VALÈNCIA. El Debate del Estado de la Ciudad de València, la cita de este miércoles para que el gobierno local saque pecho de lo conseguido y trace las líneas a seguir en el futuro, se podrá explicar fundamentalmente en clave preelectoral. Con los comicios municipales a tan sólo siete meses y muchos procesos de primarias a la vuelta de la esquina, será inevitable que el relato de partido se inmiscuya en las proclamas. Especialmente en los partidos el Govern de la Nau: Compromís, PSPV y València en Comú.
No se espera, por tanto, un guión al uso, de Ejecutivo-oposición. Al menos, esta tendencia no guiará el encuentro. Ya se vio en el debate que mantuvieron los representantes en la Cadena Ser este martes. Hasta en tres ocasiones mencionó el portavoz de Compromís, Pere Fuset, al "Gobierno de Joan Ribó". Dijo Sandra Gómez (PSPV), que el gobierno local ha hecho un ejercicio de responsabilidad, "sobre todo el Partido Socialista".
Y por su parte la número uno de València en Comú, María Oliver, dejó el 'yoísmo' a un lado en cuanto a nombres propios, pero aprovechó para defender la gestión de su grupo al frente de las áreas de Vivienda, Educación y Migración. Aunque los tres contrapusieron su modelo de ciudad al de "la derecha", con varias referencias a la gestión del Partido Popular, lo cierto es que el aroma que emanaba de sus palabras no parecía unitario.
Con todo, el discurso que parece haberse desmarcado más ha sido el de Gómez. La líder socialista llega al Debate del Estado de la Ciudad como la única candidata a la Alcaldía confirmada para las próximas elecciones. Consciente de ello, la intervención que protagonizó en las ondas fue especialmente socialista, por un lado, y por otro especialmente dura con la oposición. Traslado tendrá al hemiciclo, donde se prevé una Sandra Gómez alcaldable, más que una socia del "Gobierno de Joan Ribó". Este cruce de espadas es el que se oirá en las butacas este miércoles, donde los miembros del tripartito mirarán más para sus adentros que a las bancadas de enfrente.
Allí se encontrarán con dos arietes que también compiten entre ellos -no hay que olvidar que con un concejal más, podrían gobernar en coalición populares y Ciudadanos-. La lucha de ambos es contra la invisibilidad a la que relega no contar con la vara de mando, materializada a la perfección en la tercera planta del consistorio que ocupan, 'el gallinero'. Un obstáculo que no han conseguido superar pese a la insistencia de Eusebio Monzó (PP) y Fernando Giner (Cs), especialmente en el discurso anticatalanista y contra las políticas de Movilidad de Giuseppe Grezzi.
Los primeros toman como éxito haber llevado ante la justicia a varios concejales del Govern de la Nau. Pero un éxito parcial, porque no ha habido sentencia condenatoria y porque la derrota en la lucha contra la corrupción estaba anunciada de antemano, pues todos los ediles del PP excepto Monzó están investigados (imputados) por el "pitufeo".
Precisamente esta circunstancia ha afectado al trabajo desempeñado por los populares durante este mandato, tal y como reconocía el portavoz en una entrevista reciente a Valencia Plaza. Y por otro lado, la tenacidad de Monzó durante los últimos años tampoco ha conseguido consolidarlo como cabeza de cartel de cara a los próximos comicios, lo que ha acabado de sumir en la incertidumbre al grupo.
No se ha erigido Ciudadanos claramente como alternativa, pese a esmerarse en evidenciar las fracturas internas de la izquierda que han salido a la luz en múltiples ocasiones. La oposición de la bancada liderada por Fernando Giner no ha conseguido cuajar en tres años aunque sí que ha dejado algún que otro destello - como las denuncias por los 'falsos' autónomos de Mercavalència, y las duras embestidas, aunque de poca repercusión, contra la gestión de los refugios de animales de Gloria Tello. Aun así, todavía no se ha afianzado como un grupo compacto y contundente.
Y aunque todo indicaba que el liderazgo de Fernando Giner en Ciudadanos de Valencia era robusto, las últimas informaciones publicadas por este diario apuntan a que no existe unanimidad en su partido de cara a que ocupe el primer puesto en las listas de 2019. Una circunstancia que puede dificultar su oposición en los últimos meses, o también intensificarla.
El Debate del Estado de la Ciudad será una cinta de doble cara. En una se escuchará la batalla por el liderazgo de la izquierda, inmersa en el ombliguismo de quien se sabe vencedor, o al menos así lo dicen las encuestas. Y de fondo, la cara B intentará que se oigan las críticas de PP y Ciudadanos, tratando de encontrar todavía su lugar en la oposición.