VALÈNCIA. El emblemático edificio de Correos situado en la Plaza del Ayuntamiento de València, denominado en la etapa del Botànic como Palau de Les Comunicacions, sigue sin un uso definido medio año después de que el PP pasara a gobernar la Generalitat y el Ayuntamiento de València en compañía de Vox. Fue el anterior presidente, el socialista Ximo Puig, quien tomó la decisión de adquirir el histórico inmueble por un precio de 23,9 millones de euros. Un coste que despertó ciertas críticas de la oposición, especialmente cuando su uso inicial fue el de albergar recepciones a todo tipo de colectivos durante las fiestas falleras, dado que es una ubicación excepcional para disfrutar las mascletás.
La ahora alcaldesa, María José Catalá, prometió durante la campaña electoral que el inmueble se convertiría en un museo fallero con un fuerte acento innovador basado en la inteligencia artificial, la realidad virtual, la experiencia inmersiva y otras características que transformaran el edificio en un templo de obligada visita para los amantes de la vanguardia cultural que además estuvieran interesados en descubrir la gran fiesta valenciana desde otro punto de vista. Es más, la entonces candidata aseguró que su compañero en el PP y aspirante en ese momento a presidir la Generalitat, Carlos Mazón, se había comprometido a alojar este museo fallero a través de la cesión del inmueble si accedía al gobierno autonómico.
No obstante, seis meses después y con las próximas Fallas en el horizonte, no se aprecian avances en esta cuestión. El 1 de agosto del año pasado, en una de las primeras reuniones entre el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, y Catalá, se abordó, entre otros asuntos, el futuro del inmueble, aunque no se verbalizó -al menos no se reflejó en el comunicado oficial- que fuera a producirse la cesión anunciada.
"Es un objetivo compartido entre la Generalitat y el Ayuntamiento. Ambas administraciones colaborarán para lograr el uso y disfrute de este edificio por parte de todos los valencianos y valencianas y de todos los visitantes que quieran acercarse a las tradiciones de la Comunitat Valenciana", aseguró Mazón entonces. "Queremos hacer un proyecto de calidad, que se posicione a nivel nacional e internacional, y que narre la historia de las Fallas de València a través de las nuevas tecnologías y la digitalización", subrayó Catalá tras ese encuentro.
Como parece obvio tras el tiempo transcurrido sin ninguna novedad, el proyecto no podrá estar listo para estas Fallas e incluso existen dudas de que se pueda alumbrar para las del año próximo. Según ha podido saber este diario, la cesión por parte del Consell no se ha descartado, pero se estudia qué tipo de proyecto se debería realizar en el emblemático inmueble, dado que otra de las posibilidades que se manejaba es que el espacio para el citado museo fallero pudiera estar limitado a una parte del edificio, mientras que otras estarían dedicadas a albergar otras cuestiones.
Y es que encontrar un objetivo -o varios- para el edificio de Correos no es sencillo por las propias características y nivel de protección del edificio. El propio Puig y su equipo impulsaron la compra porque tenían claro que el histórico y céntrico inmueble debía incluirse en el catálogo público, pero pasado año y medio de su adquisición, su uso se había ceñido a actos en su mayoría relacionados con medios de comunicación, la exposición de la colección Lladró y el ya mencionado uso lúdico-social durante las Fallas.
Es cierto que desde Presidencia se solicitó un Plan de Usos que fue elaborado por Tragsa y entregado a finales de 2022 pero, tal y como informó este diario, prefirió guardarse en un cajón debido a la compleja y costosa realización del proyecto, que consistía en convertir el recinto en una mezcla de sede de las regiones europeas, museo de exposiciones inmersivas, centro para las comunicaciones y, al mismo tiempo, permaneciera la posibilidad de realizar actos con empresas informativas y las ya instauradas recepciones falleras. Un ambicioso plan a varios años cuyo coste total se situaba en torno a los 20 millones de euros y que los socialistas prefirieron congelar a la espera de una nueva victoria electoral que no llegó.
En cambio, ahora la pelota está en el tejado del PP de Carlos Mazón. A pocas semanas de que comiencen a dispararse las mascletás en la Plaza del Ayuntamiento, tampoco parece decidido si el edificio de Correos abrirá sus puertas para recibir a invitados, colectivos de la sociedad civil o agrupaciones falleras, tal y como en su día hizo Puig. En este sentido, el PP en Les Corts, a través de la propia María José Catalá, criticó este uso y exigió conocer todos los gastos tanto de reformas en el edificio como de los catering dispensados en días falleros e incluso los listados de invitados en esos días festivos. De hecho, fuentes populares cifran en un gasto de 133.000 euros los servicios prestados en comidas y bebidas entre el 1 y el 19 de marzo del pasado año, con días de más de 200 invitados.
Con estos antecedentes, la pregunta es si el nuevo Gobierno valenciano decidirá también abrir las puertas del edificio de Correos en Fallas para invitar a la sociedad civil -lo que podría acarrearle ciertos problemas por sus críticas anteriores-; buscar otra fórmula para el uso del inmueble en esos días; o dejarlo cerrado. Las fuentes de la Generalitat consultadas por este diario sobre esta cuestión, así como del destino general del Palau de les Comunicacions, evitaron pronunciarse.