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crítica a la subordinación de la mujer

El MuVIM recuerda la "sumisión" de la mujer en el franquismo con una muestra sobre Elena Francis

La muestra complementa el ciclo expositivo 'Franquismo y resistència' que desarrolla el museo y que está integrado por otras dos exposiciones dedicadas a la campaña de los 'XXV Años de Paz' y a la actividad en el exilio francés de los intelectuales y artistas reunidos en torno a la editorial Ruedo Ibérico

15/07/2022 - 

VALÈNCIA (EP). El Museu Valencià de la Il·lustració o la Modernitat (MuVIM) exhibe la exposición 'Elena Francis. Franquismo y subordinación de la mujer', que quiere llamar la atención sobre "el papel subordinado y de sumisión al que el régimen condenó a las mujeres". La responsable del MuVIM en la Diputación de Valencia, Gloria Tello, recalca que este centro cultural "siempre presta atención a la situación de las mujeres, al punto de vista femenino de las cosas, habitualmente olvidado en los discursos hegemónicos".

"Esta exposición nos permite reconstruir el ambiente opresivo en el que vivieron aquellas mujeres consideradas eternas menores de edad, siempre necesitadas de tutela masculina, algo que ahora nos parece inaudito e inadmisible y entonces parecía de sentido común. Es, por tanto, una exposición absolutamente necesaria, porque no se puede entender adecuadamente el franquismo sin conocer lo que supuso, en cuanto a retroceso personal y social, para todas las mujeres de la época", sostiene. Por su parte, el jefe de investigación del museo y comisario de la muestra, Marc Borràs, explica que la dictadura obligó a las mujeres a soportar un papel subordinado "revirtiendo los avances legislativos conseguidos anteriormente --como la Ley del Divorcio de 1932, el matrimonio civil, los derechos de sociedad conyugal o derecho a voto-- y limitando la situación jurídica de la mujer, sobre todo de la casada, que se vio en una posición totalmente supeditada al marido, convertido en su representante legal y al que tenía la obligación legal de obedecer".

Desde el MuVIM recuerdan que durante 34 años consecutivos, millones de mujeres españolas encendían la radio por las tardes y se sentaban a escucharla. Una dulce y parsimoniosa voz femenina les daba la bienvenida y contestaba con un idiosincrático "querida amiga" a las cartas que innumerables mujeres atormentadas enviaban, pidiendo consejo, a la emisora. En principio, el consultorio para la mujer de Elena Francis nació en 1950 como un programa de Radio Barcelona patrocinado por el Instituto de Belleza y Depilación Francis. Es decir que era en realidad una añagaza comercial que, bajo la especie de consultorio sentimental, pretendía ofrecer consejos de belleza promocionando productos de la marca Francis.

La idea no era nueva, ya que seguía la estela de programas anteriores con formatos similares, como Radiofémina o Ella, Revista Femenina Literario- Musical, también de Radio Barcelona. Pero el éxito del programa fue tan grande que lo que en principio era sólo un señuelo publicitario --responder a las demandas de las oyentes-- acabó convirtiéndose en el verdadero eje central del programa. Y es que el consultorio de Elena Francis --continúan los responsables de la exhibición-- "fue mucho más que un espacio que ofrecía guía y consuelo para innumerables mujeres atormentadas por diversos problemas que, afortunadamente, ven resueltos gracias a las bondadosas indicaciones y acertados consejos que en él les proporcionan".

Un "aparato propagandístico formidable"

Algunas de las respuestas del programa a las cartas forman parte de los fondos de la muestra. "Fueron un aparato propagandístico formidable porque hacía uso del medio de comunicación más masivo de la época: la radio", resumen. Pero Elena Francis, como la Mercedes Fortuny de Radiofémina, nunca existió realmente. El personaje, y su filosofía de vida, fue una creación sobre todo de Àngela Castells, que marcó el tono y las directrices ideológicas durante los primeros años, siempre en consonancia con los fundamentos ideológicos de la Sección Femenina de la Falange y los principios religiosos de Acción Católica, grupos con los que estuvo estrechamente relacionada a través del Patronato de Protección a la Mujer, institución franquista con la que colaboraba y que trabajaba para la "dignificación moral de la mujer".

Después de Castells vinieron otras mujeres guionistas hasta que, en los últimos 18 años de vida del programa, un hombre --Juan Soto Viñolo-- fue el responsable de redactar los consejos y los reproches que la "querida señora" hacía a sus oyentes femeninas.

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