El fútbol femenino es un ejemplo a seguir para el deporte y la sociedad. También para las personas que trabajamos sobre la base de la igualdad de oportunidades como gestores de la Administración pública. La pasión de las mujeres por un deporte tradicionalmente de hombres ha empezado a derribar un nuevo muro, después de tres décadas de discreta actividad femenina en el fútbol.
Las 5.700 licencias de jugadoras de fútbol y fútbol sala en la Comunitat Valenciana confirman que la presencia de la mujer en el deporte de masas está en su mejor momento, con un crecimiento sostenido que en los últimos años ha pasado del 2% al 5% anual, y que en España mantiene la tendencia al alza con más de 42.000 licencias en fútbol femenino esta temporada.
Pero no nos conformamos con este abanico de cifras en positivo, que todavía podemos desplegar más si computamos el crecimiento del número de árbitras y la eclosión en la asistencia a los estadios para seguir partidos de la Liga Iberdrola, que cuenta igualmente con el plus del impacto televisivo. Está muy bien que estadios como Mestalla, Anoeta, San Mamés, el Metropolitano o el Ciutat de València reúnan a más de 20.000 personas para disfrutar de un partido de fútbol femenino, pero no debemos poner un techo al imparable crecimiento de la mujer en el fútbol.
Esta eclosión no ha pasado desapercibida a la FIFA, que ha lanzado su estrategia global para el fútbol femenino. La madre de todas las federaciones de fútbol del planeta se está tomando en serio una realidad que enorgullece a todas y todos los que pensamos y actuamos en Igualdad.
El fútbol femenino puede hacerle además un gran favor al masculino, que es alejarlo de ese lastre de insultos y machismo con el que en ocasiones se empaña la grandeza de un deporte tan grande y universal como este. Disfrutemos del mejor momento del fútbol femenino y sigamos creciendo como hasta ahora, dando ejemplo.
Isabel García es diputada de Igualdad, Juventud y Deportes en la Diputación de València.