ALICANTE. El coreógrafo alicantino Iván Pérez Avilés es, desde 2018, director artístico del Dance Theatre Heidelberg (Alemania), compañía con doce intérpretes de diversas nacionalidades con la que, por primera vez desde su marcha, hace ya más de dos décadas, regresa a su tierra natal para representar un proyecto propio de tal envergadura. “Es, de alguna manera, una llegada para presentar a esta escala mi trabajo”, describe el creador de Silk, seda en inglés, una producción que utiliza este preciado tejido como canal para generar un diálogo con el cuerpo y el género. Una obra que se representará el 30 de abril en el Teatro Principal de Alicante, enmarcada en la nueva edición del festival Abril en Danza.
En Silk se atraviesan todos los procesos que se requieren para dar forma a un tejido tan valioso como la seda. Desde la larva del gusano, hasta su eclosión para convertirse en mariposa generando ese capullo de hilaturas que se procesan para convertirse posteriormente en una segunda piel del ser humano. La evolución y creación de un producto con el que después se comercia generando relaciones entre individuos, incluso atravesando sociedades, naciones y civilizaciones. “Este proceso de transformación de la seda es para mí paralelo al de cómo nos convertimos en sociedad, es decir, cómo encontramos nuestra identidad, tanto como individuo como colectivo”, describe el artista.
Esa metamorfosis eclosiona en un conjunto de conceptos metafóricos de los que se vale Iván Pérez para hablar del género, pero difuminando las fronteras entre lo masculino y lo femenino. Un mensaje que coincide con el que transmite el diseñador de moda Alejandro Palomo, creador de la firma Palomo Spain. “Trabajamos juntos en 2018, en el Ballet de la Ópera de París, donde hicimos la obra The male dancer, que cuestionaba el rol de lo masculino en el escenario; quise trabajar por segunda vez con él para ahondar en ese trabajo mutuo al borde de las convenciones del género de forma subversiva”, explica el coreógrafo.

- Iván Pérez Avilés (Alicante, 1983)
Después de aquella primera representación enfocada en lo masculino, quiso hacer una nueva obra yendo más allá del género con personajes a los que tanto el bailarín como el diseñador denominan “seres o entidades”. Es decir, personas que realmente no tienen género específico o a las que no se les puede atribuir unas características de género. “Cada uno tiene su propia personalidad, su propia identidad, que se representa con estas vestimentas”, describe el autor, que buscó de nuevo esta colaboración para el diseño del vestuario, convirtiendo la obra en una producción interdisciplinar con hasta doce diseños diferentes.
Así, cada uno de un color, los cuerpos se entrelazan con la iluminación y los movimientos, llegando a un punto en el que es difícil entender quién es quién y, también, de qué género son. Ahí, en esa confusión, está la idea de la obra, en una especie de ambigüedad o ambivalencia. “Larvas, cuerpos, que están entrelazándose como algo abstracto, pero construyendo un tejido y formándose como sociedad; relacionándose desde ahí, desde el ser como individuo, sin cuestionar nada más allá”, define el creador alicantino.
La seda que abraza la historia y el movimiento
“La danza es movimiento y la seda es uno de los tejidos más preciados, con una historia muy fuerte”, describe Iván Pérez, que une conceptos estableciendo sentidos. Para ello se remonta a la emblemática e histórica Ruta de la Seda, aquella red de trayectos comerciales terrestres y marítimas que conectaba China con Asia Central, el Medio Oriente y Europa, especialmente desde el siglo II a. C. hasta el siglo XV d.C. para vender seda, originariamente, y después otros bienes de mercado. “Fue un material tan valorado que aún hoy sigue siendo reconocido como una de las telas más codiciadas, con más elegancia y más refinadas”, explica el artista, que encuentra en ese elemento el hilo conductor entre la moda y la danza, “porque también es una tela que invita al movimiento, que abraza el movimiento”, justifica. He ahí, por tanto, el punto de encuentro entre danza, movimiento y moda.
Con todo, al hacer su investigación, el artista vio, además, en ese elemento histórico, una relación con la formación de la civilización, “porque no solo era una ruta de comercio, sino también de encuentro entre culturas y de desarrollos de culturas; formó parte también del desarrollo de civilizaciones”, afirma. Algo que conectaba con el aspecto de sociedad que el autor quería reflejar, mientras que, por otro lado, cuando la larva se convierte en mariposa, esa transformación aborda la identidad como individuo. “Me pareció que se unían así varios hilos narrativos, además del concepto de belleza, ya que, en el escenario, a nivel visual, la seda da muchísimo juego”, explica.

- 'Silk', de Iván Pérez Avilés
Con la música del chileno Miguel Ángel de Paredes
Durante los primeros cuarenta minutos de representación, los doce bailarines lucen monos semi transparentes mientras desarrollan un proceso de transformación con el que adquieren su identidad, asumiéndola a través de diseños sedosos de diversos colores, los cuales ponen en movimiento acompasándose con la música de compositor chileno Miguelángel Clerc Parada. “Realizó un estudio de sonido inmersivo haciendo que la música surja desde los movimientos de los bailarines, pero también se inspira en las máquinas que crean la seda, que tienen un sonido muy rítmico, entrando así en esa idea de producción; él nos crea ese mundo, primero interno y luego externo, con todo ese proceso de transformación”, concluye Iván Pérez.