A casi nadie le tiene que sorprender o extrañar, que prácticamente la mayoría del tomate valenciano que se consuma en estas fechas estivales proceda de estos tres términos municipales. Me refiero al tomate de proximidad. Al nuestro. Al de casa. Lo curioso es que por extensión, en el catálogo, El Perellonet y Mareny disfrutan de más hanegadas de cultivo que El Perelló.
La fina arena, varias generaciones de apellidos ilustres, la Cooperativa de Agricultores de El Perelló y el empuje del Ayuntamiento local, agente colaborador en la organización de las X Jornadas Gastronómicas, son culpables del alto reconocimiento y valor otorgado por parte de la sociedad valenciana de esta variedad de tomate.
Si las plagas no se ceban con ellos habrá buena cosecha. La tuta, principalmente, enemigo público del tomate, junto a la araña, amenazan a este manjar rojo del Mediterráneo, que acompañado en el plato de ventresca o rúcula, y aderezado con una cucharada de aceite de oliva es realmente delicioso. La salinidad marca la diferencia con el resto de variedades.
No solo El Perelló vive del tomate; El Perellonet y Mareny también. Una vez finalizado el radar de tramo, si circulan desde València observarán a la derecha, en la carretera, extensiones repletas de túneles de malla o plástico, revestidos por cañas y apoyado sobre traviesas de madera con miles de tomateras suspendidas desde lo más alto. El agua dulce de l'Albufera juega un papel destacado en su composición. Otro pilar básico dentro de la cadena alimenticia del tomate que se suma al inventario es la empresa Planters Taches, y otros tantos viveros del terreno.
En esa maltratada vía por las severas señales de circulación, la antigua carretera Nazaret-Oliva, hoy reconvertida en CV-500, el consumidor dispone de varios puestos de venta de cosecha propia, parada obligatoria, para poder adquirir los tomates y verduras con trato directo con el agricultor. Verduras El Recatí, Miñana, Miguel, Mirja y Adrián forman parte del itinerario de la ruta del tomate. Una tradición, convertida en rutina, para los que la transitan sean segundos residentes o turistas que vienen a pasar sus días de vacaciones o descanso a los apartamentos o zonas de acampada.