VALÈNCIA. Recoger todas las razones por las que Calpurnio se merece todos los reconocimientos posibles en el mundo del cómic no es tarea fácil ni breve. Necesita, de hecho, tiempo y espacio. Por eso el homenaje definitivo al dibujante de raíces aragonesas y adoptado por València no podía prescindir de los 28 centímetros de largo y 21 de ancho, y de os varios kilos de peso, y de los cientos de páginas. Es El gran libro de Cuttlas, con el que Reservoir Books reúne, de manera inédita, la más completa retrospectiva de la obra gráfica de Calpurnio
“Estábamos Calpurnio y yo trabajando conjuntamente para sacar un volumen llamado El libro gordo de Calpur, pero tuvimos que abandonar el proyecto y fue tras su fallecimiento cuando Reservoir Books me buscó para hacerle un gran homenaje”, cuenta Álvaro Pons, que ha sido la persona a cargo de la edición y la selección. El gran homenaje soñado era un Cuttlas integral, pero eso lo formaban más de 2000 páginas. Finalmente la selección se ha quedado en 720. Comprende las cuatro grandes etapas del personaje a través de los diferentes medios de comunicación por los que cabalgó: los fanzines como El Japo, El País, 20 Minutos, y la Revista Plaza, que fue la última publicación en la que tuvo vida, sin olvidar tampoco la serie de cortos que, en diferente formato, también forma parte de la vida de Cuttlas.
“La selección se ha basado en tres criterios. Primero, el orden cronológico en el que se vea la evolución del personaje —en este sentido, las viñetas de Plaza están prácticamente íntegras porque nunca antes se habían recopilado—. Segundo, que estuvieran presente las grandes temáticas del personaje a lo largo de su historia, que estuvieran presente todos los clichés que había construido. Y en tercer lugar, buscar las páginas más espectaculares, más innovadoras”, resume Pons.
Sobre ese tercer criterios, no había poca competencia. Cuttlas empieza como una gamberrada en un fanzine, una parodia de los westerns con un personaje ácido rodeado de secundarios estereotípicos. Pero la viñeta empieza a evolucionar y se transforma constantemente, deja de ser una simple caricatura para convertirse en una ventana abierta, en el laboratorio gráfico en el que Calpurnio desarrollara todos los experimentos que explotaban los límites del cómic: “Cuttlas es pura esencia del cómic, es el arte invisible, la narrativa pura llevada al extremos. No necesita ningún artificio estilístico para desarrollar su genialidad. Empieza como una gamberrada pero se da cuenta que su sencillez le ha permitido generar un artefacto con el experimentan. Calpurnio era una persona muy curiosa que exploraba con otras disciplinas constantemente, como la videoperformance, la música, el 3D, el ordenador… Cuttlas era el eje de esa curiosidad. A través de él, puedes identificar en cada etapa qué hacía Calpurnio fuera de Cuttlas”.
Y es que el bueno de Cuttlas se permitía todo porque podía, porque tan solo era un par de círculos, un sombrerito, y unas extremidades dibuajas con una sola línea. Deslocalizado en el tiempo y en el espacio, podía cabalgarlo todo y cada viñeta ser un universo diferente. “Pertenecía a un género concreto, claro, al western, pero precisamente demostró que era totalmente mutable”, opina Pons. El conjunto de innovaciones gráficas que propone Calpurnio en muchas de las páginas de Cuttlas es abrumador en este volumen. Y cabe preguntarse qué autor está, en el panorama internacional, a la altura de ese compromiso con la experimentación: “es muy difícil valorar eso, pero el catálogo de nuevos recursos es continuado: prácticamente son novedosas todas las páginas de Cuttlas. Calpurnio, Micharmut y Chris Ware juegan en la misma liga, la de dibujantes que desafían las convenciones de la viñeta constantemente. Y dos de tres de esos dibujantes que te he dicho son del cómic valenciano”.
En todo caso, ceñir la historia de Cuttlas en un experimento gráfico sería quedarse con la mitad de la película, y es que más allá del contenedor, también hay un contenido que igualmente evoluciona en el tiempo. Calpurnio volcaba también su visión de la vida, contrastadamente existencial e insustancial. Dos moods perfectamente compatibles, según demuestra Cuttlas: “hay viñetas totalmente insustanciales, como las que dice que ya es martes o desea simplemente un feliz verano, y otras en las que te podías perder buscando con Cuttlas el sentido de la vida. Calpurnio se perdía en todo porque sabía que se podía expresar de todas las maneras posibles a través de Cuttlas”.
Con todo esto, El gran libro de Cuttlas es “la mejor definición de un TBO para niños de 9 a 99 años”: la infancia se lo pasará bien y se divertirá, los adultos encontrarán una profundidad que igualmente les divertirá y estimulará. Las fronteras que Calpurnio desdibujó dibujando a Cuttlas abarcan todo.
En este sentido, la pregunta que queda por despejar es, después del fallecimiento del ilustrador y la edición de este volumen, ¿qué queda inédito? ¿qué Calpurnio queda por descubrir? “De cómic, muy poco queda inédito, prácticamente nada. Pero como exploró en tantas otras disciplinas tiene una obra muy dispersa. La obra de Calpurnio te la puedes encontrar en el mural de un restaurante, en un cartel por ahí, en una colección museográfica… Todas esas otras teclas del arte que tocó son las que hacen falta dar a conocer”, concluye Álvaro Pons.
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