VALÈNCIA. “Es importantísimo consolidar el proyecto del IVAM, para que sea reconocido internacionalmente como ya pasa y que eche raíces en el barrio, porque en el Pati Obert podemos hacer grandes cosas”. Estas palabras las firmó en 2019 Raquel Tamarit, ahora Consellera de Cultura y entonces secretaria autonómica del ramo. Tras años de espera, el Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) se preparaba para cortar el lazo de su esperado jardín de las esculturas, rebautizado como Pati Obert, un espacio que enterraba definitivamente la idea de ampliación de la sede principal del museo y que nacía con el objetivo de transformar el solar trasero del centro en un espacio de “convivencia” que, además, fuera entendido como una extensión del propio IVAM, un lugar donde llevar distintas acciones artísticas y actividades complementarias a la acción ‘interior’.
El jardín llegaba tras muchos años de batalla y de cambios en el calendario. Tanto es así que para calmar las aguas en 2017 se realizó una suerte de inauguración simbólica con la realización de un mural a cargo de Escif que buscaba conectar el museo de nuevo con el barrio, con un solar que el entonces director del museo, José Miguel G. Cortés, llamaba “de la vergüenza”. “Tenemos que tratar de consolidarlo como un lugar de encuentro entre el museo, los vecinos y la gente que nos visite”, defendía por su parte Nuria Enguita a su llegada la dirección del IVAM, en la que se marcaba como “prioridad”, explicaba a Europa Press, el impulso al jardín. Sin embargo, la realidad ha acabado relegando el espacio a un lugar más bien anecdótico en la vida cultural y social de la ciudad.
Una vez abierto al público, lo cierto es que el espacio está lejos de convertirse en lo que un día se soñó, tanto desde el punto de vista físico como de contenido. Desde su inauguración apenas ha sido escenario de un puñado de acciones y, de hecho, ni siquiera ha sido mencionado en las presentaciones anuales de programación de IVAM, haciendo del jardín un espacio, en la práctica, más bien alejado de la acción del museo. Entre las actividades que ha acogido, algunas como la colocación de un cartel vinculado al proyecto de arte público participativo #PortalDeIgualdad, de la artista y comisaria feminista Mau Monleón Pradas; un taller de ‘Tape art’, una actividad mediante la que ‘dibujar el espacio’ con cintas adhesivas de colores; o encuentros puntuales. Preguntados sobre el programa de actividades del espacio, desde el museo aclaran que es posible que en primavera acoja algún otro taller de perfil familiar, aunque a corto plazo no hay acciones programadas.
Que el resultado del espacio no ha convencido ni a unos ni a otros no es ningún misterio. Ya en 2020, con el espacio abierto al público -pero sin inauguración oficial- Raquel Tamarit confesaba que no daba por concluidos los trabajos en el jardín, pues todavía había que "pulir" algunos detalles y hacer "alguna pequeña actuación" para "humanizar" el espacio de cara a que estén "más satisfechos con este proyecto porque es lo que se pretendía”. El nuevo jardín, por tanto, no es definitivo. De esta forma, hace apenas unas semanas se adjudicó por un importe de 16.530 euros (IVA incluido) el servicio de redacción del proyecto de acondicionamiento y mejora del Pati Obert al arquitecto Mateo Pérez Palmer, encargado de dibujar un renovado jardín. Ahora está pendiente la licitación de la obra que renueve un espacio que apenas alcanza los cuatro años de vida.
Concebido antes que Pati Obert como “jardín de las esculturas” el espacio quería ser el lugar donde desplegar una pequeña parte del fondo artístico del museo, un recorrido que incluye piezas como El muro y la palabra (2018-2020), de Victoria Civera, o Luna sobre prisma (2001), de Miquel Navarro, un listado que ha dejado una gran cuenta pendiente: la recuperación de la escultura que realizó en 1989 el artista danés Per Kirkeby para el IVAM, que actualmente se encuentra en el jardín del río Turia. Si bien en un primer momento estaba incluido en la lista de obras a instalar, una vez abrió el jardín lo hizo sin la icónica escultura. La obra ha sido objeto de ataques vandálicos y se presenta vallada, cubierta de grafitis y con basura, una situación que se ha mantenido durante años. De hecho, ya en 2011, con el Partido Popular en el gobierno, Compromís denunciaba el "preocupante" estado de la obra.
Su situación no parece haber mejorado con el tiempo y fue en 2021 cuando la actual dirección, finalmente, descartó trasladarlo al jardín, una decisión que, tal y como explicaron desde el museo, estuvo impulsada por las distintas reuniones con agentes del barrio que expresaron su deseo que el jardín cuente con mayor espacio para la programación de actividades culturales. Su nueva ubicación será la subsede del Parc Central, cuya inauguración estaba prevista para 2023 pero cuyo proyecto sigue paralizado a la espera de que Conselleria licite el proyecto y, después, las obras. Con todo, el soñado jardín de las esculturas busca ahora una segunda oportunidad tras unos primeros años en los que no ha llegado a cumplir las expectativas de lo que se esperaba del espacio, un jardín que languidece tanto desde el punto de vista físico como por lo que respecta a la programación cultural que lo acompaña. Ahora, la mirada está puesta es esa nueva renovación, un nuevo proceso de obras con el que, cinco años después de su apertura al público, se quiere volver a intentar conquistar al público.