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desaparece tras más de un siglo

El Círculo de Bellas Artes entra en concurso de acreedores y queda en el aire el futuro de su colección

10/01/2020 - 

VALÈNCIA. Poco a poco el rastro de lo que un día fue el Círculo de Bellas Artes de València va desapareciendo. La histórica entidad cultural, que anunció su desaparición el pasado año ahogada por las deudas, ha entrado en concurso de acreedores voluntario, dictado el pasado 18 de diciembre por el juez del Juzgado de lo Mercantil número 4 de Valencia. Así pues, el juzgado ha decretado la suspensión de las facultades de la entidad, designando como administración concursal a la entidad jurídica Abogados A.I.P., S.L., representada por Francisco Guillem Bargues, tal y como refleja el Boletín Oficial del Estado del 9 de enero. Con esto, se da carpetazo formal al presente del Círculo y se judicializa el futuro próximo cuando cumple exactamente un año desde que sus gestores, tal y como avanzó este diario, desvelaran que tenían una deuda de 1,8 millones de euros con la Generalitat a la que no podrían hacer frente.  

“He hecho lo que me corresponde como responsable para que todo se solucione. Ahora ya no depende de mí”, explica a este diario el hasta ahora presidente de la entidad cultural valenciana, Gerardo Stübing. “Era inviable pagar la deuda, esta era la única solución”, añade. Así, Stübing deja de estar vinculado a una entidad que, tal y como dijo en numerosas ocasiones, quiso limpiar, llegando a calificar de “desastrosa” la gestión anterior a su llegada. Y es precisamente este el origen del conflicto. En julio de 2016 la entidad vendía su histórica sede, un palacio gótico situado en la calle Cadirers, al Grupo de Idiomas Enforex-Don Quijote, una operación realizada para hacer frente a las deudas. Sin embargo, había truco. Años atrás la conselleria de Cultura había subvencionado obras para la rehabilitación y equipamiento del inmueble, una ayuda que estaba condicionada a que una posible venta debería estar autorizada por la administración autonómica. Y no lo fue. 

Su final era la crónica de una muerte anunciada. Tras distintas reuniones y negociaciones con la administración, el debate se hizo público el pasado mes de febrero, cuando la Universitat de València acogió un encuentro para hablar del presente y futuro de la entidad con sus representantes así como los gestores públicos, que pusieron negro sobre blanco la situación. "Estamos abiertos a buscar soluciones, pero son difíciles”, expresó el entonces secretario autonómico de Cultura, Albert Girona. “La relación que tenemos es con un deudor. El Círculo de Bellas Artes es un deudor de la Generalitat y la Generalitat tiene que cobrar ese dinero, estamos obligados a eso y a pedir responsabilidades. Esa es la situación actual […] Lo que nos preocupa son los fondos, evidentemente. Estamos todos juntos en que no desaparezca la asociación. Pero repito, como gestor público, a mi me parece necesario que una entidad que ha tenido ayudas públicas tiene que hacer autocrítica”. En similares términos habló la directora general de Cultura y Patrimonio, Carmen Amoraga, quien defendió que se habían limitado a “cumplir las leyes autonómicas y estatales”.

Vicent Marzà y Carmen Amoraga.

En su alocución, Gerardo Stübing, también quiso arrojar algo de luz sobre el futuro de la colección: “El patrimonio acabará en el museo de Bellas Artes, sea de una manera u otra”. Sin embargo, esto era más bien un deseo que un anuncio. Si la entidad, efectivamente, presentó la colección como opción de pago a la administración pública esto nunca se llegó a efectuar, con lo que, actualmente, el futuro de la colección es incierto y está sujeto a la consiguiente resolución judicial. En este sentido, preguntados por este diario, desde la conselleria de Cultura se aclara que en “ningún momento” la Generalitat aceptó que la colección del Círculo de Bellas Artes pasara al Museu de Belles Arts de València y que no hay “ningún convenio firmado al respecto por ahora”. Por lo pronto, los fondos descansan -”en buenas condiciones”, especifica Stübing, en un depósito municipal, a la espera de conocer su futuro. 

El Círculo de Bellas Artes de Valencia se creó en 1893 con el objetivo principal de dinamizar la vida cultural y artística de la ciudad, tiempo en el que ha amasado una colección que cuenta con aproximadamente 200 obras de pintura, escultura, dibujo y grabado, principalmente de autores valencianos como Joaquín Sorolla, Ignacio Pinazo, Santiago Rusiñol o Mariano Benlliure. Con el concurso de acreedores se abren nuevas preguntas pero también se cierra el Círculo y su capítulo más reciente, marcado por un intento de renacimiento que no llegó a buen puerto. Si la venta de su sede fue el principio del conflicto con la Generalitat, este no fue la bala que gastaron. Fue en septiembre de 2017 cuando abrió las puertas de su nueva sede, en la calle Maldonado, en la que se presentaban con una entidad renovada y “limpia” de deudas pasadas, aunque ya anunciaban la necesidad de incrementar el número de socios para no entrar en déficit, para lo que sus impulsores habían ideado un plan de actividades que renovara no solo la sede sino también la posición del Círculo en el tejido artístico de la ciudad. 

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