LA VALENCIA QUE NO

El peor bar de Ruzafa

Mira que cuesta poco hacerlo si no bien, al menos comestible, higiénico y amable.

| 22/04/2022 | 3 min, 57 seg

En el peor bar de Ruzafa, cuyo nombre empieza por “bocata”, no hay bocatas. Bueno, miento. Hay una pizarra blanca escrita a rotulador que por el paso del sol y los turistas borrachos se ha hecho indeleble, como el recuerdo a fritanga que se queda en la ropa cuando entras a mear.

En el peor bar de Ruzafa no hay ganas de regentar un bar. 

Tampoco tabures en la barra, ni demasiada higiene. 

Un amigo le llama “el bar de llorar”. 

El peor bar de Ruzafa tiene un nombre que acaba en “II”, de lo que se deduce que en algún sitio hay un bar homónimo. El original. El primero de una estirpe de bares en los que no se encuentra el amor, ni el calor, ni un sándwich mixto en el que alguien alguna vez confió. 

1,2 sobre 5 en la puntuación de Google. Wow. 

La cerveza no tiene presión. Los cacahuetes tienen suficiente sodio para subir la presión arterial.  Aunque escasean. En otro bar que no es el peor de Ruzafa, ni está en Ruzafa,  aunque tampoco es que pueda aparecer en nuestro restorán de la semana, me explicaron que debido a la escasez de de aceite de girasol han empezado a cobrar los cacahuetes fritos. Pues yo que sé, freidlos en aceite de oliva. Si los campesinos no tienen pan, q'ils mangent de la brioche*.

*Esto es lo de “que coman pasteles” que se le atribuye erróneamente a Maria Antonieta de Austria. Procede de un texto de Jean-Jacques Rousseau, Confesiones, que tienen un punto de autoficción de la época pero claro, como Rousseau era un señor —bastante misógino, por cierto— y era la época que era, nadie se cuestionaba qué era verdad, qué era ficción y que era una ensoñación derivada del consumo de un chupito de láudano. Ah, la fórmula magistral del láudano de Rousseau, su tocayo monje capuchino, dice así:

“Se hacen disolver cuatro onzas de opio en cinco libras de agua caliente, añádase una libra de miel y después dos dracmas de espuma de cerveza; póngase todo en un matraz y colóquese en una estufa calentada a treinta grados centígrados. Cuando haya cesado la fermentación cuélese por expresión y fíltrese. El líquido claro se destila a baño maría. Para obtener dieciséis onzas de licor alcohólico se vuelve a destilar este producto por segunda vez, después por una tercera, para volver a obtener solamente cuatro onzas y media de líquido. Después se toma el residuo que quedó en el baño maría después de la primera destilación, se hace evaporar a un suave calor hasta que queden diez onzas del producto al cual se añaden las cuatro onzas de alcohol opiado dicho arriba; se filtra y se conserva en un frasco bien tapado. Veinte gotas de este láudano representan dos gramos y medio de extracto de opio o cinco gramos de opio en bruto”. 

Este bar, que está en uno de los peores barrios de València para vivir en un primer piso, está situado en una calle en la cual el metro cuadrado para bajo comercial tiene una media de casi tres euros por metro cuadrado de alquiler al mes. Muchos cafés quemados hay que arrojar sobre la mesa para poder costear la renta. 

“¿Podemos juntar otra mesa?”. No podemos juntar otra mesa, porque en el peor bar de Ruzafa solo queremos beber mal, cruzar conversaciones y cruzar al Consum a por unas papas. Es que las que hay en el peor bar de Ruzafa están húmedas y secas, agrias y punzantes, chiclosas y grumosas. No podemos juntar otra mesa porque la camarera y dueña, que es un antónimo de la simpatía, dice que somos un coste de oportunidad negativo para ese grupo derrochador que se va a gastar el sueldo en la comida que no hay en el peor bar de Ruzafa. 

Dicho grupo no llega, y la camarera y dueña nos deja juntar una unidad de mesa más. 

Y os preguntaréis, ¿por qué vais entonces al peor bar de Ruzafa, a sabiendas de que es el peor bar de Ruzafa, porque eso se ve y se huele desde la acera contraria?

Porque es primavera. Y la primavera solo entiende de terrazas. 

Tarjeta mínimo 5 euros. Baño solo para clientes. 

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