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el tintero / OPINIÓN

El pre-sidente del pre-acuerdo

En menos de 48 horas hemos ido a votar, los resultados han sido idénticos a algunas encuestas y predicciones, como la que hizo el directo de este diario el propio domingo por la mañana y algunas de la Universidad de Tel-Aviv. Y parece que ya asoma la formación de un nuevo gobierno entre socialistas y extrema izquierda

13/11/2019 - 

La semana es de noticias de impacto diarias, quizá hoy miércoles mientras lee esta columna hay otra. El domingo los comicios electorales dejaron a Ciudadanos hundido y tocado y a Vox como tercera fuerza en el Congreso de los Diputados. Si para algunos había una noticia sorprendente, el ascenso de Vox superando el medio centenar de diputados, el lunes nos desayunamos con la dimisión total de Albert Rivera no sólo como líder de Ciudadanos sino como diputado, es decir, dando por finalizada, al menos por ahora, su carrera política. Algo que, al margen de consideraciones sobre su honestidad y responsabilidad, no es buena noticia para la política española porque su discurso era sensato y necesario. 

Ayer martes y cuando algunos creíamos que tardarían semanas sino meses en llegar a un acuerdo, nos comimos con que el PSOE y Podemos habían llegado a un pre-acuerdo de gobierno con diez puntos a modo de programa electoral reducido y con varios puntos propios del programa de máximos de la formación de extrema izquierda, propuestas que a cualquier persona con los pies en la tierra y consciente de cómo es la vida real, puede generar intranquilidad, cuando no preocupación. La escenografía de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias firmando el documento en el Congreso de los Diputados, a más de uno dejó sin ganas de tomarse el postre. 

Pero hagamos un poco de memoria, hace apenas una semana en el debate, frente a la caricia que buscaba insistentemente Iglesias de parte de Sánchez, éste con total seguridad decía que tenía serias discrepancias con muchas políticas de Podemos, dando a entender que por ello era muy difícil llegar a un acuerdo de gobierno. Nos demuestra unos días después que mentía, mentía descaradamente a los ciudadanos, no se atrevió a decir que su intención firme era pactar con el partido de extrema izquierda. 

Hay más muestras y algunas de gravedad por el asunto al que afectan, Pedro Sánchez dijo en campaña para arengar a los suyos y ponerse la careta de hombre de Estado defensor de la ley y el respeto a la justicia y la unidad nacional: “El PSOE y Unidas Podemos tenemos serias discrepancias en cuestiones fundamentales como es la cuestión catalana. ¿Os imagináis esta crisis en Cataluña con la mitad del gobierno defendiendo la Constitución Española y la otra mitad con miembros de Podemos diciendo que hay presos políticos? ¿cómo estaría España?”, exclamaba esta última cuestión con un tono de falsa indignación, algo que sólo las personas cínicas e hipócritas pueden hacer, y encima en público y delante de un micrófono. La cara más dura que el cemento armado, como decía una maestra de mi infancia. 

Pero entre las muchísimas declaraciones que hay en los medios, en radio, prensa y TV negando cualquier sintonía, no sólo el líder de los socialistas queda como Cagancho en Almagro. La mano derecha de Sánchez, el ministro en funciones, el valenciano José Luis Ábalos dijo literalmente: “Una coalición tendría sentido si ambas formaciones sumaran mayoría absoluta”, algo que no se da; y como último ejemplo de la facilidad para mentir de los líderes socialistas, la vicepresidenta Carmen Calvo afirmó en una de sus peculiares declaraciones: “Con Unidas Podemos no nos da la cifra”. Y así no habría espacio para recopilar la cantidad de veces que negaron cualquier pacto de gobierno. 

Los más veteranos pensarán que los políticos tienen como afición mentir, o al menos decir lo contrario a lo que piensa o a lo que saben que harán, son así, pero no todos. Se abre una época expectante, preocupante y ante todo vigilante. Un estado de derecho y democrático como España debe poseer mecanismos que la protejan de sus enemigos externos pero también de sus peligros internos, algo mucho más complejo de percibir y denunciar, y donde los medios de comunicación y en concreto los periodistas pueden tener un importante y necesario protagonismo, si no se someten cobardemente al poder. 

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