VALÈNCIA. (EP) El impacto económico del cambio climático puede suponer una caída del PIB de entre el 5% y el 20%, según ha advertido la investigadora principal del Programa de Energía y Clima del Real Instituto Elcano,
Lara Lázaro.
La experta ha participado en el tercer diálogo del ciclo 'Crisis y catarsis: lecciones del COVID-19' --organizado por el Ivie y la Fundació Ernest Lluch, en colaboración con la Fundación Bancaja--, que este viernes ha abordado los problemas medioambientales y sus efectos sobre la economía.
Lara Lázaro, junto al director del centro Economics for Energy, Xavier Labandeira, han coincidido en que todavía es posible evitar que la crisis climática se agrave, pero solo si se "actúa rápida y contundentemente".
Para Lara Lázaro el sector turístico puede ser uno de los más afectados, porque las zonas de atractivo turístico y confort climático actuales pueden desplazarse. En este sentido, Labandeira ha comentado que España es de los países más vulnerables al cambio climático.
En su intervención, Lara Lázaro ha facilitado algunos datos sobre cómo han cambiado hacia cifras más pesimistas las estimaciones del impacto económico que supone el cambio climático. "Según los últimos estudios los impactos económicos del cambio climático se mueven en un rango de entre el 5% y el 20% sobre el PIB", ha explicado.
Sin embargo, estas previsiones se realizan a nivel internacional ya que estamos ante un problema global, pero ambos ponentes han destacado las asimetrías tanto en la producción como en el impacto del cambio climático entre los diferentes estados.
"Los países desarrollados son los que más hemos contribuido a la generación de gases de efecto invernadero, hasta 2006, cuando China se ha convertido en el principal productor de estos gases. Pero los países en desarrollo son siempre los más vulnerables, los que están sufriendo en mayor medida los efectos del cambio climático y los que tienen menor capacidad de reacción", ha destacado la economista.
Para Xavier Labandeira, el problema tiene unas implicaciones distributivas enormes y es necesario plantear políticas correctoras de compensación. Los dos ponentes coinciden en que se trata de un problema intergeneracional, de grandes impactos y además, irreversibles, y es necesario actuar ya porque tenemos muy poco margen de maniobra.
En este sentido, Lara Lázaro ha destacado la importancia de la financiación climática internacional y de los compromisos adquiridos por los países desarrollados para financiar con 100.000 millones de dólares anuales las acciones para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero en los países en desarrollo.
La experta comenta que la Cumbre de Glasgow de este año será "la más importante desde la de París de 2015 porque debe desarrollar algunos de los acuerdos de París pero también conseguir mayores compromisos y esfuerzos de los países participantes, así como poner por primera vez sobre la mesa el objetivo de alcanzar las emisiones netas nulas en la segunda mitad del siglo".
Según las últimas previsiones y, a pesar de los compromisos ya adquiridos por los distintos estados, las emisiones de gases de efecto invernadero mundiales se situarán, en 2030, un 16% por encima de las de 2010, mientras que la ciencia nos dice que para tener opciones a limitar el aumento de las temperaturas por debajo de dos grados, tendríamos que reducir la emisión de gases entre el 25% y el 45% en 2030 sobre lo que teníamos en 2010.
En opinión de Xavier Labandeira, "hay que pasar de las palabras a los hechos para que las políticas contra el cambio climático se implementen correctamente". El director del centro Economics for Energy ha explicado que es necesario actuar en la sustitución de los combustibles fósiles por alternativas no carbónicas, energías renovables; también sobre la eficiencia energética, para que no gastemos más energía de la que necesitamos; y además hay que proteger nuestros espacios naturales.
Es necesario implicar a otros agentes, no solo a los gobiernos, con políticas públicas, sino que también será fundamental la acción de las empresas y de los ciudadanos. En opinión de Labandeira, la EU puede ser un prototipo para el mundo, ya que somos una economía descarbonizada y emitimos poco. "Podemos influir dando recursos y nuevas tecnologías y dando información sobre qué funciona y qué no funciona en políticas publicas medioambientales", ha concluido.