Los lazos de sangre unen mucho, también en las relaciones internacionales, el caso británico-norteamericano es un claro ejemplo que en la crisis del Brexit se va a poner de manifiesto
El término primo tiene en algunas ocasiones una connotación peyorativa, y en esos casos es sinónimo de ingenuo, incauto y si me permiten la jerga “pringado”, sin embargo nada más lejos de lo que quiero exponerles. Porque su significado es el de un pariente cercano, alguien próximo con el que se tiene química, y esta es la ya vieja relación que tienen los norteamericanos con los británicos, de la que vamos a tratar, y veremos cual ha sido su penúltimo capítulo, aunque antes empezaremos hablando del entorno donde se produjo, el G7.
Esta reunión internacional anteriormente reunión a 8, pues recuerden que Rusia, por la crisis con Ucrania y la ocupación-anexión de Crimea, fue castigada y lleva ya años sin ser invitada, tuvo lugar en Biarritz (Francia) los pasados 24, 25 y 26 de agosto, contando como anfitrión a Emmanuel Macron.
Esta nueva reunión mundial fue aprovechada por el siempre hiperactivo presidente galo para intentar exhibir “su grandeur”, dado que tenia a un primerizo Boris Johnson de estreno en esas lides, y a un Donald Tusk (presidente del Consejo Europeo) ya de salida, junto a un Giuseppe Conte (primer ministro italiano) que no se sabe si se queda o se va, por obra y gracia del Open Arms. Y aunque Macron se esforzó haciendo viejas y nuevas invitaciones a otros países como Australia, Burkina Faso, Chile, Egipto, España, India, Ruanda, Senegal, Sudáfrica, resultó una nueva oportunidad de simple postureo en las agendas internacionales, pues estando ausentes la República Popular China de Xi Jinping y la Rusia de Vladimir Putin, con sus capacidades militares, su potencial económico y su derecho a veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, pocas decisiones transcendentes pueden resultar en el meeting.
Y una prueba de ese postureo, a pesar del esfuerzo de las invitaciones a otros países, e incluso a la sociedad civil para dar muestras de transparencia y transversalidad, fueron las cuatro lineas de acción decididas (más castillos en el aire que otra cosa) según la declaración final, pues versan sobre la supervivencia de la Amazonia, la estabilidad en Irán, el comercio mundial, la expansión de África, y la igualdad de género y la lucha contra la desigualdad.
Respecto la primera linea de acción tiene un carácter puramente conyuntural-sobrevenida, porque es resultado de los incendios estivales de la selva del Amazonas, y ha servido para atacar al presidente brasileño Jair Bolsonaro, curiosa manera de querer salvar al pulmón del mundo socavando la autoridad de su usufructuario-mandatario, cuando además al poco nos enteramos de que la selva del centro de África se estaba quemando más y peor que la brasileña, por no citar los incendios de la Siberia rusa, que desde este julio afectan a tres millones de hectáreas.
El tema de Irán, otra sorpresa de Macron en la cumbre, la introdujo invitando al ministro de exteriores iraní Mohamed Yavad Zarif, que como golpe mediático tuvo su éxito aunque limitado en el tiempo, y que enseguida unas palabras de Trump hicieron a todos volver a la realidad, pues fuentes del Elíseo hicieron saber que Macron tenia el mandato de negociar con Teherán la solución al problema de su programa atómico, siendo desmentido por el norteamericano, retorcida manera de querer solucionar un problema sin invitar o escuchar a todas las partes, como puedan ser los sauditas y los israelitas.
En cuanto la preocupación sobre el comercio mundial, y no contando con la presencia de China, es una quimera el querer buscar un mejor y más ecuánime sistema comercial global, además, y como no, siempre se cuenta con alguna declaración de Trump pidiendo más madera en la guerra comercial contra el pais asiático, a pesar de las mediaciones de Boris Johnson.
Respecto al foco puesto sobre Africa, y dejando al margen a Egipto (más representante del mundo musulmán que africano) y Sudáfrica (miembro del G20) es curioso ver que los representantes de este continente invitados por Macron son cercanos o pertenecen al África francófona, la grandeur sigue actuando.
Respecto a la lucha por la igualdad en el mundo (cuestiones sexuales incluidas), es un tema de tal complejidad que me parece una frivolidad que sea objeto de un foro tan coyuntural como el acaecido en Biarritz, ademas cuando en él participan algunos de los países donde más se da los principios igualitarios, frente al resto del mundo sobre todo fuera de Occidente, donde no se practica mucho que digamos, es un brindis al sol.
Y para ir finalizando, y volver al tema de los primos, en esta reunión del G7 se produjo un encuentro entre Trump y Boris Johnson, que por cierto con el cierre de su Parlamento ha dado muestras de que va a por todas con el Brexit duro, en el que los parientes de ambos lados del Atlántico demostraron una gran sintonía, al hablar del acuerdo comercial que negociarán los USA y UK, que afirmaron será un proceso “bastante rápido” y “muy grande” en cuanto se produzca el Brexit. Está claro que ese decidido político que es el primer ministro británico se va a posicionar del lado norteamericano en el mundo bipolar que está por venir, ¿qué haremos los europeos?.
Pues los ciudadanos de la Unión Europea estamos a la espera de ver como se resuelve la penúltima crisis Institucional, y el próximo relevo de autoridades comunitarias en otoño, mientras la UE ¿se acuerdan del mantra de la unión fiscal y bancaria del 2008? sigue haciéndose trampas al solitario, pues cuenta con un sistema fiscal en la unión que permite que existan paraísos fiscales; pues saben cuál es el pais del mundo donde las empresas USA declaran más beneficios, pues es Irlanda, más que en Alemania, Francia, Italia, China y la India juntas, porque su tasa impositiva no llego al 5% (todos datos del 2017), porque si una empresa norteamericana tiene su domicilio fiscal en Irlanda pero sus administradores (ejecutivos) residen en los USA esta no paga prácticamente impuestos.
Y nosotros preocupados y negociando duro con UK por el gran problema que supone la frontera Irlandesa en las negociaciones del Brexit; en fin vivir para ver, después que no se quejen de las dudas que genera en los europeos la burocracia de Bruselas.