En estas últimas semanas son ya, algunos, los estudios e informes que dibujan la evolución estimada del turismo de nuestro país en los próximos meses, muchas, las conversaciones con compañeros del sector y, bastantes, las horas dedicadas a pensar como aportar valor en este escenario de nubarrones.
Lejos de buscar parecer un coach o un arengador de masas, sí quisiera que vierais en estas líneas reflexiones que os puedan dar algo de luz.
El tiempo de flagelarse ha terminado. Después de casi 4 semanas de confinamiento, de presentar el ERTE, de buscar la financiación y de muchos lloros, tenemos que ponernos a trabajar para el día en que esto abra sus puertas. Es verdad que, para nuestro sector, no será una apertura de hoy para mañana pero, cuanto más tiempo tardemos en comenzar a trabajar, más tardaremos en empezar a respirar.
En un escenario positivo, vinculado a que como más tarde, a mediados de mayo comience la apertura gradual, julio y agosto lo podemos salvar. Sin duda, la demanda nacional será la vacuna que nos pueda ayudar sin embargo, no olvidemos que, esto mismo, lo están pensando todos los destinos competidores en nuestro país. En esta demanda interna me atrevería incluso a incluir parte de la portuguesa y del sur de Francia (siempre asociada a viajes en coche). Es verdad que las islas tienen más difícil atraer esta demanda.
Sí estoy convencido de que viajaremos este verano (si esto no se alarga más, claro está) veo más complicado que tengamos mucho cuerpo para coger aviones, incluso en nuestro territorio.
El español olvida pronto y, en nuestro ADN, está socializar e incorporamos, desde hace tiempo, el viaje como parte de nuestros consumos esenciales. Dicho esto, no podemos pensar que viajaremos igual que en 2019. Muchas personas se han visto y se verán afectadas económicamente y dispondrán de menor capacidad de gastos. Ojo, esto no quiere decir que tengamos que tirar precios (algo que ya he leído en algún que otro artículo); tendremos que ajustar el producto a una nueva realidad; quizás, ofreciendo experiencias de menor duración, propuestas de escapadas menos complejas en consumos, facilitando políticas de pago, etc.
El cliente buscará no sólo alojamiento sino propuestas de valor, “experiencias”, con precios cerrados con los que poder dimensionar el coste de su escapada de 5-7 días, productos para familias, etc.
No creo que los hoteles lo pasen peor que un apartamento o una casa rural, ya que como os comentaba, somos mediterráneos y habrá clientes que quieran consumir hoteles. Eso sí, reforzad en vuestra comunicación las medidas de limpieza, seguridad, etc.
No creo que evitemos espacios abiertos con más turistas como playas, piscinas, comedores, pero sí veo más complicado que se reúnan en eventos como conciertos, fiestas, etc.
El Turismo de interior, lo veo como gran vacuna si se sabe contar bien. Espacios naturales menos masificados por lo general, alimentación km. 0 habitualmente, trato más directo con los proveedores de servicios, valores sin duda muy positivos sobre todo, viniendo de donde venimos. Sin embargo, estas premisas no garantizan que sin hacer nada los clientes caigan del cielo.
Habrá que salir a por el cliente nacional y ahí tendremos a más competidores que nunca.
El secreto del éxito está en la propuesta de valor que tenéis que estar preparando ahora todos, tanto en playa, urbano, como en interior, así como en la estrategia de comunicación que también deberíais estar diseñando y en las acciones que tendréis que ejecutar en el momento oportuno (aquí está la clave, ni demasiado pronto, ni demasiado tarde).
Y después del verano, ¿qué? Creo, también, que este año el verano no será solo julio y agosto, habrá clientes nacionales que preferirán salir en septiembre e incluso en octubre, desde luego, no será el mismo tipo de cliente por tanto, preparad también producto para él y mantened la comunicación activa en esos meses.
En octubre, noviembre y diciembre será tiempo de comenzar a hacer ruido en los mercados internacionales, será importante salir con mensajes firmes, provocadores de confianza y por ende de demanda. Será tiempo de rezar, para ver si el gobierno abriera el programa del Imserso y facilitara así algo de oxígeno a los hoteles de playa y balnearios, incluso, por qué no, de que los gobiernos regionales pudieran crear sus propios programas para complementar o incluso adecuarlos a otros destinos urbanos o de interior. También creo que podrá recogerse en esos meses algo de demanda interna que no hubiera podido disfrutar de sus vacaciones antes, meses de puentes que nuevamente se beneficiarán casi en exclusiva de la demanda interna.
2021 llegará, y con él, espero que esta pesadilla quede atrás pero no veo que hasta Semana Santa podamos pensar, con datos en la mano, que esto terminó. Creo que esta pandemia marcará un antes y un después en nuestra manera de trabajar en el sector, el valor humano volverá a priorizarse, el cliente volverá a valorar el trato personalizado, el producto nicho, etc., pero, desde luego, creo y espero que, desde mañana, empecemos a valorar cada vez más la importancia de viajar de una manera más sostenible, de lo contrario, corremos el riesgo de que el planeta vuelva a avisarnos.
Mucha suerte a todos.
Alberto Galloso es director de Soluciones Turísticas