Peter Spuhler compró la fabricante suiza de trenes y locomotoras por 6 millones y fue adquiriendo tamaño hasta alcanzar los 6.000 trabajadores con los que cuenta en la actualidad
VALENCIA. Exmilitar, exparlamentario y empresario multimillonario. Este es el perfil de Peter Spuhler, el nuevo dueño de la valenciana Vossloh Rail Vehicles (Vossloh España), una marca que pronto será descolgada de la factoría de Albuixech para incorporar el rótulo de Stadler Rail, la enseña de su nuevo propietario.
La figura de Spuhler destaca por múltiples motivos. Además de su actividad empresarial al frente del grupo Stadler Rail AG, que es la que le ha llevado a situarse como la décimo novena fortuna de su país y la 847 del mundo con alrededor de 2.000 millones de dólares de patrimonio -según la revista Forbes-, se trata de un conocido personaje en su país por su condición de político del Swiss People's Party.
El CEO y dueño de Stadler sirvió durante 13 años en el parlamento, donde abogó por una agenda para impulsar la actividad empresarial y se posicionó tanto a favor del aumento de la inmigración en Suiza como en contra de la prohibición de los minaretes en el país, posturas que se vincularon al temor de posibles boicots musulmanes.
También es destacada su faceta de exmilitar. Spuhler fue oficial del ejército suizo, así como comandante de la fuerza de élite Twelfth Division of the Mountain Grenadiers en las duras montañas de la nación helvética.
Su firma, la ahora flamante Stadler Rail AG, es una empresa familiar que inició su andadura de forma humilde en 1942 y que en los últimos 25 años ha experimentado una espectacular progresión hasta facturar miles de millones de euros.
La naturaleza de la mercantil no le obliga a presentar sus cuentas consolidadas, según explica la propia firma en su página web, si bien la propia empresa estima en 2.000 millones de francos los ingresos de este año de Stadler Rail AG -unos 1.840 millones de euros-. La facturación, no obstante, ascendería realmente a 2.600 millones de euros, según calcula Forbes.
La cifras reflejan un gran potencial por parte del fabricante suizo de trenes y locomotoras, si bien el proceso para alcanzar este estatus fue harto complicado. El dueño y CEO de Stadler comenzó en 1987 su andadura en la sociedad -entonces el negocio era del abuelo de su mujer-, y sólo dos años después adquiriría la compañía por 6 millones de dólares.
Pronto logró dar empleo a una veintena de personas y elevar los ingresos hasta los 5 millones de dólares, y con el mismo impulso inició un arduo proceso de adquisición de compañías en apuros que duró dos décadas hasta alcanzar su volumen actual, con una plantilla de alrededor de 6.000 trabajadores que, sumando a los de Vossloh España, serían cerca de 7.000.
La firma se especializó en la fabricación de vehículos a medida y alcanzó hitos como construir los convoyes para subir al pico más alto de Alemania, soportar los brutales inviernos de Helsinki o crear las locomotoras para el transporte de mercancías desde Sao Paulo hasta el puerto de Santos, el más activo de América Latina.
La compañía cuenta con una decena de factorías repartidas entre Suiza, Alemania, Polonia, Hungría, Chequia, Italia, Austria, Bielorrusia, Holanda y Argelia, y abarca segmentos de mercado como servicios regionales y de cercanías o la producción de trenes expresos y tranvías. Además, presume de ser un proveedor «independiente» de «los constructores globales de vehículos ferroviarios como Alstom, Bombardier y Siemens».
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