Los arquitectos Javier Hidalgo y Diana Sánchez Mustieles conversan sobre cómo los vestigios del patrimonio industrial se han convertido en protagonistas inesperados de València
VALÈNCIA. Javier Hidalgo, al frente de su estudio de arquitectura y patrimonio, encabeza alguna de las recuperaciones más carismáticas de la ciudad. Por ejemplo, la Casa del Médico, en la Avenida del Puerto de València. Estos días su equipo afronta el proceso de poner al día la chimenea en Alameda que da testigo de la vieja alcoholera.
La arquitecta Diana Sánchez Mustieles es una de las principales especialistas en patrimonio industrial. Hace unos años recibió una llamada -que creyó en broma- pidiéndole información sobre Bombas Gens. Era José Luis Soler, impulsor de su recuperación. Había visto el espacio a través del blog de Mustieles, un espacio de conocimiento y reivindicación desde hace más de una década.
Los dos han quedado para pasar revista al estado del patrimonio, comenzando por el principio: qué debe ser considerado como tal. Pero también sobre la manera en que València ha incorporado -y olvidado- viejos complejos industriales en su propia narrativa de ciudad; cómo vestigios industriales se han convertido en protagonistas inesperados.
-¿Por qué decidisteis dedicaros a la arquitectura patrimonial?
-Javier Hidalgo: Cuando estudié arquitectura no había ninguna especialización en patrimonio. Comencé en una constructora, llegué al Ayuntamiento de Llíria, que es una ciudad con mucho patrimonio. Había dos arqueólogos en ese momento y yendo con ellos empecé a tomar contacto con todo lo que era el patrimonio. A partir de estudiar el máster de conservación del patrimonio de la UPV decidí dejarme el ayuntamiento y trabajar por mi cuenta.
-Diana Sánchez Mustieles: Parece un topicazo pero a mí desde los 13 años me gustaba Indiana Jones. Quería juntar patrimonio con arqueología, visitar sitios abandonados. Antes de hacer la tesina nos preguntaron qué edificio querías estudiar y mientras todo el mundo escogía palacetes, residencias, yo escogí el Molí de Forés, en Silla. Fue el principio de todo. Me permitió conocer el concepto de patrimonio industrial, que en València no se había estudiado mucho. Había muy poca información. A la vez que hacía la tesis, nació mi idea del blog que pensaba que iba a leer mi madre y 3 personas más. Pero tuvo muy buena acogida y ya lleva 12 años, como mi hijo.
-¿Consideráis que la sociedad valora su patrimonio?
-Diana Sánchez Mustieles: Todos reconocemos qué es un castillo y una iglesia y sabemos su valor sin saber que es el concepto de patrimonio. Pero no se reconoce otro tipo de patrimonio: el industrial, el rural, por ejemplo. Muchas veces la percepción que llega tiene que ver con las polémicas que se originan. Hasta que no se conocen noticias por denuncias, la gente no sabe a lo mejor que en su barrio tiene edificios patrimoniales. Nos llegan noticias sobre pintadas en el Coliseo, haciendo escaladas por murallas… Si no se conoce el valor que tienen es más complicado que se respete. El patrimonio al final forma parte de la memoria de los pueblos o de las ciudades, de su identidad.
-Javier Hidalgo: Se ha mejorado. En València, si lo comparas con hace unas décadas, la verdad es que se está haciendo bastante. Se está haciendo bien. Técnicos, arquitectos, que están haciendo las cosas de otra manera. A mí también me gustaría que se restaurara más, pero tanto en la iniciativa pública como privada hay mayor consideración.
-¿Por qué ahora el patrimonio industrial forma parte de los nuevos espacios de la ciudad y antes se destruía?
-Javier Hidalgo: Por una parte porque está muy de moda, aunque sea para hacer espacios de ocio y tal. Por eso, si hubiera llegado antes, con espacios como la Imprenta o Mercader, desde luego Bombas Gens, hubiéramos salvado más edificios. En muchos casos no son intervenciones todo lo puras que nos gustarían, pero habrá que compaginar, permitir que la iniciativa privada entre y los ponga en valor.
-Diana Sánchez Mustieles: Se ha destruido mucho en València porque no se valoraba. Ahora se pone en valor porque es moda. El problema es que las modas pasan. Porque se han cargado toda la parte de San Vicente, donde estaba Macosa, se han cargado toda las cervezas Turia, hierros Mateu, todo el parque de Artillería, en las Naves de Verdeguer se hizo una mutilación porque en la otra mitad iban a hacer viviendas, se perdió su cohesión. Y desde luego ojalá se dieran más ventajas a la iniciativa privada, porque la administración ni puede ni debe poder con todo.
Otro de los problemas es que se saca una licitación para la rehabilitación pero no para su gestión. Hace que nos encontremos naves rehabilitadas, con mucho dinero, pero sin uso. En las Naves de Cross pasaron unos cuantos años antes de que se gestionaran. Rehabilitación y gestión deben ir de la mano.
-Javier Hidalgo: Los planes directores son un instrumento para ello, sobre todo de la administración pública. Permite el trabajo del monumento a muy largo plazo, saber a dónde quieres llegar.
-Más allá de la moda, ¿existe más preocupación para que el patrimonio no se destruya?
-Diana Sánchez Mustieles: Creo que las redes sociales han contribuido a unir a personas con intereses comunes. Personas que en su barrio tienen una fábrica antigua y empiezan a preguntarse. En Zaragoza, en la función Averly, sucedió así. Luego, pasa el caso de las Cocheras de Madrid, se pusieron en contacto entre ellas. Van uniéndose puntos y se hace grande. Aquí, en el barrio de San Antonio, iban a derribar las naves, y gracias al movimiento ciudadano de momento permanecen.
-Javier Hidalgo: En Hamburgo, en Burdeos, en Oporto… hay muchos casos de éxito, las personas viajan y ven que las viejas fábricas dan otras posibilidades. Genera una motivación.
-¿Qué cuenta el patrimonio industrial de nuestra propia sociedad?
-Diana Sánchez Mustieles: Es un patrimonio cercano, asociado a una memoria viva. La memoria del trabajo, con trabajadores que te ayudan a interpretarlo. La fábrica es lo cotidiano. Demasiadas veces ha ido asociado a la explotación, la contaminación, pero también es avance, tecnología, movimiento obrero.
-¿Cuáles son vuestros ejemplos favoritos?
-Diana Sánchez Mustieles: A Cross le tengo mucho cariño. Las estudié en las tesis doctorales. Entré cuando estaban destrozadas y ver cómo han cambiado… aunque la actuación en la iglesia no me gusta. La bóveda completa aportaba mucha luz, y la cortaron. Y Bombas Gens es muy especial porque fue mi primer trabajo profesional. Cuando José Luis Soler me llamó por teléfono -“lo he visto en tu blog y quería quedar contigo porque quiero comprar esa fábrica”- lo que le dije es que si la compraba lo único que le pedía es que me dejara verla al abrirla. Y lo cumplió.
-Javier Hidalgo: Vivía en el barrio donde estaba Macosa y todos los días me despertaba con la sirena que llamaba a los trabajadores. Sonaba en toda la Valvanera. Aún se me ponen los pelos de punta. Es patrimonio industrial, inmaterial. Como el sonido de las campanas.
-Estáis interviniendo, Javier, la alcoholera de Alameda, su chimenea.
-Javier Hidalgo: Haciendo la investigación para el proyecto las fotos son espectaculares. La Unión Alcoholera Española tenía tres chimeneas, ahora quedan dos. Era un complejo brutal. La chimenea solo tiene un valor simbólico, pero es lo único que queda de todas esas fábricas de ladrillo. La Fàbrica de Penyaroja. Estuvo prácticamente hasta los noventa.
-Diana Sánchez Mustieles: El problema es que las chimeneas se descontextualizan. Las ves y no sabes a qué pertenecen.
-Javier Hidalgo: En el proyecto está planteado mostrar su historia.
-Diana Sánchez Mustieles: Son elementos icónicos, con los que aparentemente se salva el patrimonio industrial porque no incordian.
-¿Qué reclamáis para facilitar el mantenimiento del patrimonio?
-Javier Hidalgo: En demasiadas ocasiones se ponen muchas trabas. Porque protegerse excesivamente a veces es contraproducente. Puede haber iniciativas como Bombas Gens, casi por amor al arte, pero me enfrento a casos en los que no se facilita.
-Diana Sánchez Mustieles: La protección es un arma de doble filo. Proteges pero muchas veces impides a los propietarios mantenerlos. Deberían tener ayudas fiscales por el mero hecho de recuperar patrimonio.
Los Arcos de Alpuente es considerado Yacimiento Arqueológico y declarado Bien de Interés Cultural (BIC), en la categoría de Monumento