VALÈNCIA. La Comunitat Valenciana está de enhorabuena. Después de cuatro años y medio de apagón, esta semana regresaba por fin la televisión pública valenciana con sus objetivos claros: espíritu vertebrador, fomento y normalización de la lengua, oferta de contenidos de proximidad, búsqueda de la pluralidad informativa, y una más que esperada recuperación de una industria fuertemente golpeada.
Como la declaración de intenciones viene en el libro de instrucciones, y lo que necesitan ahora mismo sus profesionales es algo de tiempo y rodaje, en este artículo quiero aportar un análisis sobre la vertiente más tecnológica que claramente ha sido relegada a un segundo plano: el entorno digital. Una pata de la nueva corporación a la que le queda muchísimo camino por recorrer y no debería quedarse atrás, porque pone en peligro un proyecto que presume de ser, según se dijo en su estreno, “la nueva plataforma informativa multimedia que está entre las técnicamente más avanzadas del mercado” (sic).
Móvil y bajo demanda: 'Everywhere', 'everytime'…
En último su informe anual (Ericsson ConsumerLab; 2017), la compañía Ericsson pronosticaba que en 2020 la mitad del contenido de televisión sería móvil y bajo demanda. La consultora internacional Nielsen aseguró prácticamente lo mismo en marzo del 2016 en un informe sobre hábitos de consumo audiovisual en España, al asegurar que ese año “cerca de la mitad de espectadores consume contenido a la carta”.
En consecuencia, con el fin de que el espectador televisivo digital valenciano pueda visionar sus programas favoritos desde su móvil o su tablet, tal y como marca la tendencia “móvil”, es absolutamente necesario desarrollar una app, tal y como han integrado en el mercado las principales televisiones estatales y autonómicas (Mitele (Mediaset), Atresplayer (Atresmedia), RTVE.es o TV3). Sería deseable que la televisión “técnicamente más avanzada”, como es À Punt, estuviera a la altura del resto.
Las aplicaciones para dispositivos móviles ofrecen un aliciente extra, que a bien seguro le encantaría a cualquier departamento de marketing. Las apps contienen sistemas de alertas push configurables para que los usuarios recuerden que tienen pendiente algún visionado a la carta. Por tanto, cada vez que dicha app sube un contenido nuevo, y siempre y cuando el usuario lo autorice en su instalación, la pantalla del móvil o tablet se iluminará para mostrar un aviso. Se trabaja así por el objetivo de sumar espectadores, cuantos más valencianos internautas mejor.
La app, la amiga de los niños
Si nos centrásemos además en el espectador infantil, cabe resaltar casos de éxito, como Clan de RTVE, que destaca en todos los estudios del sector por ser precisamente la app más descargada de la corporación de RTVE. Porque el contenido infantil es consumido mínimamente vía web. Los menores de la casa acceden principalmente a sus contenidos favoritos gracias a la app instalada en los móviles, tablets o Smart TVs del hogar.
La nueva televisión pública valenciana, que demuestra una gran apuesta por el contenido infantil en cuanto a producción de contenidos, tiene en estos momentos relegados dichos productos estrella a un menú de la interfaz en la web que además requiere varios pasos o clics. Y, como ya saben los analistas web, cuántos más clics, mayor fuga de visitas. Lo verdaderamente preocupante es que solo se ofrezcan estos contenidos vía web, lo que resulta terriblemente precario a estas alturas de innovación digital. Cualquier niño de 8 años se reiría en nuestra cara. “¿Dónde está mi tablet?”, nos espetarían enfadados (frase que escucharán en cualquier destino de verano del territorio).
Bajo demanda, la oferta para los rezagados
El segundo aspecto crucial es el visionado on demand (o a la carta). La web, cuyo objetivo principal debe ser el visionado de contenido, debe ofrecerlo, o bien en directo (o streaming), o bien, e igual de importante, vía a la carta. Si comprobamos las webs de otras televisiones estatales y autonómicas, públicas y privadas, el ‘a la carta’ destaca en el diseño al mismo nivel de importancia, incluso más, que bajo la vía del ‘directo’. Sin embargo, en la web de Á Punt, el botón ‘a la carta’ no existe. Solo a golpe de cuatro clics se pude encontrar el contenido.
“En el momento en el que la audiencia televisiva descubrió que podía utilizar internet como forma de acceso a sus programas favoritos, sintiéndose los protagonistas y los dueños de los tiempos, las páginas web de las televisiones se convirtieron en uno de los aliados principales de las propias cadenas”, explica el sociólogo zaragozano y experto en usabilidad (UX) Daniel Torres Burriel, autor también de libros como Usabilidad. Deja de sufrir. “Contar con las últimas noticias, tener a mano los programas favoritos, poder compartir los contenidos más virales, son algunos de los aliados de las páginas web para con sus respectivos canales”, explica.
Cuando le pregunto a Torres Burriel sobre casos de éxito, nos habla de tres webs punteras de televisiones: “La web de IFC es un gran ejemplo que combina a la perfección los elementos visuales, siempre atractivos y sugerentes, con una arquitectura de la información absolutamente orientada al contenido consumible por los usuarios en función de su libre elección. Además, cuenta con un diseño absolutamente orientado a la movilidad”. Dos pájaros de un tiro. El experto, y maestro de diversas generaciones de técnicos en usabilidad, nos ofrece un segundo caso: “El canal AMC pone toda la carne en el asador de los contenidos. Sin ningún complejo, ofrece un diseño que va directo al deseo de los usuarios que quieren consumir contenidos bajo demanda”. Al igual que en el caso de Showtime, que “apuesta toda la jugada por los contenidos”.
Cuando le pido una reflexión sobre cómo orientar el diseño de una web de televisión, Torres Burriel no tiene ninguna duda: “La orientación a contenidos debería ser la guía y la referencia del diseño, tanto desde una perspectiva visual, desde una perspectiva conceptual y estructural. Las personas vemos la televisión, y si un producto digital nos ayuda a acceder a ese contenido, estaremos contribuyendo al primer objetivo: ver la televisión. Si queremos informarnos, probablemente acudiremos a otros canales, pero si lo que deseamos es consumo televisivo, la orientación a contenidos me parece un objetivo irrenunciable desde la perspectiva del diseño de experiencia de usuario”.
Video, video y más video
No voy a pararme en exceso en otros detalles que suspenden en el testeo, como que cuando se teclea Trau la llengua en su buscador, este no es capaz de encontrar el programa, para qué sirve registrarse (¿para votar en las próximas elecciones?), o con qué objetivo se ha creado el canal de Youtube, si no se está explotando todavía.
Únicamente voy a detenerme para destacar la importancia del vídeo integrado en cualquier página de noticias, o si lo miramos desde la perspectiva contraria, de las páginas de noticias publicadas en la web, que en vez de ser, como son ahora, texto y foto, contengan una pieza de vídeo, cuando dicho vídeo existe, ya que ha formado parte, por ejemplo, de los reportajes emitidos en informativos. ¿El objetivo? Invadir Google y las redes sociales con noticias de Á Punt atractivas (y el vídeo lo es), mejorar así su SEO, y cobrar mayor notoriedad. Es decir, estar en todas partes. En formato largo y en corto.
En las redacciones web de cualquier televisión esta tarea de despiece se realiza con un decalaje de 30 minutos, como mucho, de manera que es un permanente chorreo de links de noticias con clips de video, tanto en redes sociales como de cara a la indexación en Google, y tanto provenientes de informativos, como de entretenimiento o ficción. Desde lo más crucial, a lo más anecdótico. Y con un corte simple. Se trata de inundar internet.
Mencionaba el Catedrático de Periodismo y Comunicación Josep Lluís Gómez Mompa, el día del estreno de À Punt, la importancia de la figura del redactor transmedia en la nueva televisión. Cuando bajamos desde la teoría a la práctica, comprobamos que queda camino por recorrer.
El contenido bajo demanda aporta audiencia
Otros problemas, de más fácil solución, se constatan en las redes sociales, al comprobar que pocas cuentas oficiales comparten, durante la emisión, la url para poder engancharse al visionado en directo, o para ver el programa a la carta con una url amigable. Esto último debe plasmarse con una diferencia de tiempo prudencial, dado que la curva de consumo bajo demanda demuestra que su mayor consumo es el más cercano al del directo (horas después, hasta 24 horas después, y de ahí hasta 7 días después).
Cifras de consumo que, si conociéramos también para el caso de À Punt, porque esta incluyera un sistema de medición de audiencias, otro tema peliagudo a tratar en el siguiente punto, demostraría que, como está ocurriendo en las grandes series de producción estatal, se logra aumentar hasta un 17% más de audiencia que se suma a la audiencia de televisión lineal. Sobre todo en el caso de las series, líderes en este tipo de consumo.
Sirva de ejemplo el estreno de la serie La catedral del mar. La miniserie de Rodolf Sirera para Antena 3, acumuló 3.859.000 telespectadores vía televisión lineal (o tradicional) y siete días después sumaba 691.000 espectadores más gracias a las plataformas de vídeo bajo demanda (a la carta), a la presencia en televisiones por IP, y a las Smart TVs. ¿Por qué dejamos pasar este tren?
La importancia de medir y analizar
La medición y análisis posterior de la web es otra de las armas más potentes que la web de À Punt puede explotar al máximo. Según Felipe Maggi, analista Web en Metriplica (con clientes como Camper, Seat, o plataformas bajo demanda como Waki) afincado en València, “los datos que pueda ofrecer la web pueden ser una excelente muestra de lo que realmente se consume en televisión, ayudando a mejorar la programación ofrecida y los índices de audiencia”.
Maggi ofrece algunas ideas: “Por ejemplo, es posible saber si la visita se ha realizado un móvil o con un ordenador de sobremesa. Pero si además podemos cruzar contenidos reproducidos con dispositivos, podríamos encontrar patrones de consumo según el dispositivo de acceso. Y con esa información sería posible personalizar la experiencia según dicho dispositivo, y ofrecer así a los usuarios accesos directos a aquellos contenidos que más se consumen”. Una vía fascinante de prueba, análisis y mejora en constante evolución, como demuestran webs tan punteras como Netflix.
Sin audiencias, no hay auditoría. Servicio público al libre albedrío
De vuelta al entorno tradicional, resulta sorprendente comprobar que la nueva televisión no tenga contratado el sistema de medición con Kantar Media para que los valencianos puedan conocer los resultados de audiencias sobre la inversión que se está realizando, además de para tener una herramienta eficaz para entrar en el mercado de venta de paquetes publicitarios, y sobre todo, para conocer minuto a minuto los momentos de mayor o menos éxito y tratar de ajustarlos en la parrilla. Bien pensado, si no hay medición de audiencia, este lunes no hemos tenido titulares tibios. No hemos sabido si cosechó un 1% de audiencia o un 40%. De manera que así, a seguir viviendo.