¡DE QUÉ BARS, NANO!

El Trocito del Medio

Lo mejor que le puede pasar a un callejón, es siempre dar a un mercado

| 30/04/2021 | 3 min, 59 seg

TOC TOC TOC

- ¿Señor? ¿Está despierto?

- …

- ¿Señor?

- Mmmmbrffssaaagghhh.

¡¡TOC TOC TOC!!

- Por el amor de dios, Meredith, es domingo. Sí, sí, estoy despierto, pasa. ¿Qué quieres? Es tempranísimo.

- Son las diez señor. Sus colegas están al teléfono. Quieren saber si va a acudir a su cita para almorzar. Han mencionado algo de un cumpleaños.

- ¿Mi cita para…? ¡Oh, mierda, claro, era hoy, es domingo! ¡¡Diles que voy de camino, estoy saliendo ya!! ¡Pantalones!

Efectivamente.

Mis colegas habían reservado en un famoso bar del centro, que tal vez os suene, El trocito del medio. Está en la plaza que hay junto al Mercado Central.

El bar en sí es bastante pequeño, pero tiene una terraza enorme que ocupa todo un callejón. Es un sitio súper oscuro, con mucha piedra, en el que posiblemente mataron a los padres de Batman, pero claro, de día y con cerveza, todo es alegría.

En cuanto nos sentamos, una camarera muy maja viene a traernos cacaos, olivas, y muchísimos dobles de Estrella. Preguntamos por las tapas, respuestas bastante clásicas, en plan… todo lo que hay en un bar autóctono y con un cierto extra por estar al lado de un mercado.

Pero amigos, ¿por qué reservamos en este sitio? ¿Qué tiene este almuerzódromo que no tengan los demás?

Pues un premio “Cacau d’ or”, que es como el Óscar de los bocatas. Ahí está la tierra prometida, ahí está el salseo. El ganador, concretamente, es de lomo al horno con patatas y ajoaceite. Parece como muy sencillo ¿verdad? Sin embargo, cuanto más sencillo parece, más fácil es cagarla. Se me ocurre, por ejemplo, el bocata de anchoas de casa Guillermo. Si pides un bocata de anchoas en cualquier bar random, lo más fácil es que te hagan una barbaridad salada y aceitosa, y ahí radica la magia. Es un Mondrian hacer algo simple y chulo con tres cosas.

El lomo para empezar está desmigado, como si fuera una especie de cochinita pibil. Las patatas son panadera, y el ajoaceite, oh my god, es prácticamente un eau de toilette. Es suave, sutil, con clase, es Carolina Herrera hecha ajoaceite. El pan también tiene cierta maravillosidad, pero en blando, es uno de esos panes que siendo tiernos, molan. Lloramos. Nos abrazamos.

Por supuesto cayeron varios bocatas de este tipo, pero por aquello de comparar, pedimos también uno de figatells, mostaza y cebolla que se ganó nuestros encazallados corazones.

Por cierto, si queréis rellenar el bingo del Trocito, la experiencia completa incluye:

- El bocata de lomo.

- Alguien que pasa tocando la guitarra y te pide pasta.

- Un grupo de personas que te miran fijamente para que te levantes porque quieren tu sitio, pero a ti te la suda como cuando desaguan una presa, porque te acabas de pedir otro doble y no tienes prisa. Esto pasa mucho porque tienen lista de espera.

- Vas al baño, y te das cuenta de que además de estar fuera del bar y dar a la calle, no tiene pestillo, con lo que te toca mear con una mano en el member y la otra en la puerta. Eso sí que es psicomotriz y no el examen del carnet de conducir.

Si te pasan esas cuatro cosas ya puedes decir que has estado allí.

Pero, eh, tengo más. Ensaladilla y mejillones para vosotros.

La ensaladilla lleva el huevo duro rallado. Le falta un pelín de sal, pero hay artesanía. Atún, zanahoria, y una decorativa, pero poco apetecible hoja de lechuga verde a modo de vela, puesta en un lado. Es de esas con menos mayonesa, en el que todo forma una amalgama cremosa. A tope con ella.

Los mejillones también muy bien. Clásicos con un poquito de limón y laurel, y no les pongas nada más porque no hace falta. Estar cerca del mercado no es lo único importante, también hay que saber jugarlo bien.

Ah, ah, y súper importante, hacen cremaet, pero se pasa de dulce.

Pues oye, echamos una mañana muy rica. Los bocatas top, ambiente chulo, y cuando tiramos a pedir la cuenta, mi colega el explayboy búlgaro había pagado lo de todos, dejando bien clara la diferencia entre el hombre común y la leyenda. Pero bueno, aunque fueran ocho mil euros, ese bocata lo vale.

Reservad, porque si no, igual sois de los que miran con rabia a los sentados.

Goza de amplio aparcamiento.

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