consistorio es obsoleto y evidencia, dicen los vecinos, “la inexistencia de tutela administrativa efectiva”. “Hemos identificado al menos 39 locales que estaban más de un año sin actividad”, dicen en el escrito.
Desde el Ayuntamiento de València minimizaron estos errores y aseguraron que lo realmente importante es que la ZAS está delimitada, es un espacio geográfico concreto y que es sobre ese sobre el que se tiene que actuar. Pero en los representantes vecinales consultados molesta esa aparente indolencia del Ayuntamiento con la hostelería. “Hay alarma porque cada vez hay más indisciplina. La sensación que tenemos es de desgobierno”, insistían. Y apuntaban: “Deberían habernos dado un listado detallado, concreto, y no una lista que parece hecha para callarnos la boca y marear”.
Un malestar que se ha incrementado con la revolución Grezzi. Los cambios de circulación realizados por el concejal de Movilidad Sostenible, encaminados a reordenar el tráfico de vehículos y sacar del barrio los llamados trayectos oportunistas está siendo “un desastre”, según explicaba una vecina, o “un caos”, tal y como comentaba un comerciante de la zona. Y es que, aunque sobre el papel la medida contaba con el beneplácito de los vecinos, su aplicación está siendo cualquier cosa menos armoniosa.
Así, desde Amics del Carme han destacado graves errores en la aplicación del plan Grezzi, como la no identificación de los vehículos residentes con la autorización para circular por Ciutat Vella que, con la colocación de cámaras de vigilancia, aseguraría la eliminación del tráfico oportunista. “Los bucles diseñados por el Servicio de Movilidad no son una solución ni compartida ni aceptada por varias asociaciones de vecinos. Obligar a todos los vecinos de una zona a efectuar un recorrido por ciertas calles para llegar al aparcamiento y salir de él, sólo hace que causar más molestias de circulación, pérdida de tiempo y ruido continuado en calles que no están diseñados para absorber tanta carga de tráfico motorizado”, dicen desde esta entidad. Para Amics del Carme, “dificultar la movilidad de los vecinos para disuadir a los visitantes no es una medida positiva para Ciutat Vella”. Y sentencian: “los bucles empeoran la calidad de vida de los residentes”.
A ello hay que unir, dicen, que no se hayan aplicado medidas como cerrar el tráfico a sólo taxis ocupados, una mayor limitación del horario de carga y descarga, la no puesta en marcha de control de cámaras, o que se no hayan reurbanizado las calles a la nueva coyuntura.