VALÈNCIA (Servimedia). El Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada (ICGEA) ha publicado un nuevo análisis que señala al modelo de colaboración público-privada de la Comunidad de Madrid como un referente mundial, "en un contexto de creciente preocupación por el deterioro de los sistemas de salud públicos en diversas regiones del mundo".
El análisis del ICGEA examina cómo, en los últimos años, la sanidad pública ha enfrentado desafíos significativos y dispares en diferentes partes del mundo. La gestión de enfermedades crónicas y transmisibles, la adaptación a los efectos del cambio climático y la implementación de nuevas tecnologías de salud, como la telemedicina, han puesto a prueba la capacidad de los sistemas sanitarios globales.
Además, la pandemia de covid-19 ha subrayado la necesidad de una rápida respuesta ante emergencias de salud pública. “No debemos olvidar todo lo que nos enseñó el coronavirus, del que cuatro años después seguimos aprendiendo. Ha sido un ‘máster en gestión de crisis’ para todos los gobiernos, determinando la agilidad y capacidad de unos y otros a la hora de dar una respuesta rápida y efectiva a emergencias de salud pública. La rapidez de un país a la hora de fortalecer su sistema de salud, mejorar la coordinación o asegurar la disponibilidad de recursos esenciales es crucial ante fenómenos inesperados”, explicó Jesús Sánchez Lambás, vicepresidente ejecutivo del ICGEA.
El análisis señala que no todos los países han sabido enfrentar los retos de la misma manera, lo que ha provocado un deterioro en la calidad de sus sistemas de salud. En Reino Unido, la situación del NHS es preocupante, siendo la sanidad la segunda mayor preocupación para los británicos después de la economía. Las largas listas de espera, la falta de personal y los recursos insuficientes han deteriorado el sistema. "Muchos médicos, así como otros profesionales sanitarios, han reportado una disminución en la calidad de la atención debido a la falta de personal y recursos", precisa el Grupo de Trabajo del ICGEA.
Italia también enfrenta desafíos en su sistema de sanidad pública, especialmente en términos de financiación y disparidades regionales. Mientras que las zonas del norte y centro del país ofrecen una atención de mayor calidad, otras regiones menos desarrolladas sufren de deficiencias significativas. En España, una situación similar se observa entre comunidades como Madrid y el País Vasco, dos regiones destacables, en contraste con Cataluña.
En Portugal, la sanidad pública ha sufrido un deterioro notable en los últimos tres años debido a la falta de inversión, lo que ha generado escasez de personal médico y prolongados tiempos de espera para consultas y procedimientos. La pandemia de COVID-19 exacerbó esta situación, llevando al sistema al límite de su capacidad. “Las condiciones laborales del personal sanitario han empeorado, provocando un aumento de bajas y el abandono del sector”, agrega el informe.
Fuera de Europa, en Estados Unidos, la situación es compleja debido a su sistema predominantemente privado. A pesar del alto gasto per cápita, los resultados en términos de salud pública son inferiores a los de otros países desarrollados y las desigualdades raciales y socioeconómicas agravan aún más este deterioro.
En América del Sur también enfrentan serios desafíos. Brasil ha experimentado una disminución en la calidad del sistema público debido a la corrupción, la mala gestión y la falta de inversiones adecuadas, con políticas que han llevado a una reducción en la disponibilidad y calidad de los servicios, afectando negativamente la salud de la población.
En Venezuela, el sistema sanitario ha sufrido un deterioro agudo por la crisis económica y política que afecta al país. La escasez de medicamentos y suministros médicos, así como la emigración masiva de profesionales, han llevado a un colapso en los servicios de atención médica, con un aumento progresivo de la mortalidad, junto con el incremento de determinadas enfermedades como los casos de malaria.
En contraste, expone que algunos países siguen destacando por la robustez de sus sistemas de salud pública que, en muchos casos, combinan eficientemente la sanidad pública y privada. “Países que no solo son potencias globales en términos económicos y políticos, también se distinguen por sus sistemas de salud de alta calidad, accesibilidad y resultados en salud pública. En gran parte de estos países convive de forma funcional y eficaz un modelo mixto o ejercen una fuerte apuesta por la colaboración público-privada”, destaca Sánchez Lambás.
El análisis resalta que Suecia es conocida por su sistema de protección social universal, financiado con impuestos, posicionándose entre los mejores sistemas de salud del mundo al ofrecer atención médica muy asequible, una amplia cobertura de servicios de salud, incluyendo atención dental y mental, y acceso a tecnología médica avanzada y tratamientos innovadores.
“Es un país que permite que clínicas y hospitales privados operen dentro de su sistema de salud público, financiados por impuestos, pero gestionados de manera privada. Este enfoque ha ayudado a reducir los tiempos de espera y a mejorar la eficiencia en la prestación de servicios de salud”, apunta el ICGEA.
Por su parte, Suiza combina un sistema de seguros de salud obligatorio que incluye elementos públicos y privados, y cuenta con una alta calidad en servicios médicos y hospitalarios y permite la libre elección de proveedores de atención médica, resultando uno de los mejores sistemas de salud del mundo en términos de coste y satisfacción de los pacientes. Un punto en el que coincide con determinadas regiones -que no España en su conjunto- como la Comunidad de Madrid, región con un alto grado de implantación de la libre elección, al igual que sucede en Andalucía, Castilla-La Mancha, La Rioja, Aragón y País Vasco; en el lado opuesto sitúa a Extremadura, Murcia, Navarra o Cataluña, "donde apenas existe la libre elección".
Otro que destaca el informe es Noruega por su enfoque en la atención preventiva y resultados de salud sobresalientes, con servicios integrados, incluidos hospitales, atención primaria y especializada, así como acceso a programas de salud pública y prevención de enfermedades.
Alemania despunta por su infraestructura sanitaria robusta y un sistema de seguro que garantiza cobertura amplia a sus ciudadanos al disponer de un sistema mixto con seguros públicos y privados, que permite ofrecer a sus ciudadanos cobertura universal con opción de elegir entre varios planes de seguro, una amplia red de hospitales y clínicas con tecnología avanzada, atención de alta calidad en todas las etapas de la vida y una fuerte infraestructura médica y recursos.
Francia cuenta con un sistema de salud mixto con alta calidad de atención y acceso universal, situándose entre los mejores gracias a sus servicios bien coordinados y accesibilidad al coexistir hospitales públicos y privados, y en algunos casos, los hospitales públicos son gestionados conjuntamente con entidades privadas, facilitando la integración de tecnologías y mejora de la gestión. El modelo incluye tanto la atención primaria como la especializada, así como servicios hospitalarios, medicamentos recetados y cuidados preventivos, siendo reconocida por tener altos niveles de satisfacción entre los pacientes.
Más allá del viejo continente, países como Canadá destacan por su sistema de salud universal financiado por impuestos y un acceso equitativo a servicios de salud de alta calidad, con atención médica gratuita que garantiza "que todos los individuos tengan acceso a servicios médicos sin importar su situación económica, como sucede en España".
Cuenta con una amplia gama de servicios y un fuerte enfoque en la salud pública y la prevención, “pero no hay que olvidar que, aunque la mayoría de los servicios de salud siguen siendo públicos, la infraestructura ha sido modernizada en parte gracias a la participación privada”. No obstante, aunque los servicios médicos están cubiertos, los medicamentos recetados pueden no estar totalmente cubiertos, lo que puede generar costes de bolsillo considerables para los pacientes, afectando al principio de igualdad.
Comparte rasgos con Australia, cuyo sistema de salud pública proporciona cobertura universal a todos los ciudadanos y residentes permanentes, cubre una amplia gama de servicios, incluyendo visitas al médico, hospitalización, y ciertos servicios de salud mental, “un aspecto cada vez más demandado por la población de todos los países en general y que forma parte de la agenda de la mayor parte de las propuestas políticas. También de España, país que, en este punto, necesita aprender mucho de otros para gestionar los recursos económicos y humanos destinados al bienestar emocional de sus habitantes”. El modelo de Australia que combina la financiación y la gestión privada con la supervisión pública le hace tener hoy una infraestructura sanitaria moderna y actualizada, acorde a las necesidades de sus habitantes.
A nivel mundial, apunta que España sigue entre los países con los mejores sistemas de sanidad pública, como se refleja en los rankings y estudios nacionales e internacionales sobre efectividad y eficiencia del sistema de salud español. De acuerdo con Sánchez Lambás, “contamos con un modelo de atención integral y accesible que se distingue por su eficiencia y cobertura universal, que nos hace ser reconocidos por tener un acceso universal, buena calidad de la atención y capacidad para ofrecer servicios médicos a toda la población”. Resalta, de forma particular, a Madrid, que “despunta por su sistema sanitario diferenciado, con un modelo de colaboración público-privado para ofrecer una atención de alta calidad que le ha permitido posicionarse como una región con un sistema de salud robusto y eficiente, a pesar de los desafíos globales que enfrentan otros sistemas de salud”.
El ICGEA señala que apostar por un modelo público-privado en la sanidad española, y en tantas otras facetas o servicios públicos de un estado moderno, en su conjunto, en todas las comunidades, como hace ahora Madrid fundamentalmente, puede ofrecer importantes beneficios a los usuarios y a los contribuyentes, como mejorar la calidad de los servicios y la satisfacción de los ciudadanos al permitir la optimización de los recursos, la mejora de la eficiencia y la reducción de costes.
“Sin olvidar tres aspectos cruciales que, a menudo, se obvian cuando se amenaza con desprivatizar determinados servicios o romper con colaboraciones ya establecidas. En primer lugar, el modelo público privado propicia la sostenibilidad del sistema al aliviar la carga financiera del sector público al permitir una mejor planificación y distribución de los recursos a largo plazo. En segundo, mejora los tiempos, ya que el derivar pacientes a instalaciones privadas cuando el sistema público está saturado permite reducir las esperas, mejorando así el acceso y la satisfacción de los ciudadanos. Y tercero, ofrece mayor flexibilidad y adaptabilidad frente a cambios y emergencias, como se ha visto durante la pandemia, que ha demostrado que la colaboración de ambos sectores hace que el sistema de salud se adapte más rápidamente a situaciones cambiantes y necesidades emergentes”, añade.