VALENCIA. Tras la resaca electoral del lunes y un martes dedicado al análisis de los resultados, adivinen de qué iba el documental que puso La2 por la noche: de por qué votaron los alemanes a Hitler. A saber qué quería decirnos el programador y si puso el documental antes o después de las elecciones, pero como para no hacer analogías con la situación política de nuestro país tras los comicios...
'En busca del pueblo de Hitler' es un documental sobre un oficial estadounidense de una unidad para la guerra psicológica. El hombre se adentra en la Alemania que estaba a punto de ser derrotada en 1945 para mediante entrevistas con amas de casa, obreros, sacerdotes o miembros de las Juventudes Hitlerianas, averiguar cómo llegó Hitler al poder.
Todo lo que cuenta nos lo sabemos de carrerilla, aunque tras las segundas elecciones en seis meses, hay ciertos aspectos que llaman la atención más que otros por todo lo que hemos estado escuchando. Por ejemplo, el documental resalta la importancia de voto joven, de "los hijos de los socialdemócratas", dice. También cuando explica que la izquierda se desarticuló a cambio de la promesa de un gran país, donde imperase la unidad del pueblo. O cuando señala que los nazis, para dar una sensación de igualdad a la población, ponían a comer periódicamente a los obreros con el patrón todos del mismo puchero. Extraigan sus propias conclusiones.
La pena, y más importante al margen del estado de nuestra política actual, es que se repiten muchos tópicos que a fuerza de insistir en ellos se convertirán en verdades, como precisamente decía un célebre nazi. Uno de ellos es que Hitler tomó el poder legalmente, cuando, que nosotros sepamos, entre las elecciones que ganó y el poder absoluto que ejerció, antes tuvo que arder un parlamento. Pero bueno.
También se insiste una y otra vez en que los nazis dieron trabajo a la gente. Una afirmación que debería cogerse con pinzas o analizarse con detenimiento porque no se puede decir tal cosa alegremente. Ya lo explicamos cuando comentamos una avalancha de documentales sobre Stalin que hubo en febrero. No se puede decir que Hitler acabó con el paro sin mencionar que devolvió a la mujer a la cocina y la sacó del mercado laboral, expulsó a una parte importante de población de su país, encarceló a otros tantos, algunos de ellos fueron a parar a los primeros campos de concentración y con esa "paz social" subvencionó a las empresas para que contrataran, aunque fuera bajando los sueldos, y como después todavía le quedaron parados, lo que cerró fue las oficinas de empleo y subvencionó esta vez a los agricultores para que contrataran obreros para el campo. Al final, cuando tuvo que pagar toda la deuda que generaron estas políticas, no sé si lo recuerdan, empezó cierto conflicto.
Pero aquí no. Aquí seguimos subrayando que Hitler acabó con el paro y creó mucho empleo y se sacan vídeos de alemanes construyendo cosas. Uno ya empieza a tener la paranoia de que igual están intentando meternos algo en la cabeza.
La parte relativa al nacionalismo también es de sobra conocida. Los alemanes decidieron quiénes eran los alemanes buenos y luego dijeron que Alemania era para los esos alemanes y nadie más. Y encima, entendían que su espacio vital se había reducido y no cabían. Imaginen el enfado de los buenos alemanes del momento.
Cuando el documental penetra en las causas del racismo, resulta chocante que en las partes dramatizadas, en las que sale el aludido oficial haciendo las entrevistas, este ponga cara de sota cuando se encuentra con una aseveración racista. Hay que tener en cuenta que venía de Estados Unidos donde los negros se sentaban en la parte de atrás del autobús. Cualquier cosa que hicieran los nazis antes de empezar a confinar y asesinar a las "razas inferiores" tampoco era inédito en estos países, pero el tío se sorprende.
Uno de esos momentos ocurre cuando una mujer le dice que una alemana nunca podría casarse con un judío. El oficial pone cara de Cristiano Ronaldo después de haber fallado un penalti y no sabemos por qué. En Estados Unidos el matrimonio entre blancos y gentes "de color" no se legalizó hasta 1967 ni más ni menos. En 1924, cuando Hitler era un pintor bohemio que vivía en una buhardilla y todos sus problemas se hubieran solucionado con un Erasmus en la Universidad de Málaga, en Estados Unidos se aprobó la Racial Integrity Act.
Este es uno de los problemas que genera la sobreabundancia de documentales sobre Hitler y los nazis. Lo eclipsan todo. Al final parece que son ellos los únicos racistas o es el único país donde el nacionalismo causó tragedias infames. Digamos que han terminado expurgando las ideologías o sistemas indecentes de este mundo.
La segunda parte de "El pueblo de Hitler", disponible en su web hasta el 4 de julio se centra en situación alemana derivada de la guerra. También contiene partes muy interesantes y de las que se puede tomar nota. Por ejemplo, el profesor Sonke Neitzel explica que los partidos de fútbol siguieron jugándose con frecuencia. "El régimen intentaba mantener la apariencia de normalidad", dice en narrador.
El hombre recuerda uno en su ciudad, el 29 de abril de 1945, el Hamburgo derrotó por 4-2 al VfL 93 en un derbi apasionante. Lo único es que cuatro días después los aliados tomaron la ciudad. El partido se celebró con toda naturalidad, aunque los soldados estaban al sur de la ciudad a punto de asaltarla. No sería de extrañar que a nosotros nos pasara algo parecido. De hecho, en el 11S, cuando dudábamos aún de si al día siguiente por la mañana empezaría la Tercera Guerra Mundial, alguien muy listo decidió que no se suspendiera el partido de Champions que el Real Madrid disputó en Roma y algunos ahí estuvieron, muy pendientes.