VALÈNCIA. Los tres socios de la compañía valenciana Hongaresa de Teatre, Lluïsa Cunillé, Lola López y Paco Zarzoso, fueron, junto a otras 13 ilusionadas personas, fundadores de la Sala Ultramar en abril de 2012. De ahí que ante el anuncio de su inminente cierre, hayan querido despedirse del teatro subiendo a escena su último montaje, Querencia. La tragicomedia estará programada en la sala del buzo en un formato adaptado los días 16 y 17 de diciembre.
En Querencia, una gran diva de la escena y el más prestigioso crítico de teatro del país coinciden después de una larguísima y traumática separación en la casa que compartieron como pareja. Durante la representación asistimos a una implacable lucha de titanes en la que poco a poco se van descubriendo sus monstruos.
Lola López y Pep Ricart dan vida a los protagonistas de este texto, donde realizan un verdadero recital, “ya que han de crear poderosas máscaras y corazas para luego deshacerlas, y es muy importante la partitura musical del texto y su manera de ejecutarlo”.
Ambos actores se miden en un duelo dialéctico en el que enmascaran la fragilidad y las debilidades de sus personajes, su incapacidad de pactar con la realidad. El componente que hace universal el espectáculo son las heridas que esconde la pareja: “Los celos, la envidia, la necesidad de ser amados, el miedo a la vejez y al abandono, la necesidad de permanecer, de la gloria”, detalla Zarzoso.
El dramaturgo ha decidido que el personaje masculino elija la tauromaquia como alternativa laboral a la crítica de teatro para magnificar el conflicto de la pareja. Así mismo, “a partir del toreo, de su ritual y su gran verdad escénica, hay una reivindicación poética de una teatralidad inspirada en ese arte tan aparentemente lejano al rito escénico”, especifica.
La obra plantea a la audiencia una inquietante pregunta, qué misterios se esconden en el fondo del corazón humano para que seamos capaces de matar a nuestros seres queridos.
Esta coproducción de Hongaresa y el Centro Dramático de Repúblicas Ibéricas fue estrenada con éxito este pasado mes de octubre en el festival Mercosur, celebrado en la ciudad argentina de Córdoba, y a continuación, en el Teatro Payró de Buenos Aires. Querencia continuó luego su gira por la Muestra de Autores Contemporáneos de Alicante, Sagunto, Logroño y Madrid. El montaje tendrá su estreno en València el mes de febrero del año próximo en el Teatre El Musical.
La Sala Ultramar se inauguró con dos espectáculos de Hongaresa de Teatre, El alma se serena y El Hipnotizador. A los dos años de la fundación del teatro del buzo, la compañía se apeó del proyecto, pero el vínculo personal y artístico ha seguido siendo enorme todos estos años. De hecho, muchos de los trabajos de la formación se han estrenado en la sala del número 9 de la calle Alzira, y Zarzoso ha coordinado diferentes talleres de creación como Ni noble, ni buena, ni sagrada: Bankia, Once razones para no comprar en Mercadona y Electricidio.
El dramaturgo y director compara la noticia del fin de la sala con el cierre de un jardín, un hospital o una biblioteca. “Un teatro es un pulmón, un corazón y un cerebro. Es una casa para latir al calor del verbo y para el encuentro de los cuerpos. Cada vez necesitamos más espacios para la juntura humana y más teatros como la Sala Ultramar, que han albergado creaciones contemporáneas de voces vivas, de voces que han susurrado, aullado y expresado las necesidades más prosaicas y poéticas de la autoría actual”, ha lamentado Zarzoso, quien demanda “apoyo público para su supervivencia”.