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GRAND PLACE / OPINIÓN

El mito del amor romántico y la yihad

5/12/2017 - 

Desde el feminismo más radical, reivindico la asunción de la lucha antiterrorista contra el yihadismo desde la perspectiva de género. Curiosamente, sólo he oído hablar de la lucha contra la yihad desde la perspectiva de género en foros militares, aunque muy bajito. Parece que la involución del pensamiento islamista en las últimas décadas respecto a la mujer no preocupa en las altas instancias de las alfombras rojas de Bruselas, como si el mundo musulmán estuviera muy lejos de nuestras fronteras. O, tal vez, porque la discriminación de la mujer no está en los primeros puntos de la agenda del Horizonte 2020, y menos si se trata de la mujer musulmana.

Asombrosamente, sólo veo a los miembros del ejército preocupados por este tema. Lo dicen en público, a veces con la boca pequeña y, otras abiertamente. Como hace un año, cuando un militar español dijo en un discurso oficial que no quería ver a su hija en el futuro con el velo islámico, ante los temores de la escalada islamista en Europa. La última vez que escuché una reflexión feminista en este sentido ha sido hace unos días, en las Jornadas organizadas por la Fundación Broseta sobre Amenazas geoestratégicas, convivencia y sociedad civil en el siglo XXI. Fue durante la conferencia del teniente general Francisco José Gan Pampols, jefe del cuartel general terrestre del Alta Disponibilidad.

La máxima autoridad militar en la Comunitat Valenciana habló ante un nutrido  público, formado en su mayoría por alumnos de primer curso de Criminología de la Universitat de València, que se acercaron hasta la sede de la Fundación Bancaixa para escucharle. En su alocución, alertaba del creciente aumento de la población musulmana en Europa y de la involución de la cultura islámica respecto a la libertad e igualdad de la mujer. Respecto a la primera afirmación, un estudio del centro de investigación Pew Research Center augura que el número de musulmanes pasará de 25 millones en 2016 a 75 millones en 2050.

Nada que alegar. Excepto que, en una Europa de origen cristiano que hace gala de su tolerancia religiosa, se echa de menos un poco de apología de su laicismo o, al menos, de la aconfesionalidad que, por ejemplo, rige nuestra denostada Constitución. Nada que alegar, pues, sobre la libertad religiosa, siempre que se entienda ésta como un acto privado separado completamente del Estado y que no debe interferir en la vida pública ni en los derechos fundamentales que nos hemos reconocido entre todos, entre ellos, y por encima de todos, el de la igualdad de género.

Es por ello que, cuando el teniente general Gan alertó a los estudiantes sobre la recesión en los derechos de las mujeres dentro de la “cultura neo-islámica” —en acepción mía—, recordando que "las mujeres en Mauritania no tienen derecho a la vida porque son cosas”, vino a darme la razón que no hallo en otros foros más cercanos. No veo suficientes críticas a esta cuestión en los foros feministas en los que me muevo. Con preocupación, asisto a las afirmaciones de que la libertad religiosa está por encima y que las mujeres musulmanas son libres en Europa. Sigo sin entender el que, desde pensamientos progresistas y convicciones laicas, se siga defendiendo de forma incoherente la evolución de posturas religiosas totalmente discriminatorias para la mujer, especialmente desde el pseudo-triunfo de las primaveras árabes, mal llamadas revoluciones árabes y a las que yo he dado en llamar involuciones árabes.

Pruebas de la escasa o nula preocupación europea sobre el tema. Hace dos semanas, el Parlamento Europeo votaba un documento dirigido a la Comisión Europea y al Consejo Europeo con el fin de que se adopten nuevas medidas para combatir la financiación de las organizaciones terroristas, bajo el título Recommendation to the Council, the Commission and the EEAS on cutting the sources of income for Jihadists – targeting the financing of terrorism. Para prevenir los ataques y aumentar el control de los flujos financieros, la subcomisión de Seguridad y Defensa del Parlamento, que lidera el eurodiputado Javier Nart, esta Recomendación propone centrarse en atajar el blanqueo de dinero y el crimen organizado.

En 2004 me encontré una joya, aún en papel, escrita por Loretta Napoleoni, donde alertaba sobre la financiación del terrorismo islamista. Su libro, Yihad. Cómo se financia el terrorismo en la nueva economía, llegaba cuando la crisis financiera ni siquiera se adivinaba. Pero ni en el libro de Napoleoni, ni en el informe de Nart, ni en el recientemente publicado también por el Parlamente Europeo, Countering Terrorist Narratives —editado por el Policy  Department for Citizens’ Rights and Constitutional Affairs—, he encontrado ninguna referencia a la cuestión de género.

Tan sólo lo he visto señalar con el dedo, y no con la alarma suficiente, al Real Instituto Elcano, de la mano de Carolina García-Calvo, a través de un articulo titulado 'No hay vida sin yihad y no hay yihad sin hégira: la movilización yihadista de mujeres en España, 2014-2016'. Y sólo de forma tangencial, porque se refiere exclusivamente a la captación de mujeres en España para la causa yihadista, la mayoría captadas por sus maridos o por supuestos pretendientes a través de las redes sociales.

En este punto, habría mucho que hablar sobre el mito del amor romántico, que tanto se ha dado en denunciar últimamente desde los movimientos feministas. Porque este amor, identificado con la pasión, tiene un papel fundamental en el mantenimiento y perpetuación de la subordinación social de las mujeres, y de los estereotipos de género desde la adolescencia, como explican Mari Luz Esteban, Rosa Medina y Ana Távora, en su estudio ¿Por qué analizar el amor? Nuevas posibilidades para el estudio de las desigualdades de género. Este amor romántico, construcción socio-cultural propia de Occidente, ofrece a las personas un modelo de conducta amorosa, que cuando falla —y siempre falla— produce la frustración y el desengaño, y es uno de los factores de la violencia en las relaciones de pareja. Así lo cuenta Pilar Sampedro en su informe El mito del amor y sus consecuencias en los vínculos de pareja. Los recomiendo.

Ésta podría ser la explicación de que mujeres nacidas y/o educadas en libertad en Occidente, en el seno de la Unión Europea, sigan el camino de la yihad para ser esclavas sexuales en Siria o vistan un burka por las ciudades europeas negando su identidad y su individualidad como personas libres. Por eso,  y porque las mujeres seguirán siendo las educadoras de las generaciones futuras —por muchos años— esta lucha sólo podrá abordarse plenamente desde la perspectiva de género y el movimiento feminista. Cosas de mujeres…

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