‘Triple 9’, una película para amantes de los filmes de intriga, confirma el talento visual del australiano, gran amigo de Nick Cave
6/05/2016 -
VALENCIA. Este viernes llega a la cartelera española Triple 9, una nueva película de atracos perfectos, con su consabida dosis de policías corruptos, delincuencia organizada, problemática social… Es de producción estadounidense aunque la dirige un australiano, John Hillcoat. En apariencia podría pasar por un filme de género más al uso. Tiene hallazgos y secuencias brillantes como las del atraco del inicio o los propios títulos de crédito; está llena de giros sorprendentes para el espectador… Realmente no se diferencia mucho de otras excelentes muestras del género tanto nacionales como Cien años de perdón (Daniel Calparsoro, 2016) o estadounidenses como Plan oculto (Spike Lee, 2006), filmes todos ellos deudores en gran medida de ese clásico contemporáneo que es Heat (Michael Mann, 1995). No se diferencia, pero tiene personalidad. Y eso comienza a ser rara avis en la cartelera.
Como película, Triple 9 vende como uno de sus grandes valores un reparto de los de campanillas, con actores tan variados como talentosos. Casey Affleck, Chiwetel Ejiofor, Anthony Mackie, Aaron Paul y Norman Reedus, se dan cita junto a un ácido Woody Harrelson y una extraordinaria, como siempre, Kate Winslet, en un conjunto en principio digno de mejores causas. El argumento de la película se centra en un grupo de policías corruptos y delincuentes que realizan encargos para una sobria y dura dama de la mafia rusa (Winslet). Uno de ellos será el espectacular prólogo; el segundo, el motor de la película.
Sin desvelar mucho de la trama, se puede adelantar que el protagonista principal (Ejiofor) se ve obligado a hacer estos encargos condicionado de manera inexorable por su implacable contratista, mientras un veterano y rudo policía (Harrelson, ocurrente y pasado de rosca, muy pasado de rosca, quizás imitando a Al Pacino en Heat) les sigue los pasos convencido de que hay algo más que unos meros atracadores detrás. A partir de ahí, de esa estructura tan básica, es función del guionista y del director saber ornamentar el esqueleto, la columna vertebral. Y lo consiguen en algunos momentos. En otros, no tanto. Pero funciona lo suficientemente bien como para que el largometraje entretenga sin que el espectador se sienta ofendido.
Con ser una película aparentemente mainstream, Triple 9, pura artesanía, se apoya en un reparto convincente hasta los más mínimos detalles que le dota de una mayor prestancia. Son los actores quienes vuelcan en cada diálogo y situación gestos de hondura psicológica que traspasan los aparentes pespuntes del guión. Sí, normalmente los argumentos del género negro contienen esos matices, pero son más las veces que no se perciben. No es éste el caso. Por ejemplo, los diálogos entre Winslet y Ejiofor se convierten en dignos retratos de una partida de ajedrez y se apoyan tanto en el contenido del argumento, lo que dicen, como en el cómo lo dicen: los sutiles gestos de los actores, sus pequeñas inflexiones de voz, sus acentos, matices que casi siempre se suelen perder en el doblaje, dan más cuerpo a un enfrentamiento digno de titanes. Lástima que no se prodiguen más.
Triple 9 podría pasar por una película industrial de no mediar la huella del director John Hillcoat. Es en casos como éste que cobra especial sentido la política de autor de Cahiers du Cinéma. El director, con sus querencias visibles en sus anteriores trabajos, evidencia ser una persona muy próxima al argumento y responsable del resultado final de lo que se ve en pantalla. Es un autor, en el sentido más positivo de la palabra, y para ello no precisa de giros artísticos. Cierto es que parte de un texto ajeno obra de Matt Cook, pero la carrera de Hillcoat le ha hecho merecedor de este crédito de autoría, algo que confirman las reminiscencias de otras películas suyas que se perciben a lo largo del metraje. Hay atracos, hay violencia, hay desesperación… temas todos ellos presentes en su corta pero interesante filmografía.
Como cineasta, Hillcoat era muy conocido entre los amantes del rock por su amistad con su compatriota Nick Cave, a quien ha dirigido en numerosos vídeos y con quien ha puesto en marcha varios proyectos cinematográficos. Como señalaban desde el Festival de Cannes hace cuatro años, “la suya es una historia de amor”, pero de amor por el cine y por el rock. Coincidieron a principios de los ochenta. Desde entonces Cave ha compuesto la música de varias películas de Hillcoat y éste ha dirigido videoclips del cantante. Su relación se inició en 1981, con el cineasta recién salido de la escuela, cuando le dirigió el clip de ‘Nick The Stripper’. Además de ser el responsable de ilustrar algunas de las mejores canciones de Cave, Hillcoat le ha encargado a su vez al músico y escritor no sólo bandas sonoras, sino también guiones y lo ha contratado como actor. El último trabajo juntos, Sin ley (2012), escrito y musicado por Cave, con un reparto también de órdago, se presentó en Cannes con parabienes, aunque no recibiera premio alguno al final. Es lo malo de hacer ejercicios de estilo: Todo el mundo los valora, nadie los destaca.
Hillcoat, como consecuencia de su relación con Cave, se ha convertido en uno de los directores de videoclips de cabecera de la escena musical independiente. En su haber cuenta con una extensa nómina de videoclips para primeras espadas de la escena alternativa. Es más, al igual que uno de los grandes cineastas del momento, David Fincher, Hillcoat labró su prestigio y cierto reconocimiento en el mundo del rock antes que en el del cine con trabajos que fueron desde su documental sobre los desaparecidos I.N.X.S. hasta producciones para Placebo, Suede, Siouxsie and the Banshees, Elvis Costello, Depeche Mode, Muse, Crowded House…
Fue con un filme de género en 2005, La propuesta, que Hillcoat parecía estar destinado a sumarse al contado grupo de cineastas interesantes actuales que tenían algo que decir desde los estrictos márgenes del cine industrial. A partir de un guión de Cave, el australiano construía un western propio, ambientado en su tierra natal, tan poderoso como atractivo. Esto hizo que se despertaran muchas expectativas en torno a su adaptación de la novela La carretera de Cormac McCarthyque filmó en 2009, en la que contó con un plantel que incluía a Viggo Mortensen, una episódica Charlize Theron, su actor fetiche Guy Pearce en una breve aparición y el veterano Robert Duvall. La película decepcionó a nivel de taquilla, pero evidenció las cualidades artesanales de un cineasta en plena expansión.
Triple 9, con ser una película bastante amena, no parece empero destinada a consagrarle en el Olimpo de Hollywood ni a reportarle grandes premios a Hillcoat. Cineasta de corte clásico, el australiano mantiene las maneras de un cine del pasado siglo en el que el protagonismo recae exclusivamente en hombres, y qué hombres por cierto, y eso a día de hoy es veneno para la taquilla. De hecho, aunque su nueva película incorpora con Winslet un rol en el que la mujer deja de ser un personaje secundario de mayor o menor entidad para convertirse en dinamizador de la trama, no es ni mucho menos el eje central de un filme saturado de violencia, crueldad y sordidez. Tiene algunos de los ingredientes de lo que se pide a una película de cine negro pero le faltan muchas de las virtudes, como una mayor crítica social, o una mejor exposición de los personajes.
El estilismo visual de Hillcoat (qué bien filma este hombre) no logra soslayar también una cierta reiteración en situaciones ya vistas en otras películas. Con esos ecos más que palpables que remiten a otras producciones recientes, incluyendo momentos que parecen extraídos de series como The Wire, y un gusto excesivo por los planos-secuencia de unos pocos segundos, Triple 9 es un largometraje de los que se ve y se olvidan pero dejan buen regusto si se sabe a lo que se va, un producto cuyo mayor mérito es que completa la cartelera con algo de dignidad en una época en la que las grandes productoras estadounidenses se esfuerzan porque el espectador adulto huya de los cines. Sin ser perfecta, ni mucho menos, contiene momentos intensos y situaciones verosímiles que resultan de por sí apreciables, aunque al final acabe resultando cansina de tanto exceso y muerte. Hillcoat ha disparado de nuevo, sí, pero Triple 9 no parece ser su bala de plata. Ésa aún está por llegar.
En la cartelera de 1981 se pudo ver El Príncipe de la ciudad, El camino de Cutter, Fuego en el cuerpo y Ladrón. Cuatro películas en un solo año que tenían los mismos temas en común: una sociedad con el trabajo degradado tras las crisis del petróleo, policía corrupta campando por sus respetos y gente que intenta salir adelante delinquiendo que justifica sus actos con razonamientos éticos: se puede ser injusto con el injusto