VALENCIA. Rotonda divino tesoro. Reina de la intersección, la glorieta se ha convertido en uno de los símbolos del urbanismo patrio, un espacio aparentemente inservible en el que no pocos creadores, invitados por la administración de cada casa, han plantado piezas que, sin buscarlo, han generado una verdadera ruta escultórica que solo se puede completar sobre ruedas. Sin programación, actividades o director, este museo suma nombres como Miquel Navarro y Juan Ripollés en la Comunitat Valenciana y que, en el panorama nacional, cuenta con las firmas del mexicano Enrique Carbajal ‘Sebastián’, que realizó una obra en Toledo; el homenaje al cine del artista estadounidense Dennis Oppenheim, ‘Escenario para una película’, en Valladolid; o el 'Skyline Urbe' de Demksy en Madrid.
Cuando varias vías se cruzan, no son pocas las posibilidades de toparse con una escultura firmada por Miquel Navarro. Instalada en 1984, ‘La pantera rosa’ es una de las piezas de arte que cada día se ven rodeadas por decenas de vehículos, siendo ésta la primera gran obra pública generada por el de Mislata. Bautizada en su día como 'Fuente Pública', el apodo que se ganó por su parecido con el personaje de dibujos animados acabó ganando terreno y pocos la conocen hoy por su nombre original, una primera pieza de Navarro a la que después se sumarían otras tantas esculturas a pie de asfalto. Con una altura de 46 metros y de hierro pintado, en el año 2003 llegó a la plaza de Europa, en el entorno de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, ‘El Parotet’, un gigante azul financiado por Bancaja con motivo de la celebración del 125 aniversario de la fundación de la caja de ahorros valenciana. Y como dicen que no hay dos sin tres, en 2007 el autor llevó a Murcia ‘Mantis’, una pieza de 30 metros de altura también en azul.
Inaugurada en el mismo periodo de tiempo fue la gran Dama Ibérica, una escultura de 18 metros de altura que desde 2007 se sitúa en una de las rotondas de la avenida de las Cortes Valencianas de Valencia. Compuesta de aproximadamente 22.000 cabezas de 25 centímetros en cerámica de color azul cobalto, la obra fue diseñada por Manuel Valdés, nombrado en 2006 Hijo Predilecto de la Ciudad de Valencia, una construcción bajo el mando de los arquitectos Rafael Rivera y Mateo Signes y cuyas piezas fueron creadas en el taller del artista fallero Manolo Martín. El presupuesto total ascendió a 2.482.780 euros, asumida por el Ayuntamiento de Valencia, entonces liderado por la exalcaldesa Rita Baberá, y por la empresa patrocinadora Rosal S.L. y Vallehermoso S.A., cuya aportación total conjunta se situó en 1.141.923 euros. "En este entorno se podrá observar el Palacio de Congresos, diseñado por Norman Foster, la escultura de Valdés y el futuro estadio del Valencia C.F.", declaró Barberá en 2006.
Si la pieza de Manuel Valdés se inspira en el tesoro de la Comunitat, todavía custodiado en Madrid, que supone la Dama de Elche, la rotonda de la carretera de Valencia a Pinedo cuenta con otro 'hommage': a Apolo. Si bien el original se conserva en el Museu de Prehistòria de València, esta glorieta cuenta con una réplica de la estatua de bronce que fue hallada por un grupo de submarinistas valencianos. Fue en diciembre de 1963 cuando las aguas de la playa de Pinedo dejaron al descubierto la pieza, que a su vez es una copia de época imperial del Apolo Delphinios de finales del siglo II a.C., un Apolo que se encuentra con el brazo izquierdo doblado, lo que indica que debió apoyarse sobre algún objeto o instrumento, probablemente la lira o la cítara. Tesoros del mar que también se pueden ver rodeados de asfalto.
El escultor de origen sevillano Melchor Zapata fue el encargado de dar vida a Tombatossals (2003), un personaje que ha acabado convirtiéndose de la mano del creador en la figura de hierro más alta de Europa. Con una altura de 20 metros y 20 toneladas de peso, la pieza fue diseñada para conmemorar el 750 aniversario de la fundación de la ciudad, la primera de una serie basada en la obra del autor castellonense Josep Pasqual Tirado. Trabajada a golpe de martillo, el escultor muestra al gigante mientras sostiene una piedra alza los brazos sobre su cabeza. Al Tombatossals se unieron más tarde la versión de otros personajes del libro, en este caso el forzudo Arrancapins (2006) que acaba de arrancar de la tierra una planta con sus raíces, y el busto de Bufanúvols (2010).
Fruto del convenio con el grupo de investigación Art i Entorn de la Facultad de Bellas Artes de la Universitat Politècnica de València, el Ayuntamiento de Alaquàs encargó la reproducción de la cuarta torre del castillo para presidir la rotonda de acceso a la localidad. La tarea no era sencilla para el grupo -compuesto por profesores de pintura, escultura y, ocasionalmente, arquitectura y otras disciplinas- pues se le encargó recuperar una torre que el castillo perdió en la primera parte del siglo XX.
Una de las rotondas más polémicas es sin duda la firmada por Juan Ripollés en Castellón. La escultura, de 29 metros de altura y 36 toneladas, está instalada en una rotonda de acceso a la ciudad y fue inaugurada en 2010 bajo el nombre 'Homenaje a las víctimas del terrorismo', una pieza valorada en 180.000 euros que, sin embargo, no aguantó las fuertes rachas de viento de enero de 2013, que tumbaron la obra. Fue durante una rueda de prensa concedida por el artista y el concejal de Urbanismo de la localidad, Miguel Ángel Mulet, que Ripollés pidió que no se modificara el estado en el que había quedado la escultura, pues fue ésta la que le pidió quedarse "como está" en una conversación nocturna que duró cuatro horas, según declaró el creador. "Déjame, no me toques", habría afirmado la pieza. "Comprendo que no es fácil comprender esto y sé que, a corto plazo, no me va a ayudar, pero me siento más identificado con esta escultura y el tiempo me dará la razón", afirmó Ripollés.
Esta no es la primera estatua, ni la única con polémica, que el artista ha plantado en Castellón. Fue en el aeropuerto de la ciudad que inauguró en 2012 ‘El hombre del avión’, una pieza situada en la rotonda de entrada al aeropuerto que llegó con un sobrecoste de 127.000 euros, sobre los 300.000 presupuestados, que fue asumido por el artista. Entre los comentarios vertidos sobre la obra, uno de los más repetidos fue el supuesto parecido de una de las caras de la pieza con el rostro del expresidente de la Diputación de Castellón y del Partido Popular provincial Carlos Fabra. Su fama cruzó el charco, una pieza que fue tildada de “símbolo de la ruina y el despilfarro” situada en el “el aeropuerto a ninguna parte” en un artículo publicado por el diario The New York Times. Por otra parte, y aunque inicialmente ideada para la Biblioteca Valenciana, en el monasterio de San Miquel de los Reyes, la escultura de bronce 'Homenaje al libro' encargada por el gobierno autonómico también ha acabado presidiendo una de las rotondas de la ciudad.
Si la ‘rotonditis’ ha tenido buenos y malos exponentes, una de sus peores caras se ha visto en las dudas en torno a los costes y adjudicación de dichas obras, que en algunos casos ha llegado a ser investigado por la Justicia. De esta forma, en el 'caso Rotondas' se investiga la presunta comisión de un delito de prevaricación por la presunta adjudicación irregular del grupo escultórico, que habría sido instalado en una rotonda de Murcia con anterioridad a la tramitación administrativa de su contratación, un caso por el que se investiga, entre otros, al que fuera concejal de Urbanismo del ayuntamiento de Murcia, Fernando Berberena; al galerista José Fermín Serrano, que es cuñado del anterior, y al escultor autor de la obra, Alfonso Albacete.
Cuestión de relación entre arte y rotondas, dos proyectos muy presentes en la ciudad también tienen mucho que ver con éstas. Sin ir más lejos, el proyecto de falla municipal firmado por el artista fallero Manolo García, que plantó este mismo año en la plaza del Ayuntamiento, recuperó el boceto inicialmente ideado para una rotonda en 2007 y que nunca llegó a materializarse. Bajo el lema ‘Fallas en el mundo’, en referencia al camino de la fiesta hacia el reconocimiento como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, el monumento presentaba a un artesano hecho de vareta como homenaje al gremio de artistas falleros, un guiño al propio logotipo de la organización. Si bien la rotonda nunca se ejecutó, el dibujo salió del cajón este año erigiéndose como el gran ninot de las FallasUnesco.
Si en este caso García rescató un proyecto ideado para este espacio, fue una glorieta lo que sirvió al artista valenciano Luis Montolio para ejecutar una de las imágenes, a la postre, más fotografiadas del casco histórico. Inspirada en la paella-rotonda de la N-340 que conduce a Benicàssim, este lugar se convirtió en el plató perfecto para inmortalizar a la vedette valenciana Rosita Amores, cuya estampa reina desde 2014 en la calle Corretgeria, a pocos metros del Micalet. Musa en el teatro Alkázar de Valencia, icono trash y actual gerente de una asociación para artistas jubilados, el binomio Montolio-Amores es el responsable de traer la rotonda a los muros de Ciutat Vella.