El genio firmó el diseño de la falla de El Foc en 1954, monumento duramente criticado por su carácter experimental
VALENCIA. No son pocas las colaboraciones que cada año hacen las fallas con artistas extraños a la fiesta. Arquitectos, ilustradores o diseñadores coquetean con la escuela valenciana y han participado, en mayor o menor medida, de la creación de monumentos únicos en su especie. Poco reivindicada es la falla que, hace algo más de sesenta años, apretó las tuercas de la fiesta josefina. Fue el propio Salvador Dalí quien protagonizó el primer gran debate entre tradicionales y experimentales.
El genio del surrealismo firmó el boceto de la comisión El Foc en el año 1954, una falla fuera de concurso para la que quiso interpretar desde su particular punto de vista una corrida de toros. No sin pocas dificultades pudo ponerse en pie una falla que materializaba los sueños del artista catalán, ideas que tuvo que convertir en realidad el escultor Octavio Vicent, haciendo frente a numerosos problemas técnicos. Un verdadero cuadro hecho ninot.
Bajo el inequívoco lema ‘Corrida de toros surrealista’, el monumento representaba los festejos taurinos “según la propia y personal visión del artista, con el tema del helicóptero, de la fiera y de la mariposa”, según se describía en el NO-DO. Los medios de comunicación locales reflejaron las duras críticas que se vertieron contra el monumento, que supuso una ruptura formal y conceptual con respecto a lo que históricamente se venía plantando por parte de artistas falleros y comisiones.
Por un precio de 50.000 pesetas, Dalí hizo la de artista fallero, un ‘fichaje’ estrella que tenía dos objetivos: la creación de un monumento innovador y, por otra parte, la promoción de las Fallas en otras ciudades del país e, incluso, el mundo. En poco ha cambiado el panorama 60 años después, con las Fallas a punto de ser catalogadas como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco y una decidida campaña desde la administración pública por comunicar la fiesta a nivel global.
Duramente criticada, la mediática falla se convirtió en el centro de todas las conversaciones, llegando a ensombrecer la victoria de la ganadora de ese año en la sección Especial, Plaza del mercado, con un monumento firmado por Regino Mas. Sin falla municipal, la ‘Corrida de toros surrealista’ se plantó en la propia plaza del Ayuntamiento, llamada plaza del Caudillo en época franquista, logrando detener ante sus figuras a propios y extraños.
Sueño hecho realidad gracias al abultado bolsillo de la comisión de El Foc, una plantá que una enorme plaza de toros de cuyos muros salían y entraba el público, en una escena que rozaba el horror frente a la actitud de victoria que mostraba el torero, con alas de mariposa. Sobre este, un miura que sobrevolaba la escena enganchado a un ser alado mitad bestia mitad máquina. A la versión final se sumó un enorme busto del genio que no aparecía en el boceto original.
Su impacto, dentro y fuera de España, la convirtió en una de los monumentos para el recuerdo, un 'experimento' que hoy se ha normalizado con el aumento de colaboraciones entre comisiones y artistas de diferentes sectores. Mucho camino queda por recorrer, pues siguen siendo relegadas al concurso de I+E (innovadoras y experimentales). "¿Eso es una falla?", un debate todavía vigente. Aunque la de Dalí, cómo no podía ser de otra manera, sucumbió al poder de las llamas, la maqueta ha sido expuesta recientemente en el Reial Cercle Artístic de Barcelona.