maridajes (IM)posibles

El ramen y la falacia

Disclaimer: A todos aquellos que hayan estudiado (y aún retengan) filosofía, les invito ya a pasar al penúltimo párrafo del artículo. 

| 20/10/2023 | 2 min, 49 seg

Yo he estudiado algo, pero no se preocupen que ya lo he olvidado todo, y que me perdonen mis profesores, no era su culpa, fue culpa del horario. Yo era adolescente, eran las 8 de la mañana y aún no tomaba café. Ahora sí, aunque tal vez demasiado, pero no es el asunto de hoy.

Hablemos de falacias. Sin ponernos excesivamente técnicos, entendemos una falacia como un argumento que parece cierto, veraz, pero que no es correcto. Encontramos distintos tipos de falacia, que se clasifican en dos grupos principales, falacias formales (que esconden un fallo en su formulación) y falacias no formales. La falacia que nos ocupa es una falacia no formal, que normalmente se denomina como “falacia de generalización indebida”. Esta es una muy común, y pocos están exentos de haber caído en ella, y se basa en sacar conclusiones precipitadas con pocas pruebas. Es el caso del “por un gato que maté…”, o el caso del chiste que cuenta Paul McCartney

He leído y escuchado demasiado que la comida asiática no funciona bien con vino o que, en caso de proponer vinos, estos deben ser vinos ligeros, frescos, y aromáticos, o bien espumosos, en su defecto. Pero, claro, hablar de comida asiática es como hablar de comida europea. O hablar de comida, en general. Es hacer una generalización sin fundamento. Y como no me gustan las generalizaciones, nos centraremos en un plato, que tiene muchas variantes, casi tantas como las falacias: el ramen.

Iré al grano: el ramen funciona bien con vino; un vino tinto frutal, con algo de crianza, baja acidez y algo de cuerpo. Y esto me sorprendió, esperaba que el huevo, los elementos vegetales y el tofu chocasen con el tinto, que un vino blanco, que un sake funcionaran mejor… en fin, iba siguiendo el camino que me indicaba la falacia, pero no. Me topé con la evidencia.

Les prometo que no volverá a ocurrir que incurra en la falacia ni que caiga en una recomendación tan fácil a la par que inopinada para mí, pero un tinto “roble” de una zona tipiquísima y, generalmente también aburridísima, como Ribera del Duero funciona sorprendentemente bien con un ramen de pato. El “roble” de Ribera del Duero, una categoría que existe de forma popular y comercial pero no legal, suele ser un vino joven de tempranillo, que pasa unos pocos meses en barrica, menos de lo permitido para ser crianza, y que suele ser algo así como se dice en València un bon xic, que mai no et donarà un disgust ni tampoc una alegria. Hay veces que las mejores armonías no requieren los vinos más exóticos o complejos del mundo. Además, les reto a que encuentren en un sitio de ramen un vino tinto exótico y complejo. 

*Como alternativa, si sois muy sibaritas y por eso leéis la Guía Hedonista, os recomiendo llevar una petaquita en el bolsillo de la chaqueta llena de un buen amontillado. Pero si os echan del izakaya, no digan que es por mi culpa.

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