Los vientos apuntan a un gobierno de complicado equilibrio que tendrá como primer obstáculo los presupuestos y, en segundo, la reforma constitucional
VALENCIA. Semana decisiva. Tras los primeros acercamientos -más bien poco sutiles- entre PSOE y Podemos, la aquiescencia de Albert Rivera y la huida de Mariano Rajoy, con nulas ganas de no recibir ningún apoyo más allá de los suyos en un hipotético debate de investidura, todo apunta a que el líder socialista, Pedro Sánchez, puede recibir la orden del Rey de que caliente en la banda. De hecho, miembros de su partido apuntan a que el Jefe del Estado, tras una ronda de contactos exprés, terminará por solicitar a Sánchez el viernes que busque la investidura, si es que el escenario no cambia.
Diputados del PSOE en el Congreso señalan que puede haber acuerdo. No será fácil, pero las opciones existen y han aumentado. Fundamental, el cada vez más extendido deseo de no volver a las urnas de forma inminente por parte de la mayoría de los partidos implicados en el proceso de negociación. Los socialistas, además de a Podemos, ya le han tendido la mano a Albert Rivera: si no la coge, el siguiente camino será buscar a los nacionalistas. La petición de diálogo del líder de C's a Mariano Rajoy en la tarde noche de ayer está considerada una medida de presión al PSOE que, a juicio de los socialistas, Sánchez aguantará.
Este pacto a tres -PSOE, Podemos, C's- no es el deseado por los poderes económicos, que quieren incluir al PP y sacar a la formación morada de la ecuación. Una opción que algunos, dentro del PSOE también, llegan a ver posible si los populares se abstuvieran apelando a una inédita responsabilidad que cediera a Sánchez la presidencia. La cuestión es que parece un 'sapo' casi imposible de tragar para Mariano Rajoy que, al fin y al cabo, ha sido el candidato más votado de manera muy amplia. De la misma manera, el líder socialista no parece -ni de lejos- dispuesto a permitir que el candidato del PP sea presidente. Con este escenario, PSOE, Ciudadanos y Podemos se enfrentan al reto de entenderse.
Ahora bien, varios diputados nacionales consultados por este diario no lo esconden: un pacto de estas características apunta a una duración limitada. De hecho, algunos de ellos la cifran en un año y medio. En el horizonte, dos obstáculos fundamentales: primero, los presupuestos que se abordarían a finales de año y, en segundo lugar, la reforma constitucional que debería incluirse en un acuerdo entre estos tres socios. Y es que difícilmente la hoja de ruta entre PSOE, Ciudadanos y Podemos puede pasar sin abordar una revisión de la Carta Magna que todos llevaban en su programa electoral. Un proceso largo y complejo para el que se necesitaría la cooperación del PP -por cuestión numérica-, algo improbable de alcanzar atendiendo a algunas de las líneas maestras de los implicados.
Es decir, si no hay una renuncia de abandonar una reforma constitucional de calado, PSOE, Podemos y Ciudadanos llegarían a un callejón sin salida en este punto que les obligaría, probablemente, a una convocatoria electoral que algunos diputados sitúan a mediados de 2017. Por otra parte, los miembros más optimistas de estas formaciones ven una legislatura algo más prolongada abordando otro tipo de reformas en las que estas tres fuerzas puedan ponerse de acuerdo e, incluso, hacer entrar al PP en un debate sobre la reforma de la Carta Magna.
Así, estos días serán un constante cruce de llamadas, declaraciones y reuniones. Los socialistas especulan con que Ciudadanos pueda, incluso, aportar el voto favorable de algunos de sus diputados para que Sánchez pueda cristalizar su investidura. Rivera, no obstante, juega a apurar el diálogo con Rajoy, dejando claro que si pacta con PSOE y Podemos será porque no hay otro remedio. Mientras, Pablo Iglesias busca una solución para lograr que el derecho a decidir de Cataluña no trunque las negociaciones. El viento sopla hacia un gobierno de media legislatura.