VALÈNCIA. Es muy probable que, recientemente, hayan leído más noticias sobre el Consell Valencià de Cultura (CVC) en la sección de política que en las cabeceras culturales. El tira y afloja entre los grupos parlamentarios para la renovación del órgano y el amarre entre sus filas de Consuelo Ciscar y Vicente Farnós –la primera, investigada por presuntas irregularidades en su gestión del IVAM; el segundo, en el marco del caso Gürtel- han sido clave en el presente del considerado principal organismo consultivo en materia cultural de la Comunitat. Con la renovación de la composición del CVC prevista para su trámite el próximo 4 y 5 de julio, el CVC celebró ayer un pleno ordinario que sabía a despedida. No solo de una gran parte de los miembros, sino también de la etapa más oscura del mismo (a diferencia de lo que piensan sus integrantes). A pesar de que en no pocas ocasiones se ha hablado de una situación insostenible, con la ley en la mano se ha mantenido hasta el obligado –aunque tardío- cambio de caras. Casi siete años sin renovación; algo inédito desde su origen.
Salen Ciscar y Farnós, aunque tampoco repetirán Glòria Marcos, Sole Giménez o Enrique García, entre otros. Lo cierto es que la renovación mayoritaria (14 de 21) en la composición del organismo no es ninguna sorpresa, debido al cambio –no tan nuevo- en Les Corts con respecto a la última vez que se acometieron modificaciones en la misma y la conocida como Ley de Paridad. Estos dos factores han sido clave, generando una especie de ‘efecto cremallera’ que ha dejado atrás a algunos de los nombres vinculados al Consell. Si bien desde la conselleria de Cultura son cautos por lo que respecta a la nueva composición -"desde la Generalitat no se valora los miembros que integran el CVC, sino que se respeta la decisión de Les Corts"- lo cierto es que se intuye el inicio de una nueva etapa por lo que respecta no solo a la interlocución con el gobierno sino, también, con el resto de instituciones con las que trabaja desde hace años.
En la prolija memoria que cada año acompaña al ejercicio del Consell Valencia de Cultura se mide su presencia en los medios de comunicación. Siete puntos entre los cuales no se incluye la ingente cantidad de ocasiones en los que sus siglas han figurado en titulares y cuerpos de texto, en noticias radiofónicas o espacios televisivos por la presencia de dos de sus miembros: Consuelo Císcar y Vicent Farnós. Y no precisamente para bien, sino para recordar que los dos investigados por la Justicia –casos de corrupción en proceso IVAM y Gürtel– continuaban siendo asesores de la Generalitat oficialmente...
Lo son todavía, hasta que Les Corts apruebe el nombramiento de los nuevos miembros y este quede reflejado tanto en el Boletín Oficial de Les Corts como el Diari Oficial de la Generalitat Valenciana. Entonces, su relación con el CVC habrá cesado. Más allá de que en distintos momentos los representantes políticos les pidieran que abandonaran el órgano (incluidos los del Partido Popular, grupo que les propuso para el órgano), lo cierto es que su presencia ha acaparado impacto mediático… y seguramente, desgaste por este motivo.
La exdirectora del IVAM y el exdirector de Castelló Cultural respondieron con la negativa a su salida del órgano. Lo hicieron ante sus compañeros más críticos (como Glòria Marcos, también saliente) e incluso a su presidente, Santiago Grisolía, que les pidió en distintas ocasiones que no afectarán con su presencia al órgano. No sucedió. Y no solo eso: nada ha cambiado en los estatutos del órgano para que esta situación no se vuelva a repetir ya que, una vez elegidos, los miembros solo deben abandonar el cargo en caso de ser condenados. Un supuesto que, en ninguno de los dos casos, ha acontecido.
Por ese motivo la gran renovación de caras supone una especie de regeneración casi completa del CVC. Antes del actual periodo, cada tres años había un primer ‘saneamiento’ de caras. Sin embargo, en este último periodo, al pairo del ciclo electoral, la formación saliente lleva casi siete años trabajando de manera conjunta. A partir de la reformulación de su alineación titular, 14 miembros serán de nuevo cuño y siete repetirán en su asiento. Entre ellos, tanto el presidente Grisolía como el secretario, Jesús Huguet.
Huguet es la cara más visible de la relación administrativa de un CVC que, según sus consideraciones a Valencia Plaza, “ha sido, desde el punto de vista doctrinal, el periodo más rico de trabajo”. El secretario del CVC pone en valor su participación en las etapas previas de la Ley de Mecenazgo, en su crítica al cierre de Radiotelevisió Valenciana, en señalar la crisis del cambio de paradigma cultural y científico y en lo referente a su apertura a nuevas sensibilidades.
Tres son esas sensibilidades que destacan como nuevas temáticas para el CVC. Los incendios –fuentes del CVC aseguran a este diario que es algo que “obsesiona” a Grisolía y que es su principal motivador–, la violencia escolar y de género y la gastronomía. ¿Pero han influido estos informes? ¿Quién los ha solicitado y hasta dónde ha llegado su influencia?
El análisis es complejo y dispar, pero lo cierto a partir de las cifras consolidadas es que desde que se iniciara la actual década el CVC ha dejado de recibir encargos de informes tal y como sucedía en años anteriores. Cabe recordar que hasta finales de los 90 el CVC apenas hacía informes para instituciones que no fueran la propia Conselleria de Cultura o Presidència de la Generalitat. Fue el propio Grisolía el que abrió el órgano a demanda del resto de consellerias, pero también diputaciones y ayuntamientos. Se vivió un boom y ahora hay cierta contracción.
En el año 2016 el 80% de los informes del CVC se realizaron a petición propia. En el último ejercicio con datos cerrados, el de 2017 y cuya memoria fue presentada hace apenas unas semanas, la tasa ha mejorado hasta el 57% de externos. Aun así, las voces más críticas con el CVC aseguran que es un dato que evidencia la falta de peso e influencia del órgano. Es decir, que buena parte de sus trabajos surgen de la inquietud propia y no como herramienta para instituciones. Huguet justifica esa caída en que “muchas de las instituciones que durante años han necesitado que analizásemos si su patrimonio tenía que ser BIC o cuestiones que estaban por resolver ya han tenido ese informe correspondiente”.
De alguna manera, es un cambio de paradigma y de tiempos. Pero el secretario pone en valor que, por ejemplo con el caso de los incendios, “incluso la ONU ha recogido una figura parecida a la del terrorismo contra la naturaleza por esta causa que nosotros ya teníamos en nuestros informes”. Aun así, los informes sobre conjuntos históricos y bienes inmuebles singulares o sobre política cultural ocupan la mitad del total de trabajos impulsados por el CVC.
El vicepresidente del CVC, Ricardo Bellveser, tampoco formará parte de la nueva composición del órgano estatutario valenciano. No por falta de voluntad, sino por el ya mencionado efecto cremallera. Igualmente, tras más de 25 años en el órgano, se siente “satisfecho” y entiende perfectamente que es positivo “un cambio”. No obstante, no puede ser más crítico con la Conselleria de Educación, Investigación, Cultura y Deporte cuando se le pregunta por la pérdida de representatividad del CVC en distintos órganos. Han perdido la silla en los consejos rectores del Consejo Asesor de Bibliotecas, del Institut Valencià de la Música o el de la Cinematografia (ahora integrados en el IVC): “es del todo incomprensible”.
Bellveser asegura que esta pérdida de influencia y decisión directa en estos espacios no habla bien “de los distintos consellers de Cultura que ha habido. Les vendría bien tener más respeto por el CVC”. No lo toma como algo personal, sino que enfoca que “el CVC existe y tiene sentido siempre y cuando se le dé uso y a su favor tiene un arma: la altísima autoridad moral”. Ni siquiera ha formado parte de las propuestas en el nuevo patronato del Palau de Les Arts o de su órgano asesor y este tipo de ausencias en instituciones culturales son “espacios que, obviamente, costará recuperar”. El propio Bellveser formó parte del Consejo Rector del IVAM durante años y es consciente de lo que genera esa presencia y representación.
Igualmente, como Huguet, saca pecho y pone en valor los informes del CVC. En su caso, como responsable del área de Legado que trabaja los informes para declarar los Bienes de Interés Cultural (presenta cinco nuevos en cuestión de días) “casi todos los informes son por petición externa. En otras áreas, como ciencia, es mucho más difícil y hay que entender que la naturaleza es que se propongan desde dentro”.
Aunque la comparativa entre informes deja fuera espacios de representación, desde la conselleria de Cultura se especifica que en los últimos años el CVC ha ganado participación en los "espacios clave de determinación y trabajo conjunto de acciones encaminadas a potenciar la cultura de nuestro territorio". Así, desde la administración destacan que como novedad -todavía no incluida en la memoria del órgano- el CVC cuenta con representación en el Patronato de Les Arts a través de Ramón Roselló, además de en distintas comisiones de la mesa de la cultura. También forman parte de la comisión de valoración para la selección de capital cultural o del Consorci de Museus, este último se mantiene en distintos años.
Uno de los puntos de tensión entre el CVC y la Generalitat durante la presente legislatura por lo que respecta a espacios de representatividad fue el desarrollo de la Ley del IVAM. Y no solo porque Ciscar participara en tanto que miembro del órgano consultivo de la confección de la misma. El anteproyecto de la misma hacía una mención al Consell, eso sí, para solicitar su informe sobre la norma, tal y como se hizo con el Consell Jurídic Consultiu. El ‘olvido’ no pasó desapercibido por parte del órgano, que calificó de “injustificada” su exclusión en la estructura del museo. Esta situación se enmendó con la Ley del IVAM definitiva, que cambió por lo que respecta a la composición, incluyendo en el consejo rector tres vocales designados por la Presidencia del IVAM y un miembro en el consejo asesor a propuesta del CVC.
También el plan estratégico Fes Cultura, la hoja de ruta del conseller Vicent Marzà, fue uno de los puntos rojos en la relación entre unos y otros. Desde el CVC expresaron su "preocupación" por que no se hubiera contado con ellos para la confección, aunque sí lo hicieron con dos de sus componentes (Ricardo Bellveser y Ana Noguera) pero a título personal. A este respecto, desde Cultura inciden en que el propio documento del plan menciona en el tercer párrafo al órgano: "El Plan Estratégico Cultural Valenciano Fes Cultura no solo mira el ámbito internacional, también está basado en la larga trayectoria de investigación que se ha realizado desde las universidades valencianas en las últimas décadas, en diferentes campos disciplinarios y relacionados con lapolítica cultural, así como las propuestas del Consell Valencià de Cultura", reza el texto.
Así, desde la conselleria se explicita que desde el gobierno autonómico "siempre se ha considerado e implicado al CVC en todo lo relacionado con esta área [Cultura] como órgano consultivo e independiente que es". Según la memoria de actividad de 2017, otras de las instituciones en las que el CVC ha estado representado es la comisión consultiva de evaluación y seguimiento de la protección y conservación del patrimonio arbóreo; la comisión técnica para la valoración de retirada de vestigios relativos a la Guerra Civil y la dictadura; el consejo asesor de la fundación para la Investigación del Hospital Clínico de València (INCLIVA); o en la Fundació Comunitat Valenciana-Regió Europea.
Bellveser pone en valor la independencia política del órgano con respecto a los partidos y el legado de las últimas décadas: “se pueden poner muchos ejemplos, pero la Acadèmia Valenciana de la Llengua nace a partir de un informe nuestro; el legado audiovisual y la protección que inmediatamente exigimos con el cierre de RTVV, como nos han agradecido los documentales que ahora forman parte de À Punt, fue cosa nuestra; desaprovechar y desoír a los nombres que pasan por este grupo asesor no tiene el menor sentido”.
No obstante, Bellveser –que prefiere no pronunciarse sobre lo vivido en torno a los casos de los investigados por casos de corrupción que formaban parte del CVC– asegura que “en caso hipotético de que una situación similar sucediera, volveríamos a estar en la misma situación. Y lo importante es que evidencia que es un reglamento defectuoso. Por eso, creo que sí es de relevancia decirle al nuevo grupo que entra que una de sus tareas más evidente es rehacer un reglament completamente anticuado. Con un lenguaje que está pasado de moda y, sobre todo, que debe ser renovado por el bien de la institución”.
Más allá del reglamento –propio de su fundación en 1985–, al nuevo grupo propuesto solo le pone un pero, “que la música deja de tener representación. Y teníamos cubierto todo: el jazz (Ximo Tebar), clásica (Enrique García Asensio) y pop (Sole Giménez”. Tampoco habrá periodistas, con su salida y la Francisco Pérez Puche.
Una vez puesto en marcha el plan estratégico Fes Cultura, el Consell Valencià de Cultura tiene que convivir en la actualidad con distintos órganos de nueva creación generados para facilitar la interlocución con la Conselleria de Educació, Investigació, Cultura i Esports con los sectores culturales. Si bien, especifican desde la conselleria, el objetivo es que estos distintos espacios de diálogo “convivan” y no se sustituyan los unos a los otros. “Cada una tiene una razón de ser que suma, no excluye”. En cualquier caso, la creación de espacios como el Observatorio de la Cultura o la Mesa de la Cultura Valenciana (Mecuv) diversifica de una manera evidente los espacios de conexión con la realidad cultural autonómica. Por un lado, el Observatorio nace como un “sistema de generación, recopilación y distribución de información relativa a los sectores culturales y creativos valencianos”, una marca paraguas con la que se pretende aunar todos aquellos estudios relacionados con hábitos culturales, balances del plan ‘Fes Cultura’, estudios sobre progresión cultural en diferentes sectores y campos desde la óptica de los resultados autonómicos.
Se preveía que la presentación y creación de este observatorio se dieran durante el primer semestre de este año, en el marco de la Mecuv, tal y como se anunció en el último Seminari de Govern, estando todavía pendiente. En el caso de la mesa de la cultura, creada hace algo más de un año, desde conselleria la definen como el “espacio de participación y diálogo del Consell con los sectores culturales y creativos valencianos, a partir del que se determinarán los procedimientos para hacer aportaciones a las normativas y nuevas bases que elaborará la administración de la Generalitat”. Dividido en diferentes comisiones temáticas (como se hace con el propio CVC), lo cierto es que sí cuenta con la representación de distintos miembros del Consell en las seis mesas de participación, entre otros agentes culturales. Fue en mayo de 2017 cuando se reunió por primera y única vez en su totalidad la mesa de la cultura, momento en el que se organizaron las distintas comisiones. De los seis participantes en la misma procedentes del CVC, solo dos continuarán en el mismo, Ana Noguera (participante de la comisión de libros, Archivos y Bibliotecas) y Ramón Roselló (miembros de la comisión de artes escénicas), con lo que habrá que renovar cuatro caras.