VALENCIA. Décadas de premios, fotografías con celebridades y otros trastos acumulados en el despacho de Juan Lladró han sido sometidos estos días a una aparatosa mudanza a la Gran Vía Marqués del Turia de Valencia, donde ya se ubica, según ha podido saber Valencia Plaza, la nueva sede de la matriz familiar Sodigei, en unas oficinas alquiladas en el número 39.
Tras la venta al fondo PHI Industrial de la histórica Lladró, fabricante de figuras de porcelana, la firma que aglutina las participaciones de la familia –en la que Juan controla el 70% y sus hermanos José y Vicente y sobrinos el 30% restante– afronta ahora la melancólica reconversión hacia el negocio inmobiliario, aquel que siempre estuvo ahí pero que nunca mereció tanta atención como el industrial.
Sí, ha sido un duro golpe para los Lladró. Tras 15 años cayendo las ventas en picado la familia ha tenido que vender la compañía que ha lucido –y lucirá– su apellido por todo el mundo, aquella que fue objeto de culto internacional pero que no logró seguirle el ritmo al siglo XXI. Los Lladró, sin embargo, no se quedan sin nada, ni mucho menos.
La empresa familiar aún dispone de una gran cartera patrimonial que gestionar, propiedades a las que se sumará la inyección de liquidez de la venta, de la que no ha trascendido la cifra pero que se augura significativa por tratarse de una marca reconocida que contaba con muy poca deuda financiera. La firma presidida por Ignacio Jara –esposo de Mari Luz Lladró, la menor de las hijas de Juan– se encargará ahora de gestionar el fruto de los años de bonanza de la compañía.
Para empezar, Sodigei sigue siendo propietaria de los inmuebles de la Ciudad de la Porcenana donde se ubica la fábrica, de modo que pasa a ser la casera de los nuevos dueños de Lladró SA.
La sociedad ya pagaba formalmente el alquiler a la matriz y, según ha podido confirmar este diario, PHI Industrial ha asumido de entrada el mismo importe: un total de 2,3 millones de euros al año por el uso de las instalaciones de la Ciudad de la Porcelana, según consta en las últimas cuentas anuales depositadas por la empresa.
El contrato de alquiler tiene una duración de diez años para el tercio de superficie de la Ciudad de la Porcelana donde se ubica la fábrica y las oficinas. Otro tercio está alquilado a Lladró por seis meses, prorrogables el tiempo que PHI Industrial considere conveniente. El tercio restante, donde está la antigua fábrica de la filial Porsa, está a disposición de Sodigei para alquilar o vender porque no entra en el acuerdo con el nuevo propietario de Lladró.
En cualquier caso, las propiedades inmobiliarias de los Lladró van mucho más allá del complejo radicado en Tavernes Blanques. Quienes conocen su patrimonio sostienen que la joya de la corona es el edificio que tienen en Ginza –la zona más exclusiva de Tokio– en el que se ubica la tienda y las oficinas de Lladró Japan.
Como en el caso de la fábrica, la familia se encuentra de pronto en la situación de arrendador y con el inmueble alquilado, una estrecha finca pero situada en una de las vías más caras del mundo. En las cuentas de la matriz no figura el precio exacto del inmueble, si bien Inmuebles Ginza, la sociedad lo posee, figura en el balance de Sodigei de 2015 con un valor neto de 13 millones de euros.
A través de otras filiales como Rosal SL o South Hill SL –con valores netos contables de 38,5 y 5,2 millones de euros, respectivamente, en 2015– Sodigei aglutina otros muchos inmuebles, entre los que destacan un buen número de tiendas y los terrenos industriales ubicados delante y detrás de la Ciudad de la Porcelana, repartidos en los términos municipales de Tavernes Blanques, Alboraya y Valencia. La familia adquirió estos inmuebles ante un posible crecimiento de la industria. En la actualidad su valor es reducido, pero su proximidad a la ciudad podría revalorizarlos en el futuro.
Más allá de los bienes inmuebles, Sodigei también conserva en propiedad la colección pictórica conformada por Juan Lladró, valorada en 6,8 millones de euros. La familia, como informó en exclusiva Valencia Plaza, desgajó esta colección de la sociedad Lladró SA ante la expectativa de vender la empresa industrial, como finalmente ha sucedido.
En definitiva, la gestión de estos y otros activos concentra ahora el negocio de la otrora matriz de Lladró SA, con un horizonte empresarial de tranquilidad, ajeno los quebraderos de cabeza laborales y contables de la que fue su fábrica de figuras de porcelana. Está por ver si Juan Lladró, a sus 91 años, logra evadirse en su nuevo despacho de la labor a la que, hasta ahora, había dedicado su vida.