El rodaje de su primer cortometraje se realiza estos días en las localidades del Puerto de Sagunto y Culla y ocupa a unos 50 profesionales. El cortometraje es un extracto del segundo acto de 'Cuzco', su último texto original estrenado, aunque el autor ha preparado a conciencia su salto audiovisual durante el último año y medio
VALÈNCIA. Víctor Sánchez se pone tras la cámara y lo hace en casa. La casualidad –o no– ha llevado a que las localizaciones principales de la cinta se rueden durante estos días en las decadentes e inspiradoras instalaciones de la Gerencia y Casino Recreativo Cultural del Puerto de Sagunto. Un espacio público en su pueblo natal derivado de los usos sociales de la actividad industrial del siglo XX que será reformado en unos meses. Sin embargo, su estado actual se ha convertido en una suma de sets idílicos para las localizaciones interiores de Cuzco (las exteriores se rodaron el pasado sábado en Culla, Castellón).
El cortometraje parte del segundo acto de la obra original para teatro de título homónimo. Con el apoyo del Institut Valencià de Cultura, À Punt Mèdia y el propio Ayuntamiento de Sagunto, es Turanga Films quien produce el debut del premio Max a la Autoría Revelación por Nosotros no nos materemos con pistolas y nominado por A España no la va a conocer ni la madre que la parió, entre otros reconocimientos. Por ese motivo, Lina Badenes, responsable de la compañía productora justifica la cantidad de compañeros de viaje que se han ido sumando al proyecto y entre los que podrían destacar Miguel Llorens (director de fotografía), Neus Mira (primera ayudante de dirección), Bernat Aragonés (montaje), Pablo Salvador (script), Nacho Ybarra (sonido de directo) o Mireia Vila, que ya se encargó de la escenografía en la versión teatral y está al frente de la dirección de arte del audiovisual.
Fue Badenes quien convenció a Sánchez –12 montajes a sus espaldas, socio de la compañía Wichita Co– después de leer el texto: “los dos sabíamos que teníamos relación con el Puerto de Sagunto, pero nos conocimos en Madrid. Me dijo si me podía pasar sus escritos y le dije que por supuesto. Obviamente, vi que en ‘Pistolas’ había una película, pero ya había cedido los derechos. Pero, igualmente, como un flash, vi que el segundo acto de Cuzco era un cortometraje”. Turanga Films se había prometido no volver a la producción de cortometrajes “porque el dinero que inviertes y el tiempo que inviertes es mucho, no renta, pero fue una corazonada… No me contuve y Víctor dijo que sí”.
Actualmente, Turanga Films también posee los derechos de Nosotros no nos mataremos con pistolas y su producción está prevista para 2019, después de que el proyecto se estancara por otra vía durante los dos últimos años y de que –ya en manos de Badenes– haya logrado recientemente las ayudas del IVC. Antes será una realidad Cuzco, cuya principal incursión en la parte más autoral fue propuesta de Sánchez: “me dijo que quería escribir con Antonio Escámez”, comenta la productora. “A mí me parecía que era una forma de aprender y liberar de una inseguridad que siempre me acompaña”, comenta Sánchez. Escámez por su parte admite que la adaptación parte del buen trabajo original, “pero hemos tenido que hacer una adaptación estructural. Básicamente, que fuera un relato cinematográfico y que no nos influyera conocer toda la obra para que este acto tuviera una entidad propia y audiovisual”.
No obstante, Sánchez cree que la propuesta no era descabellada: “invertí mucho tiempo en escribir cada una de las tres partes de Cuzco y para mí el segundo acto también me podía funcionar de manera independiente”. “El principal reto, creo, ha sido traducir toda la poesía que hay en las palabras, en el lenguaje y la propuesta teatral, hasta el audiovisual”, añade Escámez, que también ejerce como segundo ayudante de dirección.
Por distintos motivos, además de los citados, José Manuel Sospedra (Godfader) pasó de hacerse cargo de la postproducción de sonido a ser coproductor. Lo mismo ha sucedido con la empresa madrileña Free your mind que cerrará las cuestiones derivadas de la postproducción de color y los efectos digitales –que en la película tienen una escena de cierta complejidad–; ahora también es coproductora. “Es el mismo caso de Neus Mira, primera ayudante de dirección desde hace muchos años en Cuéntame cómo pasó: todos quieren participar del proyecto de Sánchez y Escámez porque sabemos que tiene madera para dar el salto”.
Badenes asegura que, pese a conocer su fama de “aplicado y exigente, todo el equipo está sorprendido porque no da la sensación de ser un director novel. Además de haber repasado durante quince días cada plano y situación con Neus o llevar al menos un año preparándose teóricamente para poder comunicarse con los distintos equipos, tiene una inteligencia de dirección que va más allá de la que damos por hecho ha trabajado como profesional en el teatro. Sabe cómo pedirlo, a quién dirigirse y qué pedir a cada uno y eso no solo facilita el trabajo, sino que está logrando que el cortometraje tenga muy buena pinta… creo que va a salir disparado a la dirección de cine si quiere”.
Sánchez, no obstante, cree que su principal maestro en esta etapa ha sido el propio Escámez a quien habíamos conocido anteriormente como actor. “Hemos analizado mucho cine de manera decidida para el rodaje de Cuzco”, comentan ambos a Cultur Plaza, y confiesan algunas de las referencias que se filtrarán en el cortometraje: “sobre todo, John Cassavetes y Peter Bogdanovich, además de la influencia más habitual para nosotros que tiene que ver con Jim Jarmusch, Gus Van Sant o Wong Kar-wai”. También admiten que por la puesta en escena y la propia obra, se pueden colar sentencias de Alfred Hitchcock y el cine de los años 50.
50 personas que trabajan directamente durante estos siete días y donde también figura Silvia Valero y Bruno Tamarit. Los protagonistas de la obra de teatro tenían que ser quienes dieran el salto con Sánchez hasta la gran pantalla “por muchos motivos. Por fidelidad con el proyecto y por economía también. Ellos han vivido ya un largo proceso de mes y medio de ensayos, de tres semanas ininterrumpidas de representación y de bolos”. Además, ambos ya han participado en otros montajes de Sánchez y Valero es también socia de la compañía Wichita Co.
Los espectadores no verán exactamente Cuzco en sus pantallas. Sobre todo, porque la decodificación de conjunta de Sánchez y Escámez y la suma de equipos ha llevado el texto a otras latitudes. “La obra ha cambiado muchísimo en lo que tiene que ver con la dirección de actores. Hemos pasado de jugar al vacío a tener una cama. En el teatro no había una cama. No había nada. Hemos trasladado todo a un código realista –sin perder el sentido evocativo que tienen muchos de los textos de Sánchez– y los juegos entre ellos y ante la cámara son otros. También es otra percepción la del espectador, claro”. Eso sí, en una reinterpretación de su propio trabajo, en los sets de rodaje se intuye como Vila ha vuelto a dejar que los desconchados, cristales rotos, papel pintado arrancado y el mobiliario en mal estado genere en pantalla la sensación de ruptura e inestabilidad que propone el guión.
Con rodajes que se inician a las 21:30 y acaban a las 7 horas para cumplir con el contexto nocturno de Cuzco, Sánchez se mueve con soltura en la gramática audiovisual. Esa es la sensación que comparte buena parte del equipo, con experiencia en el medio. Los plazos la sitúan iniciando su recorrido de festivales a principios de 2019 “con la máxima ambición” y para recoger puntos de cara a una nominación a los Goya de 2020. Ese es el listón, “aunque si no se alcanza tampoco nos traumatizará”, concluye Badenes, quien también acumula años de bagaje y advierte que ha reservado recursos para la distribución y el largo periplo comunicativo que se le presume al debut ‘en corto’ de Vïctor Sánchez para el cine.