MADRID, (EP). El divorcio de los padres aumenta el riesgo de trastornos en el estado de salud físico y psicoemocional de los hijos, según ha puesto de manifiesto un trabajo realizado por un equipo de investigadores de las universidades de Santiago de Compostela y Vigo.
"No es la ruptura de la pareja la que conlleva efectos negativos para el estado de salud de los hijos e hijas, sino la gestión inadecuada por parte de los progenitores, como señala la literatura científica y constatan nuestros datos", ha explicado la coautora del trabajo e investigadora en la Universidad de Santiago de Compostela (USC), María Dolores Seijo Martínez.
En concreto, según recoge la plataforma Sinc, los investigadores planificaron un estudio transversal de familias con parejas unidas y divorciadas en el que participaron 467 niños, niñas y adolescentes, de entre dos y 18 años. De esta forma, comprobaron que aquellos cuyos padres se habían separado tenían el doble de probabilidades de desarrollar problemas gastrointestinales, genitourinarios, dermatológicos y neurológicos que los de familias nucleares.
Por otra parte, los autores no han observado que la exposición a un divorcio medie en el desarrollo de problemas respiratorios, cardiovasculares, musculoesqueléticos, alérgicos, auditivos o visuales.
"La mala gestión implica niveles de conflicto interparental muy elevados, lo que hace muy difícil mantener una adecuada relación. La exposición prolongada de los niños y niñas a estas situaciones familiares suele generar en ellos estrés tóxico", ha señalado la investigadora, quien ha avisado de que estas situaciones conllevan una activación extrema y continuada en el tiempo de las respuestas del cuerpo al estrés, que son las principales causantes de estas alteraciones físicas.
Precisamente, un estudio de 2012 de la American Academy of Pediatrics mostró que no es únicamente la adversidad la que predice desajustes y patrones de salud desadaptativos en estos niños, sino la ausencia de relaciones adecuadas que puedan ofrecer protección y apoyo y que favorezcan el ajuste y la adaptación de los hijos.
"Para reducir estas consecuencias es necesario apoyar a las familias. El papel de los profesionales que se encuentran en contacto directo con los menores -como el personal de atención primaria o el de centros escolares- es muy importante en la reducción del estrés tóxico ya que pueden diseñar e implementar nuevas intervenciones dirigidas a la protección y a la prevención", ha zanjado la experta.