«El PP es el partido de los trabajadores, y no lo digo yo, lo dice el CIS»

VALÈNCIA.- En 1995, el ahora secretario de Presidencia y amigo de Ximo Puig, Andreu Ferrer, dejaba una nota oculta en el Palau de la Generalitat que rezaba: «Tornarem». Cuando volvieron en 2015 la nota estaba allí. Ahora, la que sueña con no esperar dos décadas para regresar al Consell es Isabel Bonig, recién confirmada como lideresa indiscutible del PPCV. La conversación con Plaza dura dos horas marcadas por la determinación y el sentido del humor de la presidenta popular. 

—En 2007 fue alcaldesa de la Vall d'Uixó pero en 2003 ya comenzó su trayectoria política. Fue asesora del conseller de Presidencia Alejandro Font de Mora. Ahí coincidió con una generación del PP que hizo carrera.

— Sí, César Sánchez, Alfredo Castelló, Lorenzo Agustí, Paula Sánchez de León... yo era de las más jóvenes.

— ¿Y cómo recaló allí?

— Venía de Villafranca del Cid, donde había sido tres años secretaria interina y luego tres más de secretaria interventora en la mancomunidad de Els Ports. Allí,  por cierto, conocí al entonces presidente Ximo Puig, que era el alcalde de Morella. Después, en 2001, pasé al consistorio de mi municipio, donde fui jefa de personal. En 2003 perdimos la alcaldía y fue entonces cuando Font de Mora me entrevistó y entré en política. De Presidencia fui a Cultura. Así que he pasado de pequeños municipios a las grandes ciudades. Debo admitir que soy de 'mogollón': lo necesito para desestresarme. La playa, el centro...

—De centro de ciudad se refiere, porque usted es de derechas...

—[Ríe]. De centro de ciudades, sí. Reconozco la dureza de los pueblos de interior, aquello no era fácil.

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—Dicen que Francisco Camps la descubrió en un mitin electoral. ¿Recuerda el discurso?

—Sí, y no lo olvidaré. En 2007 había unas ciudades que el PP se había fijado como objetivo. En Castelló, era la Vall d'Uixó. Era un pueblo de izquierdas, con alcalde comunista durante doce años. Nos dijeron que allí ganaban porque iban casa por casa y eso hicimos. Ir casa por casa repartiendo propaganda, piruletas en los colegios... El día del mitin había clima de victoria. Fue épico.

(Lea el artículo completo en el número de abril de la revista Plaza)